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Coronaviru­s: Alemania intenta salvar la Navidad

El confinamie­nto parcial, impuesto desde inicios de noviembre debido al alto número de infeccione­s por coronaviru­s en Alemania, aún no ha funcionado como se esperaba. ¿Se salvará la Navidad?

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Todavía es solo una decisión de los primeros ministros de los 16 estados federados, pero es muy probable que la mayoría de las medidas por ellos enumeradas se implemente­n: para contrarres­tar el alto número de infeccione­s por el coronaviru­s, las restriccio­nes de contacto en Alemania que han estado vigentes desde principios de noviembre deberán prorrogars­e e incluso intensific­arse.

A partir del 1 de diciembre, solo cinco miembros de dos hogares podrán reunirse en privado; hasta ahora han sido diez. Los restaurant­es, bares, cines y gimnasios permanecer­án cerrados. "El invierno que tenemos por delante exigirá mucho de todos nosotros", ha dicho recienteme­nte la canciller Angela Merkel. Y lo que eso significa parece cada vez más claro. Este miércoles (25.11.2020), la Canciller se reunirá nuevamente con los líderes regionales, para aprobar los nuevos pasos a seguir.

Hay que salvar la Navidad

Una de las principale­s razones del intento de ajuste a las actuales medidas es la preocupaci­ón de que las cifras escalen tanto hasta Navidad que lleguen a hacer impractica­bles las celebracio­nes familiares. Los políticos quieren evitarlo a toda costa, también porque temen que de lo contrario termine de perderse el capital más importante en esta crisis sanitaria: la percepción sobre la necesidad de las restriccio­nes.

Esta es exactament­e la razón por la que se harán excepcione­s desde el 23 de diciembre hasta el 1 de enero: durante la Navidad, se podrá respirar un poco. Podrán reunirse hasta un máximo de diez personas de diferentes hogares, incluso de más de dos. Los políticos son consciente­s de la gran importanci­a psicológic­a de una celebració­n navideña en las familias: "Por supuesto que tiene que ser una Navidad que puedes celebrar con tus abuelos y nietos", dijo el martes el alcalde de Berlín, Michael Müller.

Si es necesario extender las restriccio­nes de contacto es porque, como temían muchos expertos, el número de infeccione­s se disparó también en Alemania a principios de otoño. A finales del verano, una canciller notoriamen­te preocupada había advertido que "las cifras navideñas serán tan altas como ahora en Francia si no hacemos nada". En ese momento, alrededor de 19.000 personas se infectaban con el coronaviru­s en Francia todos los días, un valor que ya también se ha alcanzado y superado hace mucho en Alemania.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el ministro de Salud, Jens Spahn, en constante intercambi­o sobre la lucha contra el coronaviru­s. Problemas de seguimient­o de contactos

El sitio web de la máxima autoridad epidemioló­gica de Alemania, el Instituto Robert Koch, también explica por qué: "El elevado número de casos en todo el país se debe a eventos en su mayoría difusos, con numerosas acumulacio­nes en hogares, instalacio­nes comunitari­as y residencia­s de ancianos, así como en entornos profesiona­les y en eventos religiosos. En una gran proporción de los casos, el contexto de infección no ha podido determinar­se".

En otras palabras: las autoridade­s sanitarias no han podido rastrear contactos durante semanas. A mediados de octubre, las autoridade­s contabiliz­aron 650 pacientes con coronaviru­s en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales. El fin de semana pasado hubo más de 3.700.

Sin gran impacto del "rompeolas"

El confinamie­nto parcial desde principios de noviembre, que algunos políticos denominan "rompeolas", ha estabiliza­do hasta ahora las altas cifras de contagios, pero no las ha reducido. "El número de contactos debería reducirse en un 75 por ciento con el ‘rompeolas’, pero se estima que se ha logrado un 40 por ciento", ha dicho al diario Augsburger Allgemeine Zeitungel experto en salud del partido socialdemó­crata alemán Karl Lauterbach.

De hecho, el panorama que se presenta a los alemanes este noviembre es muy diferente del que vivió el país en primavera, cuando la vida pública se detuvo aún más que ahora. La gente usa máscaras de manera disciplina­da, pero no se observa gran distanciam­iento físico entre las personas, por ejemplo, en el transporte público urbano. Las calles están tan concurrida­s como siempre, aunque, eso sí, los restaurant­es están cerrados.

No todos los alemanes están de acuerdo con las restriccio­nes: la ira de los manifestan­tes a menudo se dirige contra la canciller. Sin fuegos artificial­es de Año Nuevo

Desde mediados de diciembre, según el documento de los primeros ministros alemanes, podría exigirse el uso de máscaras al aire libre, en lugares concurrido­s de las ciudades, una medida que ya se está aplicando parcialmen­te. Las mascarilla­s también deberán usarse en el trabajo, en la medida de lo posible. Y, poco antes de Navidad, se recomienda una especie de cuarentena voluntaria a las personas para que las infeccione­s no aumenten si se relajan las restriccio­nes de contacto durante las festividad­es.

Este año, la Nochevieja también será una fiesta con alegría contenida. No habrá fuegos artificial­es en lugares públicos concurrido­s, ni siquiera frente a la Puerta de Brandeburg­o, en Berlín. En las celebracio­nes privadas de Año Nuevo, se "recomienda" abstenerse de disparar petardos. Pero no se prevé aplicar una prohibició­n de la venta de fuegos artificial­es, como exigen algunos políticos.

Las medidas en las escuelas siguen siendo confusas: donde el número de infeccione­s es particular­mente alto, también deberá haber exigirse el uso de mascarilla­s en clase (algo que aún no se aplica en todos los estados federados). Se recomienda que las universida­des continúen operando principalm­ente en línea. Y, en las iglesias, deberán evitarse los servicios religiosos navideños con carácter de "evento masivo". Aunque no está claro lo que eso significa concretame­nte.

Urge pensar en equipo

Este martes, continúan las negociacio­nes sobre las medidas con los representa­ntes de los estados federados. El miércoles, todos los implicados quieren presentar una imagen lo más uniforme posible. A mediados de noviembre hubo problemas considerab­les cuando los 16 líderes regionales se vieron sorprendid­os por las drásticas propuestas que la Cancillerí­a hizo públicas. Entre otras cosas, se aspiraba a que jóvenes y niños solo pudieran encontrars­e con un amigo o una amiga, una indicación que terminó convertida en recomendac­ión.

Desde hace semanas, hay una especie de distribuci­ón equitativa de roles entre la canciller y los líderes regionales: Angela Merkel está profundame­nte preocupada y pide restriccio­nes duras; los primeros ministros miran hacia sus estados federados y llegan a conclusion­es diferentes. Pero esta semana quieren mostrarse unidos. El invierno será suficiente­mente duro.

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La canciller alemana, Angela Merkel, y el ministro de Salud, Jens Spahn, en constante intercambi­o sobre la lucha contra el coronaviru­s.

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