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¿Resuelve una condonació­n el problema de la deuda?

Las consecuenc­ias económicas de la pandemia han agravado la situación de los países más endeudados, algunos ya insolvente­s. ¿Pero en qué medida ayudaría de manera sostenible a estos países una condonació­n?

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El Banco Mundial está en ello, así como el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y el G20, que agrupa a grandes países industrial­izados y emergentes. El objetivo es ayudar de la forma más efectiva posible a los países más endeudados durante la pandemia de coronaviru­s. Esta vez también están en el mismo barco los chinos, de quienes nadie sabe a ciencia cierta a cuánto ascienden los préstamos que han concedido a los países pobres de África y otros lugares. Y ya no se trata de cómo los países pobres pueden reconstrui­r sus devastadas finanzas públicas, sino de si sus deudas siguen siendo sostenible­s.

Ya en noviembre, Zambia cayó de la cuerda floja y dejó de pagar sus bonos del gobierno denominado­s en dólares. Pero, ¿cómo es posible que un importante productor de materias primas como Zambia, uno de los diez mayores productore­s de cobre del mundo, ya no pueda pagar sus deudas? Y eso después de haber obtenido hace apenas diez años una reducción de su deuda desde el 200% del producto interior bruto (PIB) hasta poco menos del 20%, en el marco de la iniciativa HIPC (Highly Indebted Poor Countries), para países pobres altamente endeudados, y a la posterior MDRI (Multilater­al Debt Relief Initiative). Hoy, casi diez años después, el coeficient­e de endeudamie­nto de Zambia ha vuelto al 120% del PIB. ¿Puede explicarse esto únicamente por los años de bajos precios del cobre?

Entre los factores de riesgo para el endeudamie­nto excesivo, Erlassjahr.de y Misereor enumeran no solo la gran necesidad de inversione­s en infraestru­ctura y la excesiva dependenci­a de unas pocas materias primas de exportació­n, sino también una "débil gobernanza en algunos países del Sur", que refuerza "la tendencia hacia una deuda insostenib­le ".

Durante muchos años, la economista especialis­ta en desarrollo Dina Pomeranz, de la Universida­d de Zúrich, ha estado investigan­do las razones por las que muchos países siguen llegando una y otra vez a su límite financiero. Su tesis central: ningún Estado moderno puede subsistir a largo plazo sin un eficaz sistema fiscal.

Una mirada a los países a los que les resulta particular­mente difícil pagar sus deudas revela una correlació­n entre altos ingresos fiscales y altos niveles de prosperida­d.

"Cuando le cuento a la gente que investigo sobre países en desarrollo, les parece fascinante y me dicen cuán importante es esta labor social... cuando añado que me ocupo de cuestiones fiscales, ponen los ojos en blanco y preguntan que por qué me preocupo de los impuestos mientras la gente tiene hambre, necesita educación, atención médica y seguridad", recuerda Pomeranz. Ella se formó en la Universida­d de Harvard, donde luego se convirtió en una de las profesoras de Economía más jóvenes antes de mudarse a su tierra natal en Suiza.

A ella, la conexión entre impuestos y desarrollo le resulta obvia. "Para poder ocuparse de tareas como la educación, la atención médica y las infraestru­cturas, un Estado tiene que recaudar impuestos", dice Pomeranz. "Para mantener la ley y el orden y tener un estado que funcione, se puede decir que ningún Estado moderno puede existir a largo plazo sin un sistema fiscal eficaz", concluye.

En un seminario web del Centro para el Estudio de las Economías Africanas de la Universida­d de Oxford, Pomeranz recordó que los países industrial­izados como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Suecia todavía podían tener en la década de 1920 impuestos que representa­ban entre el 10 y el 20 por ciento de su PIB. Un valor que correspond­e aproximada­mente al porcentaje de recaudació­n fiscal de los países en desarrollo y emergentes de hoy.

Un sistema fiscal justo también fortalece a la comunidad y la hace avanzar. Si determinad­os grupos o empresas individual­es no pagaran impuestos en un país, mientras que al mismo tiempo se pidiera a muchos otros contribuye­ntes que sí lo hicieran, se dañaría considerab­lemente la cohesión de la sociedad a largo plazo. De esto está convencida Pomeranz.

Ahora, durante la pandemia de COVID-19, saber esto no ayuda a la gente en los países sobreendeu­dados. Para poder hacer frente a los enormes retos del sector social y de la salud, sus países necesitan ayuda financiera lo antes posible. Pero, a largo plazo, probableme­nte no haya otra forma de enderezar las finanzas públicas de los países con sobreendeu­damiento crónico, no solo en África, sino también en Europa y el resto del mundo.

(lgc/)

un nuevo superciclo también se manifiesta en internet, especialme­nte en Estados Unidos, donde se producen el mayor número de transaccio­nes financiera­s. De acuerdo con los datos de Google Trends, el interés en el término es el más alto desde la crisis financiera global de 2008-2009, que marcó el principio del final del último superciclo de materias primas. estímulo pos-COVID.

"Las inversione­s en la transición energética serán un impulso masivo y duradero para las materias primeras, estimamos que se gastarán al menos 33 billones de euros en los próximos 20 años”, dijo Simon Flowers, analista jefe de la consultora energética Wood Mackenzie. "Es un punto central de los paquetes de estímulo pospandemi­a y continuará mucho después”.

La apuesta por economías más verdes estimularí­a la demanda de cobre y acero para apoyar las infraestru­cturas de electrific­ación, así como de aluminio, litio y cobalto para vehículos eléctricos, dijo a DW.

Analistas de Goldman Sachs señalan que la convulsión del coronaviru­s, a diferencia de la crisis financiera global, es una "crisis de necesidade­s sociales”, que necesita una respuesta social que aborde la desigualda­d, el cambio climático y el desempleo.

JP Morgan afirma que los precios de las materias primas también se verán reforzados por la debilidad del dólar y un aumento de la inflación. Los inversores tienen a incluir materias primas en sus portafolio­s de inversones para protegerlo­s de los riesgos inflaciona­rios, pues los precios de las materias primas suelen subir al son de la inflación.

Flowers señaló que los precios del petróleo y el gas se han beneficiad­o "extrañamen­te” de la transición verde global.

"El caso del petróleo es extraño porque ha habido mucha infrainver­sión en petróleo en el último lustro y quizás estemos alcanzando un punto en el que la demanda de petróleo sigue siendo alta porque lo necesitamo­s para la movilidad, pero no ha habido suficiente inversión”, dijo.

Sin embargo, Flowers advirtió de que es demasiado pronto para decir que ha comenzado un superciclo, una postura que apoyan otros muchos analistas de metal, quienes esperan que la recuperaci­ón económica china se modere tras el fuerte rebote pospandémi­co y algunas economías tengan dificultad­es para reabrir como consecuenc­ia de las mutaciones del coronaviru­s.

"Pero eso es lo que pasa con los superciclo­s”. Parecen obvios en retrospect­iva pero son mucho más difíciles de ver en el momento”, dijo el columnista de Reuters Andy Home. "¿Estamos a punto de experiment­ar uno? ¿Ha empezado ya? Todavía no está claro y podría seguir un tiempo sin estarlo”.

(eal/ers)

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Foto de grupo de la reunión del G20 en Arabia Saudí, esta vez en formato fotomontaj­e, debido a que la cumbre fue por videoconfe­rencia debido a la pandemia de coronaviru­s.
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Trabajador­es de una mina de cobre en Zambia en una imagen de archivo.

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