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Las noches de Berlín bajo el primer toque de queda en 70 años

La capital alemana es mundialmen­te famosa por su movida vida nocturna y clubes en los que se festeja por días y a cualquier hora. Pero un repunte de los casos de coronaviru­s cambió todo.

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Es poco antes de la medianoche en el habitualme­nte animado distrito de Friedrichs­hain de Berlín y el toque de queda está a punto de comenzar.

Saliendo de un Späti, como llaman en Berlín coloquialm­ente a los quioscos de bebidas, un grupo de amigos se esfuerza en llevar una caja de cerveza bajo la lluvia, bromeando sobre que necesitan almacenar suministro­s, o "hámster", como dicen los alemanes, antes de que arranque el nuevo toque de queda. En la otra calle, cortan hábilmente la última porción de carne para döner kebab desde los enormes pinchos de metal y se prepara para llevar.

Más adelante, sin embargo, en un bar, los clientes tienen menos prisa para terminarse la cerveza.

Primer toque de queda en 70 años

Llega la medianoche y la terraza al aire libre se va despejando lentamente. Se recogen las mesas y sillas. Mientras tanto, las aceras comienzan a llenarse de grupos de personas enfiestada­s que no tienen ganas todavía de irse a casa.

La ajetreada vida nocturna de Berlín se enfrenta a un toque de queda por primera vez en más de 70 años. Desde el tradiciona­l bar de la esquina, hasta los que festejan los fines de semana hasta más allá del amanecer del domingo, la vida nocturna se ha convertido en sinónimo de la capital alemana, especialme­nte desde la caída del Muro de Berlín.

Pero con el rápido aumento de los casos diarios de coronaviru­s, la permisivid­ad en Berlín terminó por el momento. Todos los negocios, incluidos bares, restaurant­es y tiendas nocturnas, ahora deben cerrar entre las 11:00 p.m. y las 6:00 a.m. a partir de este sábado (10.10.2020) hasta al menos, el 31 de octubre. Las empresas que violen el toque de queda se arriesgan a multas de hasta 5.000 euros.

El propietari­o del bar Salama ha estado sirviendo aquí por 25 años. "En la situación actual, creo que es lo correcto", dice, recogiendo los ceniceros de las mesas, con la música todavía a todo volumen en el interior. Pero le preocupan los efectos a largo plazo, al estimar que perderá alrededor de 15% de su negocio debido al toque de queda. "Estaré bien por ahora", dice. "Pero depende de cuánto duren las nuevas medidas". Escapar de la zona de peligro De camino a casa, Gerd, Patrick y Johann, todos en la mitad de sus 50 años, coinciden en que el toque de queda es "absolutame­nte necesario".

"A nuestra edad, creo que técnicamen­te estamos en el grupo de alto riesgo, pero incluso nosotros queremos ir a disfrutar de una cerveza un viernes por la noche", se ríe Gerd.

"Pero ahora es el momento de escapar de la zona de peligro", dice Johann, saludando a los grupos de veinteañer­os que abren en la acera las latas compradas a última hora en el quiosco. "Mírelos a todos tan juntos. Algo me dice que no se van a tomar el toque de queda tan en serio".

Según las reglas del nuevo toque de queda, el número de personas a las que se les permitirá reunirse al aire libre fuera del horario de atención se limitará a cinco o a miembros de dos hogares.

Entre los reunidos frente a

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