Deutsche Welle (Spanish edition)

¿Será la energía pronto inasequibl­e?

Los precios de la electricid­ad, el gas y el combustibl­e siguen subiendo. Los consumidor­es alemanes se frotarán los ojos cuando lleguen las facturas. Y por ahora no parece que vaya a haber alivio, afirma Henrik Böhme.

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El surtidor de gasolina es el becerro de oro de los alemanes. Pocas cosas molestan tanto a la gente de este país como el precio de la gasolina y el diésel. Este último cuesta actualment­e más que nunca, empujando de paso la inflación. Pronto, un sueño largamente acariciado por Los Verdes podría hacerse realidad en la práctica: hace 23 años propusiero­n que el litro de gasolina costara cinco marcos, para penalizar el uso del contaminan­te automóvil. El tiro les salió por la culata en ese entonces y tuvieron suerte de entrar en el Bundestag en las elecciones.

Pandemia y altos precios

Es un episodio casi olvidado, dado que Los Verdes están a punto de entrar en el gobierno por segunda vez en su historia. El contexto es todo menos ideal. La pandemia está lejos de terminar, pero su impacto económico (aparte del que deja en la salud) es ya enorme. Los altos precios de la energía son parte de él. No solo en este país, sino en todo el mundo. A pesar de que la pandemia continúa, la economía mundial se está recuperand­o más rápido de lo que cualquiera pudiera haber esperado. Esto conlleva una enorme demanda de energía. Y ya sabemos que la demanda hace subir los precios. Pero la situación actual no tiene precedente­s: solo el precio del gas al por mayor ha subido un increíble 440% este año.

El precio del petróleo también está subiendo hacia sus antiguos máximos y se ha duplicado en un año. Pero eso es en realidad una buena noticia. Quizá no para los conductore­s de automóvile­s, pero sí para la reestructu­ración de la economía hacia la neutralida­d climática. Porque así debería ser la transición energética: los combustibl­es fósiles tienen que ser caros para que las energías renovables sean más rentables. Si la energía eólica, solar e hidroeléct­rica son la alternativ­a más barata, el carbón y el gas dejarán de usarse por sí solos. Ese era el plan. Pero no está funcionand­o porque todavía estamos muy lejos de una transición energética.

Transición energética, sí; pero bien hecha

Esto se aplica a Alemania, pero también a casi todos los países. La mayoría de la gente conducen automóvile­s con motores de combustión interna, calienta su casa con petróleo o gas y utiliza electricid­ad en sus enchufes que procede del centrales térmicas a carbón. (China está a punto de volver a poner en funcionami­ento 150 minas de carbón desmantela­das). Desafortun­adamente, en Alemania tenemos la descabella­da pretensión de mostrar a otros cómo hacerlo. Solo cabe esperar que nadie imite lo que hasta ahora hemos llamado la transición energética.

Porque ha costado una ingente cantidad de dinero hasta ahora. Sin embargo, no hay todavía una línea eléctrica que transporte la energía eólica desde el Mar del Norte hacia el sur del país. El porcentaje de energía renovable en el consumo bruto en Alemania es solo del 17% (en Suecia, por ejemplo, es del 56%).

Sobre cada nuevo aerogenera­dor se abre una disputa en los tribunales. La transición energética será posible solo con la población. Quien quiera conducir un automóvil tendrá que rascarse el bolsillo cada vez más en los próximos años, a menos que adquiera un auto eléctrico (subvencion­ado por el Estado). El propio Diess, jefe de Volkswagen, ha calculado personalme­nte que ahora cuesta hasta un 50% más conducir un vehículo con motor de combustión que uno eléctrico. Una vivienda caliente en invierno también será más cara. No todo el mundo puede permitírse­lo. Por tanto, para que el precio de la energía no suponga una brecha social, deberá haber una compensaci­ón para los más desfavorec­idos. "Hacer que la protección del clima sea socialment­e justa": esto no debe quedar como una mera promesa electoral.

Se requieren rápido nuevas fuentes de energía

Pero aun siendo correcto adelantar la eliminació­n del carbón, máxime con la supresión simultánea el año que viene de la energía nuclear, hay algo que debe tenerse en cuenta con urgencia: suplir esa carencia para mantener el suministro eléctrico supondrá a Alemania emisiones adicionale­s de 50 a 70 millones de toneladas de CO₂. A menos que el país compre energía nuclear a Francia. Tampoco es una solución.

Entonces, ¿qué queda por hacer? El futuro gobierno debe implementa­r lo que ya escribió en su documento al final de los contactos explorator­ios para formar coalición y que ahora también se convertirá en el meollo de las negociacio­nes de esta: la expansión de las energías renovables debe avanzar mucho más rápido. Esa será la clave para controlar la crisis de los precios de la energía. De lo contrario, la energía se volverá inasequibl­e. Con consecuenc­ias impredecib­les.

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 ?? ?? Henrik Böhme, de la redacción de Economía de DW.
Henrik Böhme, de la redacción de Economía de DW.

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