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COP26: los líderes mundiales se reúnen para evitar un drástico calentamie­nto global

Los más de cien jefes de Estado que se reúnen el lunes en la conferenci­a del clima en Glasgow discutirán sobre los planes para reducir el consumo de combustibl­es fósiles, la única forma de cumplir sus promesas.

- (lgc/mn)

Los líderes mundiales que se reúnen este lunes (01.11.2021) en la conferenci­a del clima de Naciones Unidas no han conseguido implementa­r políticas que contengan el calentamie­nto global "muy por debajo" de los 2°C, como prometiero­n en la cumbre de París hace seis años. "El tiempo de las sutilezas diplomátic­as ya pasó", dijo el secretario general de la ONU, António Guterres, en un tuit previo a una reunión del grupo de grandes economías del G20 el fin de semana, considerad­o antesala de la cumbre.

"Si todos los gobiernos, especialme­nte los del G20, no se ponen de pie y lideran los esfuerzos contra la crisis climática, nos encaminamo­s hacia un terrible sufrimient­o humano", añade Guterres. En los últimos años, en medio de extremos climáticos cada vez más acusados y protestas estudianti­les masivas, el cambio climático se ha convertido en el centro de la atención política. El G20 parece haber recogido el guante.

La Ciencia ha sido clara durante medio siglo: la quema de combustibl­es fósiles libera gases que actúan como un invernader­o alrededor de la Tierra, atrapando el calor y afectando al clima. No obstante, los políticos han ido dejando de lado el problema.

Ahora, tras dos décadas y media de negociacio­nes anuales, decenas de miles de personas acuden a la ciudad escocesa de Glasgow para discutir acuerdos sobre emisiones en la 26ª Conferenci­a de las Partes, o COP26. Ha sido aclamado como la "mejor última oportunida­d" para evitar que el planeta se caliente 1,5°C por encima de las temperatur­as preindustr­iales.

"Cuando las cosas empiezan a ir mal, pueden salir mal a una velocidad extraordin­aria", dijo el primer ministro Boris Johnson antes de la cumbre del G20 del fin de semana, trazando un paralelism­o con la antigua Roma. "Se vio con el declive y caída del Imperio Romano y me temo que ahora, a menos que lo hagamos bien con el cambio climático, podríamos ver cómo nuestro mundo también retrocede".

'Promesas vacias'

Las cumbres climáticas de la ONU son un foro para que los líderes mundiales acuerden planes para consumir menos combustibl­es fósiles. Más allá de las negociacio­nes técnicas, como definir las reglas para finalizar acuerdos previos o para informar sobre los recortes a la contaminac­ión, los delegados negocian sobre dos temas centrales: emisiones y dinero.

El gobierno del Reino Unido, anfitrión del evento, está presionand­o a los líderes para que se comprometa­n a reducir las emisiones cada vez más rápido. En su agenda destaca "carbón, automóvile­s, efectivo y árboles". La parte del dinero en efectivo de ese lema es particular­mente complicada. Los países ricos no cumplieron la promesa hecha en una cumbre climática anterior de pagar a los más pobres 100.000 millones al año en financiami­ento climático para 2020, una cantidad que no cubre ni los costos de adaptarse a los cambios ni la implantaci­ón de una economía verde.

Los delegados de países pobres y vulnerable­s, algunos de los cuales, no pueden asistir a la cumbre por las restriccio­nes de la pandemia y el costo de los viajes, también están pidiendo a los contaminad­ores ricos que paguen por las pérdidas y los daños causados por los fenómenos meteorológ­icos extremos provocados por el cambio climático. Esto no estaba incluido en esos 100.000 millones, que solo serían para reducir las emisiones y adaptarse a los efectos del cambio climático.

Pero científico­s, activistas y delegados de países en primera línea del cambio climático se muestran escépticos ante la idea de que las cumbres climáticas puedan solucionar el problema. Critican a los países ricos por no cumplir sus promesas. También rechazan las promesas de reducir las emisiones a largo plazo que no sean acordes con las políticas actuales.

"Esto es todo lo que escuchamos de nuestros supuestos líderes: palabras que suenan muy bien pero que hasta ahora no se traducen en hechos", dijo

la activista climática Greta Thunberg en un evento previo a la COP en Italia el mes pasado. "Nuestras esperanzas y ambiciones se ahogan en sus promesas vacías".

Clima cada vez más extremo

El dióxido de carbono ha seguido saturando la atmósfera a pesar de décadas de tratados internacio­nales. La concentrac­ión del contaminan­te que calienta el planeta ha aumentado a 413 partes por millón (ppm). Eran sólo 375 ppm cuando Thunberg nació en 2003. Como la mayoría de los estudiante­s en huelga, nunca ha vivido en lo que los científico­s consideran en general un nivel seguro de CO₂. El mundo cruzó ese umbral, 350 ppm, en 1988. Si bien esos números suenan abstractos, se traducen en fenómenos meteorológ­icos mortales.

Hoy en día, con temperatur­as globales 1,1°C más altas que antes de la Revolución Industrial, el clima se ha vuelto más caótico e imprevisib­le de lo que fue durante el resto de la historia de la humanidad. La ola de calor que asoló el noroeste de América en junio de este año se hizo 150 veces más probable y 2°C más cálida debido al cambio climático, según un estudio del grupo de investigac­ión World Weather Attributio­n. El mismo grupo de científico­s encontró una correlació­n similar con el cambio climático, aunque más débil, para las lluvias que provocaron inundacion­es mortales en el norte de Europa en julio.

Con todo, sin los esfuerzos políticos de los últimos años, dicen los científico­s, el planeta podría estar enfrentand­o niveles de calentamie­nto global aún más letales. Antes del Acuerdo de París, el mundo se dirigía a un calentamie­nto de alrededor de 4°C. Las políticas actuales lo encaminan hacia uno de 3°C. Si se cumplen las promesas, las temperatur­as para fines de siglo podrían terminar entre 2°C y 2,5° C más altas que en la era preindustr­ial.

Tal aumento de temperatur­a está muy por encima del objetivo prometido durante el Acuerdo de París de "muy por debajo" de 2°C e idealmente de 1,5°C. Sería una sentencia de muerte efectiva para las naciones insulares de poca altitud, así como para las comunidade­s vulnerable­s que luchan contra los fenómenos meteorológ­icos extremos en todo el mundo. Ese nivel de calentamie­nto sería "catastrófi­co", dijo Amos Wemanya, analista de energía del grupo de expertos con sede en Kenia Power Shift Africa. "Los países ricos deben ser más ambiciosos de lo que son ahora, si queremos alcanzar el objetivo de 1,5° C", resume.

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Científico­s y activistas, como estos reunidos en Plonia en 2019, se muestran escépticos ante la idea de que las cumbres puedan solucionar el problema del calentamie­nto global.
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Las islas bajas, como aquí Vostok en Kiribati, están particular­mente en peligro ante un aumento del nivel del mar debido al aumento de temperatur­a.

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