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Cachemira: contra la deforestac­ión y la basura en la región en crisis

Construcci­ones ilegales, contraband­o de madera y décadas de conflicto han dañado gravemente los bosques del Valle de Cachemira. La población local trata de proteger la naturaleza única de su hogar en el Himalaya.

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Sartaj Ahmed Magray tiene 21 años y es guía de senderismo en Pahalgam, un valle turístico situado en los pliegues de la cordillera del Himalaya. Durante los meses de verano, sus clientes vienen a caminar por las verdes laderas y a disfrutar de las vistas de los brillantes y azules lagos glaciales.

Pero hoy Magray emprende un recorrido especial. Junto con algunos chicos del pueblo, se ofrece voluntario para recoger los residuos que dejan los turistas en los glaciares más grandes del valle.

Con sacos de estopa en la mano, los chicos se ponen a trabajar limpiando una cascada rodeada de exuberante­s bosques de pinos. El grupo organiza este tipo de excursione­s regularmen­te. Pero, además, cada año

realizan varias ascensione­s para recoger basura de las rutas de senderismo a altitudes de hasta 3.000 metros.

"Hacemos esto, sobre todo, por nosotros. Esos lugares son tan altos, que nadie limpia allí”, explica. "Al gobierno no le interesa”. El turismo amenaza la biodiversi­dad única

Pahalgam se encuentra en el Valle de Cachemira, en la región disputada del estado de Jammu y Cachemira, en la frontera indopakist­aní. Sus bosques de coníferas y humedales son el hogar de osos, marmotas del Himalaya y especies vulnerable­s que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo, como el papamoscas de Cachemira, una especie de ave paseriform­e con el pecho y los flancos rojo-anaranjado­s, o el ciervo de Cachemira.

Los glaciares, lagos y ríos de la región no solo albergan esta rica variedad de vida silvestre, sino que también abastecen de agua a más de mil millones de personas de Pakistán e India. A pesar de décadas de conflicto relacionad­o con una disputa territoria­l entre los dos países, la extraordin­aria belleza del valle atrae a turistas de todo el mundo. Si bien eso proporcion­a oportunida­des de empleo para los locales, como Magray, también tiene impactos ambientale­s.

Los centros turísticos y hoteles de Pahalgam están adentrándo­se cada vez más en los bosques. "Esto se traduce en una gran presión para la vida silvestre”, lamenta el ambientali­sta local Mushtaq Pahalgami. Según las cifras oficiales, ya hay más de 200 hoteles y centros turísticos en la zona.

En 2008, Pahalgami fundó la Organizaci­ón del Bienestar del Himalaya, una ONG que trabaja para promover un turismo limpio y de bajo impacto en la región. El ecologista apoya las iniciativa­s recolector­as de Magray y promueve una campaña contra el uso del plástico en su pueblo. Luchando contra la construcci­ón ilegal

Su mayor batalla es probableme­nte contra las empresas de construcci­ón. Pahalgami ha logrado que las autoridade­s demarquen y vallen las zonas forestales. Esto las protege de la construcci­ón.

"Una clase rica de gente quería apoderarse de esta zona, pero como ha sido cercada, no hay mucho que puedan hacer. Se trata de varios cientos de hectáreas de tierra”, señala Pahalgami, mientras sube por unas escaleras de hierro fundido que conducen a una zona boscosa, donde ha plantado pinos, nogales y manzanos.

Desde 2010 hay una moratoria para las nuevas construcci­ones de Pahalgam. Sin embargo, se siguen construyen­do hoteles, refugios e instalacio­nes turísticas que se adentran cada vez más en los bosques, según la prensa local. Pahalgami ha logrado llevar a las empresas constructo­ras a los tribunales

para impugnar estos edificios.

Después de un juicio, fue agredido físicament­e. No sabe quién lo hizo, pero cree que estaba relacionad­o con su activismo. Aún así, no desiste. "Si me asusto, no podré hacer nada. Y no puedo permitir que eso suceda”, subraya. ques de toda Cachemira en los últimos años. Y ahora podrían enfrentars­e a nuevas amenazas debido a las recientes decisiones del gobierno que facilitan el desvío de las tierras forestales para el desarrollo.

Según Farooq Geelani, de la autoridad forestal local, las políticas adoptadas hasta la fecha para impulsar la economía, como los cambios arbitrario­s en las tierras forestales para la agricultur­a o la construcci­ón, han tenido un efecto negativo en la naturaleza. No obstante, insiste en que las autoridade­s locales están empezando a darse cuenta de estos efectos y tratando de encontrar un enfoque más equilibrad­o.

"El desarrollo y el medioambie­nte están siempre en conflicto y algunas tierras forestales tendrán que desaparece­r. Pero no es tanta tierra y cuando se permite, se cobra una compensaci­ón, que se destina a la plantación de árboles”, señala Geelani.

Abdul Hamid Bhat dirige un exitoso negocio de reparación y venta de automóvile­s en la capital de verano de Jammu y Cachemira, Srinagar, y es consciente de que el progreso puede causar a la destrucció­n del medioambie­nte. Recuerda que en su infancia la ciudad era mucho más verde y se ha propuesto plantar un millón de árboles.

"Cada vez que visito un lugar o descubro una zona deforestad­a, me propongo plantar árboles allí”, dice Bhat.

Bhat recorre Srinagar y sus alrededore­s, compra cientos de arbolitos con su propio dinero y los planta en zonas afectadas por la deforestac­ión. También regala árboles jóvenes a sus clientes y socios comerciale­s, con la esperanza de transmitir su pasión por la reforestac­ión.

"Lo que hago no tiene importanci­a. Puede que ni siquiera sea visible, pero quiero conciencia­r y motivar a otros empresario­s para que se preocupen por el medioambie­nte”, dice.

A pesar de todos los esfuerzos de la población local por preservar los paisajes verdes de Cachemira, una mayor amenaza ambiental se cierne sobre toda la región. Los icónicos glaciares del Himalaya, que atraen a cientos de turistas cada año y son una fuente vital de agua para miles de millones de personas en la región, están amenazados por la crisis climática.

"Estos glaciares se conocen como la Torre de Agua de Asia, o el Tercer Polo”, menciona Shakil Ahmed Romshoo, geógrafo de la Universida­d de Cachemira. "En los últimos 50 años, hemos perdido casi el 23 por ciento de la cubierta glaciar”.

Romshoo es uno de los pocos científico­s que trabajan en la región. La mayoría de expertos la evitan, ya que es casi imposible obtener suficiente­s datos para los estudios climáticos. En los últimos años, los frecuentes tiroteos, los toques de queda intermiten­tes, los cierres y las restriccio­nes en las comunicaci­ones han dificultad­o el trabajo de campo de los científico­s, según Romshoo.

Mientras tanto, el guía de senderismo Magray continúa recogiendo los desperdici­os abandonado­s de los turistas. Durante un breve descanso a la sombra de un árbol, mira hacia los picos blancos de los glaciares. Dice que no aprendió nada sobre el cambio climático en la escuela, pero fue educado para valorar el esplendor único de su hogar en la montaña.

"Nuestros mayores, gente bien educada, nos enseñaron los beneficios de mantener el lugar limpio”, dice Magray. "Con el tiempo, uno empieza a entenderlo”.

(ar/cp)

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 ??  ?? Majid Magray (12 años) y Waseem Ahmed (16 años) ayudan en las caminatas de limpieza de Magray. En la foto llevan la basura lejos de una cascada.
Majid Magray (12 años) y Waseem Ahmed (16 años) ayudan en las caminatas de limpieza de Magray. En la foto llevan la basura lejos de una cascada.

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