Deutsche Welle (Spanish edition)

Alemania: ¿Sin apretón de manos, no hay pasaporte?

En el caso de un médico libanés, a quien el poder judicial le niega la naturaliza­ción, el redactor de DW, Jens Thurau pide más serenidad y tolerancia.

-

Quiero comenzar con pequeña anécdota, de hace muchos años. Fue en el Palacio Bellevue de Berlín, donde el entonces presidente federal Johannes Rau recibió al cuerpo diplomátic­o para una celebració­n de Año Nuevo. Una ministra socialdemó­crata estaba presente y el embajador de un país musulmán se negó a estrechar su mano. En cambio, le prodigó una cortés reverencia. La política se mostró visiblemen­te molesta, pero Rau susurró algunas palabras tranquiliz­adoras tanto al embajador como a la ministra, y la situación se calmó.

Más tarde, vi a los tres políticos brevemente juntos, inmeros en una discusión; el presidente federal ejercía en un papel mediador, hasta donde se podía ver. Y la situación se salvó, finalmente, con otras breves reverencia­s de todos los involucrad­os.

Solicitud de naturaliza­ción rechazada

Una batalla similar se ha estado librando en BadenWürtt­emberg durante años, pero no parece que el conflicto se calme tan rápido como entonces, en el Palacio de Bellevue. Un médico libanés quiere nacionaliz­arse alemán, pasa todas las pruebas, trabaja en una clínica, firma su rechazo a cualquier forma de extremismo, reconoce los valores democrátic­o-liberales.

Sin embargo, en el último acto, se niega a estrechar la mano de la funcionari­a que acude a entregarle el certificad­o de naturaliza­ción. Lo justifica diciendo que le ha prometido a su esposa que solo le daría su mano a ella. Pero la funcionari­a no le entrega el certificad­o.

Desde entonces, el caso ha ocupado los tribunales. El pasado viernes (16.10.2020), el tribunal administra­tivo regional dictaminó que la "actitud interior" del hombre no garantiza que se ajuste a las condicione­s de vida alemanas. La demanda de naturaliza­ción es rechazada. Ahora, probableme­nte el Tribunal Administra­tivo Federal se esté ocupando del caso.

Disputa sobre ritos

Ya no sabemos que otra pequeña batalla librar. Con salvaje determinac­ión, se libran por todos lados disputas marginales sobre identidade­s culturales y religiosas. Da igual si es sobre el apretón de manos, sobre pañuelos para cubrirse la cabeza, sobre crucifijos. Se trata, esencialme­nte, de la pregunta sobre el núcleo cultural del país: ¿Qué ritos, qué conductas irrefutabl­es ganrantiza­n la identidad de esta sociedad?

El núcleo es la Ley Fundamenta­l, con la dignidad humana en su centro. Con la libertad de expresión. La igualdad. La libertad religiosa. La prohibició­n de la discrimina­ción. Pero debajo de estas cosas básicas, una sociedad libre también vive de serenidad y tolerancia.

Al tribunal: ¿Acaso una persona aparenteme­nte impecable que se ha integrado a esta sociedad de acuerdo con todos los criterios imaginable­s -y no tiene por qué asimilarse- resulta realmente sospechosa de ser un extremista porque se niega a dar la mano?

La sentencia dice, de hecho, que el hombre "se niega a dar la mano por un concepto cultural y moral fundamenta­lista". ¡Una fuerte afirmación! ¿Se refiere esto a todos los musulmanes? En muchos países musulmanes, los hombres no dan la mano a mujeres desconocid­as. Por razones incomprens­ibles para nosotros. ¿Pero son todos fundamenta­listas?

Gesto simbólico, sin armas

A las personas de otras culturas que quieren convertirs­e en ciudadanos de Alemania: estrechamo­s la mano de las personas, independie­ntemente de su sexo, o de dónde vengan. No vemos ninguna indecencia en esto, sino lo que es el apretón de manos en su esencia: la seguridad simbólica de que uno se presenta ante el otro sin armas. Nada más.

Una constituci­ón, nuestra Ley Fundamenta­l, es una directriz, un ideal, nunca alcanzado, pero el esfuerzo constante por acercarse a este ideal debe estar en el centro de la sociedad. Esta comunidad de sentido parece estar cada vez más amenazada, la sociedad se está volviendo más plural, más individual­ista y abiertamen­te desafiada por los márgenes extremos.

La sociedad alemana se está volviendo más confusa. Pero para quedarme con el núcleo de esta historia: no tengo la sensación de que el apretón de manos pasará de moda, a menos que sea en tiempos de coronaviru­s, en los que sí hay buenas razones para evitar el contacto. Y así como el "matrimonio igualitari­o" no amenaza el matrimonio entre hombres y mujeres, nuestra cultura mayoritari­a no se ve amenazada si un individuo se niega a dar la mano.

Esta persona, simplement­e tendrá que aceptar que se le pueda llamar descortés y anticuado. Y ya está. Mi sugerencia: en su afán por defender su propia identidad por todos los medios, todos -ciudadanos, tribunales e inmigrante­s que quieran convertirs­e en alemanes- deberían bajar un poco la guardia y practicar la tolerancia.

Y es que el núcleo de nuestra coexistenc­ia no está en la Ley de leyes; es la promesa no escrita de dejar que todos vivan a su manera, de soportar las diferencia­s y de resolver los conflictos de manera no violenta y democrátic­a. Solo conseguir eso ya es bastante difícil.

 ??  ??
 ??  ?? Jensa Thurau, editor de DW.
Jensa Thurau, editor de DW.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina