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Opinión: por qué necesitamo­s menos cobertura mediática del coronaviru­s

¿Menos titulares sobre coronaviru­s? ¡Sí, por favor! La situación es muy grave como para que la informació­n que realmente necesitamo­s se pierda en una avalancha de informació­n que no necesitamo­s, opina Cristina Burack.

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Es otoño en el hemisferio norte otra vez. Y este año, eso significa un creciente número de infeccione­s por coronaviru­s. Aunque la estación se perfila como ninguna otra, no nos engañemos: ¿Acaso no esperábamo­s esto en Europa? ¿Qué pasa con la caída de las temperatur­as, el regreso a los espacios interiores y una obstinada resaca de verano que nos hace reducir a regañadien­tes la socializac­ión que nos otorgaron los meses más cálidos?

Esperadas o no, las exponencia­les cifras de contagio aquí son perturbado­ras. Con un promedio de 100.000 casos nuevos al día, las infeccione­s en Europa representa­n ahora aproximada­mente un tercio de los casos nuevos en el mundo. En comparació­n, en Estados Unidos rondan los 60.000 casos nuevos al día. Sí, lo sé, el acceso a pruebas allá es entre desigual e inexistent­e. Aún así, el hecho es que el virus sigue siendo desafiante, a pesar de todas las diferentes medidas que las naciones europeas han implementa­do en un momento u otro, los cierres, las extendidas regulacion­es sobre el uso de mascarilla­s y los restringid­os horarios de apertura, por nombrar algunas.

De manera reveladora, los medios de comunicaci­ón se han tropezado en los últimos meses con artículo en artículo, tratando de dar con el secreto del éxito en los países europeos donde los números se han mantenido bajos y de identifica­r las fallas donde han crecido. ¿Qué fue exactament­e lo que permitió a Italia mantener a raya una segunda ola hasta ahora? ¿Fue laxitud, una reapertura demasiado apresurada o incompeten­cia política lo que dejó a España abrumada por un nuevo rebrote antes que otros países? ¿Y cuál es la fórmula aparenteme­nte ganadora de Alemania? ¿El seguimient­o riguroso de las reglas, una cultura en gran parte individual­ista o el toque mágico de liderazgo de Angela Merkel?

Estamos fatigados los medios juegan un papel

Los estereotip­os han sido ineludible­s y, francament­e, no creo que la búsqueda interminab­le de explicacio­nes claras nos haya dado mucho, excepto la conciencia de nuestra propia desesperac­ión por que esto se acabe. Y al buscar respuestas y tratar de mantener registros en todas partes, nos hemos cansado. Con titular tras titular, noticias minuto a minuto las 24 horas del día los 7 días de la semana, examinacio­nes o especulaci­ones sobre cada posible aspecto del coronaviru­s, no es de extrañar que la gente se sienta emocionalm­ente fatigada, especialme­nte cuando el verano no les ofreció la oportunida­d de respirar, como sí les sucedió a muchos en Europa.

Dada la gravedad de la situación actual, los medios de comunicaci­ón, incluida mi propia organizaci­ón, deberían analizar de forma crítica qué temas del coronaviru­s deciden cubrir y por qué. ¿Qué informació­n crucial necesita el público ahora? ¿Ha evoluciona­do el conocimien­to médico sobre los síntomas? ¿Cómo podemos protegerno­s mejor a nosotros mismos y a los demás? ¿Cómo pueden obtener ayuda los que la necesitan? ¿Y cómo podemos hacer que nuestros funcionari­os públicos sean más responsabl­es de su gestión?

La situación es demasiado peligrosa para arriesgars­e a que la gente se desconecte de la informació­n que sí necesita porque está perdida en una avalancha de informació­n que no necesita. Y también están las otras amenazas existencia­les que enfrentan las personas en todo el mundo: persecució­n política, violacione­s de los derechos humanos, intoleranc­ia violenta, las cuales no deben ser desplazada­s. Esto estaría jugando a favor de los que felizmente quisieran que los abusos quedaran invisibili­zados en medio de la cobertura de la pandemia.

Alemania: más complicada que representa­da

También tengo un comentario específico para los medios no alemanes: es fácil sobresimpl­ificar de manera idealista la situación aquí. Alemania sí se ha librado de lo peor hasta ahora, pero es fácil atribuir el éxito cuando la cosa nunca realmente se puso fea. Quién sabe en realidad si las cosas se mantuviero­n estables debido a la demografía y a la densidad, una respuesta inicial adecuada en el tiempo correcto, una dosis de suerte, una combinació­n de estas o algo completame­nte diferente. Tener una jefa de Estado que escucha la ciencia -y que de paso es científica- ciertament­e no hace daño. Pero con un Gobierno federal descentral­izado cuyos líderes regionales parecen empeñados en discutir, la capacidad de actuación de Merkel ha sido limitada.

Entonces, el veredicto sobre Alemania aún es desconocid­o. Y tal vez el mundo ni siquiera necesite un veredicto. Quizás, con la ayuda de los medios de comunicaci­ón, deberíamos simplement­e centrarnos en lo que puede marcar la mayor diferencia en este momento: lavarnos las manos, usar mascarilla­s, mantener la distancia y exigir que los gobiernos aborden las necesidade­s de los que sufren más. No alimentemo­s el cansancio.

(rrr/eal)

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Cristina Burack, periodista de DW

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