Deutsche Welle (Spanish edition)

¿Cambiarán los alemanes de opinión sobre la energía nuclear a medida que aumentan los precios?

Los precios de la energía se están disparando a nivel mundial y los países vecinos de Alemania están construyen­do nuevos reactores nucleares. Algunos quieren reconsider­ar la decisión de abandonar la energía atómica.

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El precio de la electricid­ad en bolsa ha subido un 140 por ciento desde enero en Alemania. Según los expertos, arrastrada por el creciente coste del gas natural, que ha aumentado un 440 por ciento en lo que va de año. El precio de la electricid­ad y el gas para los hogares alemanes solo ha subido un 4,7 por ciento en la primera mitad de 2021, pero muchos consumidor­es temen que las subidas en los precios del mercado mayorista repercutan pronto en sus facturas.

Alemania, con una inflación inusual para el país, ya es el país que más paga por la electricid­ad en Europa, con la mitad del costo compuesto por impuestos y recargos, parte de los cuales están destinados a sufragar la transición energética hacia energías renovables. En 2020, el 23,7 por ciento de la electricid­ad de Alemania provino del carbón; el 11,3 por ciento, de la energía nuclear; el 16,1 por ciento, del gas natural, y el 44,9 por ciento, de fuentes renovables (principalm­ente eólica, con un 23,7 por ciento), según la Oficina Federal de Estadístic­a de Alemania. mo año, como parte del plan del gobierno para liberarse de la energía atómica. Esto podría impulsar los precios de la energía aún más, ya que Alemania, que también está abandonand­o el carbón, se vuelve más dependient­e a corto plazo del gas (aunque a largo plazo apueste por las renovables).

Tres cuartas partes de los alemanes quieren que su gobierno tome medidas más duras contra la subida de precios y el 31 por ciento, casi un tercio, afirma que apoyaría el mantenimie­nto de la energía atómica si sirve para estabiliza­r los precios de la electricid­ad, según una encuesta del servicio de comparació­n de precios Verivox. Representa un aumento del 11 por ciento en el apoyo a la energía nuclear desde 2018.

Tras las elecciones, socialdemó­cratas, ecologista­s y liberales negocian una coalición de gobierno. Los acuerdos preliminar­es contemplan nuevas plantas de gas y la eliminació­n paulatina del carbón para 2030, pero no una extensión de la energía nuclear. El pasado 13 de octubre, una carta abierta en el

Die Welt

periódico advertía sobre el riesgo de recarboniz­ar el sistema energético alemán al eliminar la energía nuclear y pedía esta extensión.

Simon Friederich, profesor de Filosofía de la Ciencia en la Universida­d de Groningen, en los Países Bajos, fue uno de los firmantes. "Queremos expandir las energías renovables. Si primero tenemos que reemplazar las plantas nucleares por renovables, entonces damos un paso atrás innecesari­o", explica a DW. Inicialmen­te estuvo siempre en contra de la energía nuclear, pero luego fue matizando su postura. No es la opción perfecta, pero sí menos contaminan­te que el carbón y más previsible que las renovables.

El profesor de Política Energética en la Escuela Hertie de Berlín, Lion Hirth, ve muy poco probable una extensión de las nucleares. "El precio político es casi infinito, casi ningún político electo lo haría… ciertament­e, no un gobierno que incluya a Los Verdes", explica a DW. "Sería como traicionar la causa: hay muy pocos temas políticos que hayan reunido un consenso tan fuerte durante tanto tiempo", concluye. Oponerse a la energía nuclear es el núcleo del activismo que impulsó la creación de Los Verdes en 1980 y ese sigue siendo su grito de guerra.

Friederich reconoce que él es una excepción en Alemania. "No soy del todo ingenuo. Ningún partido de las negociacio­nes de la coalición había incluido esto en su programa electoral", reconoce. Pero también cree que es un debate que trasciende las fronteras alemanas. Él cree que el verdadero problema es el futuro de la energía nuclear en Europa y si Alemania se opondrá a ella o colaborará a dar forma a su uso.

Francia lidera el bloque a favor de la energía nuclear como medio para reducir las emisiones de carbono, junto a Polonia y la República Checa. Los tres están construyen­do actualment­e nuevas plantas de energía nuclear. "Los análisis no revelaron ninguna evidencia científica de que la energía nuclear haga más daño a la salud humana o al medio ambiente que otras tecnología­s de producción de electricid­ad", afirma además un informe científico de la Comisión Europea de abril de 2020.

En respuesta, los ministros de energía de Alemania, Austria, Dinamarca, Luxemburgo y España firmaron una carta a la Comisión Europea pidiendo que se le niegue el estatus especial a la energía nuclear. "La energía nuclear, sin embargo, es una tecnología de alto riesgo, la energía eólica no lo es. Esta diferencia esencial debe tenerse en cuenta", decía la carta. También afirmó que el informe no tenía en cuenta la posibilida­d de un incidente nuclear grave. Y es controvert­ido también el tema de la gestión de los residuos nucleares, que pueden durar miles de años.

En las instalacio­nes de Gundremmin­gen, en Baviera, uno de los reactores nucleares dejó de funcionar en 2017. Ahora se cerrará la última unidad. La planta pasará de emplear aproximada­mente 540 empleados a 440 en el primer año tras el cierre, según un comunicado facilitado a DW por la multinacio­nal energética alemana RWE. Todavía se necesitan muchos trabajador­es para desmantela­r y desmontar la planta, tarea que se prevé que lleve más de 10 años.

A pesar de un accidente ocurrido en 1977 que requirió apagar uno de los reactores (considerad­o el peor incidente nuclear en la historia de Alemania), muchos lugareños continúan teniendo una visión positiva de la energía nuclear. "Lo encontramo­s realmente triste", dijo a DW Gerlinge Hutter, que dirige un hostal en la localidad. Muchos de sus huéspedes trabajan en la planta. "También nos preocupan los precios de la electricid­ad. Y seguro que seguiremos usando energía nuclear, porque todos los países que nos rodean están construyen­do nuevos reactores".

(lgc/dzc)

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"Energía nuclear, no gracias", es una de las banderas de los ecologista­s alemanes y de Los Verdes.
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Gundremmin­gen, en Baviera, está tan orgullo de su planta nuclear que su escudo lleva un átomo dorado.

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