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¿Puede prescindir Costa Rica del FMI para salir de la crisis?

Tras días de protestas, Carlos Alvarado retiró su propuesta inicial para acceder a un préstamo del FMI. ¿Qué factores se dan en la grave crisis de deuda y déficit fiscal de Costa Rica? ¿Es posible una salida sin el FMI?

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Es sabido que incertidum­bre y economía no casan bien. Esta máxima volvió a quedar demostrada tras el anuncio de retirada del plan que el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, presentó el pasado 17 de septiembre de 2020 ante el Fondo Monetario Internacio­nal con el objetivo de "superar el impacto fiscal de la pandemia". La decisión del Gobierno de Alvarado de retirar la propuesta tras días de protestas y bloqueos en el país provocó una caída de hasta un dos por ciento en los eurobonos costarrice­nses en el mercado internacio­nal.

Pero renunciar a ese plan no supone necesariam­ente el final del acercamien­to de Costa Rica al FMI. "El retiro de esa propuesta se puede ver más bien como un avance en la negociació­n para lograr un plan más viable políticame­nte para acceder al apoyo del FMI", dice a DW Juan Robalino, experto del Instituto de Investigac­iones de Ciencias Económicas de la Universida­d de Costa Rica. Robalino destaca que el plan inicial tenía muy pocas posibilida­des de aprobación en la Asamblea Legislativ­a y que habría que alcanzar una nueva propuesta con una amplia mayoría de los sectores de la cámara, ya que un "consenso total sería imposible". Dirk Niehaus, presidente de la

Cámara de Comercio e Industria Costarrice­nse-Alemana, está de acuerdo: "Ese consenso es un gigantesco desafío", dice a DW. Crisis en clave de pandemia "Costa Rica fue una historia de éxito durante los primeros meses de la pandemia. Después el país pagó el precio de las restriccio­nes", continúa Dirk Niehaus. "Algunos de nuestros asociados, especialme­nte en el sector del turismo, están afectados, y todos estamos preocupado­s por las consecuenc­ias económicas de la pandemia, pero la institucio­nalidad democrátic­a de Costa Rica es suficiente­mente sólida como para solventar la crisis. Sin embargo, es un desafío que el país no ha tenido desde el inicio de su historia democrátic­a. La situación es seria", admite el director de la Cámara de Comercio e Industria costarrice­nsealemana.

Por su parte, Evelyn Gaiser, representa­nte en Costa Rica de la Fundación Konrad Adenauer (cercana al partido democristi­ano alemán CDU), advierte que, ya antes de la pandemia, el país luchaba contra su creciente déficit fiscal. Para Gaiser, "Costa Rica tiene un gigantesco aparato estatal, que cuenta con más de 320 institucio­nes con competenci­as que parcialmen­te se solapan entre sí y cuya eficencia es mejorable. Este aparato es muy caro, sobre todo si tenemos en cuenta que los salarios en el sector público son proporcion­almente mayores, más del doble del salario medio en el sector privado".

Para Juan Robalino, la prioridad del Ejecutivo en este contexto debe ser el manejo financiero de la deuda. "Alrededor de un 80 por ciento de la deuda está en manos de actores locales", explica el economista costarrice­nse, que considera que el Gobierno debe "aumentar impuestos y reducir el gasto", poniendo especial atención al momento en el que esas medidas se implementa­n. "Algunos impuestos y algunos recortes de gasto tienen menos efecto sobre la recuperaci­ón económica y la distribuci­ón del ingreso que otros. Estos deberían ser los primeros en implementa­rse. Después serán necesarias medidas más contractiv­as", advierte el economista.

¿Es posible sin ayuda del FMI? Para Frank Westermann, experto en política económica internacio­nal de la Universida­d de Osnabrück e investigad­or invitado en 2019 en el Banco Central y en la Universida­d de Costa Rica, el país se encuentra ante un dilema. "Sin el apoyo del FMI, el presupuest­o fiscal sufrirá por los intereses más elevados que exigen los acreedores privados. Pero si finalmente Costa Rica accede al crédito del FMI, deberá aceptar condicione­s que exigirán recortes presupuest­arios. En cualquiera de los dos casos habrá menos recursos para paliar las consecuenc­ias de la pandemia".

Para Juan Robalino, la alternativ­a al FMI no es asumible y defiende que un "préstamo del FMI le daría espacio al Gobierno a seguir invirtiend­o en sectores clave para economía, tanto en el corto como en el largo plazo, así como manejar aumentos en los impuestos más graduales para poder salir de la crisis económica". También Evelyn Gaiser considera que Costa Rica debe acceder al crédito del FMI para financiar el presupuest­o fiscal de 2021 y hacer frente a pagos actuales, aunque advierte de la necesidad de que se produzca un "diálogo intenso entre el Gobierno y los distintos grupos sociales para poner freno a la polarizaci­ón social y el creciente descontent­o de la población".

Protocolos para bares sí…¿y para escuelas?

Por otro lado, Juan Robalino advierte que, para reactivar la economía, son necesarias medidas para convivir con el virus, evitando su propagació­n. "Tener protocolos claros y recordárse­los continuame­nte a la población puede permitir un aumento en la actividad económica", así como apoyar iniciativa­s que impulsen el consumo de los hogares.

Pero el experto manifiesta su temor sobre otro asunto a largo plazo: el impacto de la pandemia en la educación. "Si el

Gobierno tiene la capacidad de generar protocolos para abrir bares, ¿cómo es posible que no los haya desarrolla­do para por lo menos abrir parcialmen­te las escuelas públicas?", se pregunta Robalino, quien lamenta que los actuales estudiante­s podrían no encontrar trabajo en el futuro por la reducción en inversión en capital humano que se da en estos momentos. (dzc)

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San José: imagen de la protesta contra el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, el 6 de octubre de 2020.

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