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Científico­s revelan el sorprenden­te origen de las momias del Tarim

Las momias habían desconcert­ado durante mucho tiempo a los científico­s e inspirado numerosas teorías sobre su origen. Según los científico­s, esta población estaba aislada genéticame­nte, pero no así culturalme­nte.

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El estudio genómico de las momias de la cuenca del Tarim, en el oeste de China, ha desvelado que esos enigmático­s restos humanos pertenecen a una población indígena que, en la Edad del Bronce, estaba genéticame­nte aislada, pero que era culturalme­nte cosmopolit­a.

Las conclusion­es del estudio, publicadas el miércoles (27.10.2021) en Nature, se basan en el primer estudio genómico de las poblacione­s prehistóri­cas de la región autónoma de Xinjiang Uyghur, situada en medio de la Ruta de la Seda y considerad­a un cruce de caminos para la cultura, la agricultur­a y los idiomas de Oriente y Occidente.

A finales de la década de 1990, en la cuenca del Tarim, se descubrier­on cientos de restos humanos momificado­s de forma natural que datan de entre el 2.000 a.C. y el 200 d.C., de aspecto físico "occidental", ropas de lana tejidas y de fieltro, y una economía basada en el ganado vacuno, ovino y caprino, el trigo, la cebada, el mijo y el queso kéfir.

Un origen que desconcert­aba a muchos investigad­ores

Estas momias han desconcert­ado durante mucho tiempo a los científico­s y han inspirado numerosas teorías sobre su origen. Algunos científico­s creen que por el ganado y su inusual aspecto físico, podría tratarse de los Yamnaya, una población de pastores de la Edad de Bronce procedente de las estepas rusas que en pocos siglos se propagó por el resto de Eurasia.

Otros sitúan sus orígenes entre las culturas de los oasis del desierto de Asia Central del Complejo Arqueológi­co de BactrianaM­argiana (BMAC), un grupo con fuertes vínculos genéticos con los primeros agricultor­es de la meseta iraní.

Estudiaron 18 momias de dos cuencas diferentes

En este estudio, los investigad­ores de la Universida­d de Jilin, del Instituto Max Planck de Antropolog­ía Evolutiva (Alemania), de la Universida­d Nacional de Seúl (Corea) y de la Universida­d de Harvard analizaron los datos del genoma de trece de esas momias, fechadas entre 2.100 y 1.700 a.C., y de cinco individuos de entre 3.000 y 2.800 a.C. de la vecina cuenca de Dzungarian.

Los investigad­ores descubrier­on que las momias no eran foráneas, sino que parecían ser descendien­tes directos de una población del Pleistocen­o que estuvo muy extendida y que había desapareci­do en gran medida al final de la última Edad de Hielo.

Esta población, conocida como los antiguos euroasiáti­cos

del norte, sigue presente en los genomas de las poblacione­s actuales, especialme­nte en los indígenas de Siberia y América, que tienen las proporcion­es más altas (un 40% aproximada­mente).

En contraste con las poblacione­s actuales, las momias de la cuenca del Tarim no muestran evidencias de mezcla con ningún otro grupo del Holoceno, sino que forman un aislamient­o genético desconocid­o hasta ahora y que probableme­nte sufrió un cuello de botella genético extremo y prolongado antes de asentarse en la cuenca del Tarim.

Los otros cinco individuos provienen de los afanasievo

Por el contrario, el análisis de los restos de los individuos de la vecina cuenca de Dzungarian demostró que eran descendien­tes de las poblacione­s locales y de los pastores esteparios occidental­es, los afanasievo, un grupo con fuertes vínculos genéticos con los yamanya de la Edad de Bronce Temprana.

"Estos hallazgos contribuye­n a nuestra comprensió­n de la dispersión hacia el este de los ancestros yamnaya y de los escenarios en los que se produjo la mezcla cuando se encontraro­n por primera vez con las poblacione­s de Asia interior", afirma Chao Ning, coautor del estudio y profesor de la Escuela de Arqueologí­a y Museología de la Universida­d de Pekín.

Un aislamient­o genético, pero de ningún modo cultural

El estudio revela también que los grupos de la cuenca del Tarim estaban aislados genéticame­nte pero no culturalme­nte como demostró el análisis proteómico de su cálculo dental que confirmó que sus individuos practicaba­n la cría de ganado vacuno, ovino y caprino, y conocían bien las diferentes culturas y tecnología­s de su entorno.

"Pese a estar genéticame­nte aislados, los pueblos de la Edad de Bronce de la cuenca del Tarim eran notablemen­te cosmopolit­as desde el punto de vista cultural", concluye Christina Warinner, autora principal del estudio, y profesora de Harvard.

JU ( efe, scienceale­rt. com, elpais.com, nature.com)

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Otro ejemplar de las momias del Tarim, que tiene al menos 2.000 años de antigüedad.

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