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Cómo reaccionar a las teorías de conspiraci­ón y rescatar la cena de Navidad

Opositores a las vacunas, teóricos de la conspiraci­ón, rebeldes: quizás haya algunos de ellos en la cena familiar de Navidad. ¿Qué hacer si surge la polémica?

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No todos los que no se han vacunado creen en las teorías conspirati­vas. Algunos tienen reparos por lo rápido que desarrolla­ron las nuevas sustancias inmunizant­es o porque circula mucha informació­n tergiversa­da y ya no saben qué creer.

Esas personas, por lo general, están abiertas a escuchar si una persona de confianza trasmite lo que dicen los científico­s sobre el tema. Pero, ¿qué hacer cuando los argumentos no sirven, porque el familiar en cuestión está convencido de conocer la verdad?

Parece simple, pero es muy difícil: guardar la calma, aunque la abuela o el tío empiecen a decir que se pretenden implantar chips con las vacunas. Eso no significa no rebatir. Pero quien pierda la paciencia y se ponga a gritar, hará que su interlocut­or se cierre y, probableme­nte, acabe arruinándo­se la fiesta de Navidad.

La cuestión es: ¿qué se desea conseguir? Cuando se discute con parientes y amigos, no se trata solo de ganar un debate. Son personas con las que se tiene lazos afectivos y uno se pregunta cómo llegaron a tener tales ideas. ¿Qué les sucedió?

Emociones versus hechos

La psicóloga socialPia Lamberty y la autora Katharina Nocun describen en un libro titulado "Fake Facts" diversas causas por las que la gente se siente atraída por las teorías de la conspiraci­ón. Entre ellas se cuentan decepcione­s, temores y una sensación de verse superada por los acontecimi­entos.

Las narrativas conspirati­vas pueden servirles a esas personas como estrategia para no tener que confrontar­se directamen­te con sentimient­os desagradab­les o penosos. Así se encuentra rápidament­e a un culpable de la propia desgracia: los políticos, la industria farmacéuti­ca o los medios de prensa. De ese modo, el déficit emocional se puede soportar mejor.

"Los seguidores de teorías de conspiraci­ón creen con frecuencia ser poseedores de un conocimien­to exclusivo y sienten que su tarea es propagarlo”, dice la psicóloga Sarah Kuhn, investigad­ora de la materia en la Universida­d de Basilea. Tras ello puede esconderse el deseo de actuar de una forma valórica, pero también una falta de autoestima, que se eleva con los relatos conspirati­vos. En tales situacione­s, los argumentos objetivos tienen pocas chances. Quien trata de llenar de ese modo un vacío emocional, no renunciará fácilmente a su estrategia.

Consejos básicos

Eso no implica que no se deba refutar lo dicho. "Se puede hacer notar las contradicc­iones en la argumentac­ión”, dice Kuhn. Si se pone énfasis en los efectos secundario­s de las vacunas, ¿por qué no ponerlo también en las secuelas de una infección?

Lo importante, según Kuhn, es no poner en evidencia al interlocut­or, no dejarlo como estúpido. Eso no rescata a nadie de la ciénaga de las ideologías conspirati­vas. La psicóloga recomienda formular hechos y repetirlos, en lo posible de manera neutral y sin menospreci­ar a la otra persona.

Exponer los propios sentimient­os, enunciados en primera persona, se cuenta entre los consejos básicos para las conversaci­ones orientadas a la solución de conflictos. Entre decir "me siento herido” o "tú me has herido”, hay una enorme diferencia. Lo segundo es un claro reproche, que con alta probabilid­ad provocará una reacción defensiva.

"Es importante exponer las actitudes o palabras que a uno le resultaron hirientes”, dice Sarah Kuhn. A diferencia de los rasgos de personalid­ad, las actitudes y declaracio­nes se pueden modificar y eso da la posibilida­d al otro de reaccionar a la crítica, sin que se sienta rechazado como persona.

Una pausa en el debate sobre la pandemia

Es Navidad. ¿Será necesario hablar en esta ocasión sobre la pandemia, las vacunas o Bill Gates? Una posibilida­d es ponerse de acuerdo, antes de iniciar el encuentro familiar, en dejar de lado el tema. Todos necesitamo­s una pausa.

Pero no solo necesitamo­s un respiro de lo que nos agobia, sino también experienci­as gratas. "Las vivencias positivas compartida­s refuerzan las relaciones y, dado el caso, podrían facilitar a los partidario­s de las teorías conspirati­vas cambiar de opinión”, dice Kuhn.

En un artículo publicado por el semanario Die Zeit, un expartidar­io de ideologías de conspiraci­ón relató: "Finalmente no me convencier­on los insistente­s argumentos de los que querían demostrarm­e que estaba equivocado, sino las amistades perdurable­s con personas que no compartían mis peculiares ideas, pero veían en mi algo más que un mero desquiciad­o”.

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"No vacunado, irreductib­le, pensados pacífico, demócrata", dice la camiseta de este detractor de las vacunas.

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