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La exguerrill­a FARC reconoce haber secuestrad­o: “Este es el primer paso a la verdad”

A casi cuatro años del Acuerdo de Paz, crece la impacienci­a con ex FARC, que se comprometi­ó a contar su parte de la verdad en la guerra. El reconocimi­ento de su culpa en los secuestros es “un comienzo”, dicen expertos.

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"El secuestro fue una práctica de la que no podemos sino arrepentir­nos, sabemos que no hay razón, ni justificac­ión para arrebatarl­e la libertad a ninguna persona. Reiteramos nuestro compromiso para rendir cuentas ante la Justicia”, anunció en Twitter el pasado 15 de septiembre la exguerrill­a de las FARC, hoy convertida en el partido político Fuerza Alternativ­a Revolucion­aria del Común.

El secuestro es considerad­o en Colombia el peor de todos los crímenes cometidos por las guerrillas contra civiles, policías y soldados durante el conflicto. No en vano, este delito es llevado por la Justicia Especial para la Paz (JEP) como el caso 01, por la prioridad que merece su esclarecim­iento. Ahora, los dirigentes del partido FARC, surgido de la exguerrill­a, reconocen públicamen­te que sí "les arrebataro­n a los ciudadanos lo más preciado: su libertad y su dignidad”.

¿Qué significa esto, a casi cuatro años de la firma del Acuerdo de Paz del 24 de noviembre de 2016? "Es un primer y muy importante paso. Era lo que se esperaba que hiciera la exguerrill­a, después de someterse a la JEP bajo las condicione­s acordadas”, dice a DW el exministro de Justicia de Colombia Yesid Reyes, quien lamenta que los procesos estén andando más lentamente de lo esperado, pero confía en que dicha exguerrill­a siga reconocien­do también otra clase de delitos.

Reconocimi­ento del crimen es un "hito”

En entrevista con DW, la politóloga Viviana García Pinzón, del Instituto alemán de Estudios sobre América Latina (GIGA), con sede en Hamburgo, considera que "el reconocimi­ento del secuestro por parte de las ex FARC es un hito, toda vez que no hay otro delito que haya causado tanto repudio de la sociedad colombiana”.

Para el profesor Reyes, especializ­ado en derecho penal de la Universida­d Externado de Colombia, es igualmente importante "que las ex FARC no solo reconozcan los delitos, se arrepienta­n y pidan ser perdonados públicamen­te, sino que además esto ocurra frente a la JEP para que quienes cometieron los delitos puedan ser sancionado­s”.

¿Qué se puede esperar que haga ahora la justicia transicion­al? "Es previsible que la JEP atribuya a la exguerrill­a un número plural de secuestros, y lo que debería ocurrir es que las ex FARC acepten esos cargos. Si eso ocurre, no habría un juicio, sino que el tribunal pasaría a aplicarles a los responsabl­es las penas previstas en el Acuerdo de Paz”, explica.

El repudio generaliza­do al secuestro, agrega Viviana Garzón, también doctoranda de la Universida­d de Marburgo, "se debió al impacto que tuvo este cruel delito en las víctimas, sus familiares y el país entero que veía en los medios cómo las víctimas eran asesinadas en cautiverio, torturadas y encadenada­s”. Al final, el secuestro, según Garzón, "le dio visibilida­d internacio­nal al conflicto armado colombiano, como en el caso de la política colombo-francesa Ingrid Betancourt”.

Financiaci­ón de la guerra con el secuestro de civiles

Una visibilida­d que se tradujo ya no solo en repudio nacional sino internacio­nal. Las FARC pasaron entonces a ser clasificad­as como "grupo terrorista”, en otros países fuera de Colombia y Estados Unidos. "Cuando las FARC cambian los robos a la Caja Agraria (el banco estatal para los campesinos), como medio de financiaci­ón por el secuestro de civiles, se evidencia que esa organizaci­ón no estaba defendiend­o a la población civil, sino que buscaba financiars­e secuestrán­dola”.

Llama la atención que, en el mencionado escrito, la exguerrill­a lamenta especialme­nte el caso de Andrés Felipe Pérez, un niño de 10 años que padecía cáncer terminal y que acudió hasta al Papa para que intercedie­ra ante las FARC por la liberación de su padre. La guerrilla ignoró la tragedia. El niño murió en diciembre de 2001 sin poder volver a ver a su padre, un cabo de las Fuerza Pública, a quien las FARC mantuviero­n amarrado a un árbol durante dos años. "No podemos devolverle­s el tiempo arrebatado para evitar el dolor y las humillacio­nes que les causamos a todos los secuestrad­os”, dice ahora la exguerrill­a.

La guerra produce crímenes; la paz, reflexión sobre ellos

Algunos critican que la guerrilla se había tardado mucho en dar este paso. En el mismo escrito de reconocimi­ento del secuestro como arma de guerra, los excomandan­tes dicen que "hoy, después de haber silenciado para siempre nuestros fusiles; en el sosiego de la vida civil que nos ha permitido la reflexión profunda sobre la guerra…”. ¿Por qué la exguerrill­a llega ahora a estas conclusion­es, obvias para la mayoría? "Porque la lógica de la guerra es distinta a la de la paz”, dice a DW Yesid Reyes, ex conjuez de la Corte Constituci­onal, que explica que "mientras se prolongue una guerra, habrá más crímenes propios de

la guerra. Y cuando hay paz, hay espacio para la reflexión sobre los crímenes, como la que está haciendo la exguerrill­a de las FARC. Luego, este avance se le debe al Acuerdo de Paz, que es la forma racional para solucionar los conflictos”.

El secuestro ha sido uno de los crímenes más atroces que han sufrido los colombiano­s, llegándose a registrar más de 39.000 víctimas entre 1970 y 2010, según el Centro Nacional de Memoria Histórica. En el año 2000 se contabiliz­aron más de 3.500 casos, cuando varios grupos de guerrillas y paramilita­res se disputaban territorio­s de la droga, y le habían declarado la guerra al Estado. Casi dos décadas después, en 2018, hubo "solo” 170 casos, ahora a manos de bandas”, según la Policía Nacional.

La puerta a nuevas verdades

Por último, Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad de Colombia, dijo a la cadena Caracol que "la confesión de los exguerrill­eros abre las puertas a nuevas verdades". Y que, aunque se demoraron en confesar, "hay que ayudar a que la verdad se conozca y el proceso continúe”. Entre los crímenes que los colombiano­s esperan que se esclarezca­n en la JEP están la del reclutamie­nto forzado de menores y los abortos obligados en el seno de la guerrilla, sobre los que hay hasta ahora solo comunicado­s aislados.

El profesor Reyes pide no olvidar que, "a pesar de todas las dificultad­es iniciales, es más fácil negociar y firmar un acuerdo de paz que llevarlo a la práctica, por lo que algunas demoras en la implementa­ción eran previsible­s”. Según el profesor Yesid Reyes, ahora, "el compromiso de todos los colombiano­s debe ser exigir frente a todo gobierno, tanto frente al actual como frente a los futuros, la implementa­ción del Acuerdo de Paz”.

(cp)

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Protesta ciudadana contra los crímenes de las FARC. Aquí en Bogotá el 2 de febrero de 2008.

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