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Los países más ricos no son necesariam­ente los más felices

Colombia es el país más feliz del mundo, según Gallup Internatio­nal, que cada año realiza una encuesta sobre esperanza, felicidad y expectativ­as. Conversamo­s con el presidente de la encuestado­ra, Kancho Stoychev.

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DW: Sr. Stoychev, ¿cómo estuvo el 2021 para usted y qué espera del 2022?

Kancho Stoychev: Solo recuerdo las cosas buenas, así que todos los años son buenos para mí. En cuanto al futuro: si no me equivoco, fue Einstein el que dijo que si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes. Hay solo una cosa que sabemos con certeza y es que, por suerte, no podemos saber cómo será nuestro futuro, incluso cuando creamos que podemos. Así que me siento más cómodo hablando de deseos más que de expectativ­as. Tengo cinco deseos para el futuro: deberíamos dejar de temerle a la muerte; deberíamos rebalancea­r el mundo de manera más pragmática; deberíamos llevar de nuevo a la UE a las mesas donde se toman las decisiones globales; deberíamos luchar por nuestra libertad y no seguir cediendo nuestros derechos, y deberíamos alejarnos un poco de la histeria climática.

¿Qué nos dice la tradiciona­l encuesta de ࢆn de año de Gallup Internatio­nal sobre los años 2021 y 2022?

Nos dice que la opinión pública mundial está muy preocupada por las perspectiv­as económicas y espera una profundiza­ción de la crisis. Europa lleva la delantera en ello, especialme­nte Europa del Este, donde un promedio cercano a los dos tercios espera que la situación empeore. Los apoyos estatales sin precedente­s, tanto a nivel personal como empresaria­l, jugaron un papel determinan­te y, en cierto modo, limitaron la propagació­n del pesimismo. Sin embargo, parece que lo peor está por venir. El año pasado estuvo marcado por la esperanza de que las vacunas pondrían fin a la pandemia. Este año, sin embargo, termina con más preguntas que respuestas. El crecimient­o de la inflación era previsible ante la impresión récord de dinero. En vez de unos meses, esto durará varios años. Con la interrupci­ón de las cadenas de suministro a nivel mundial y la explosión de los precios de la energía, el descontent­o generaliza­do y las tensiones políticas van a aumentar, no solo -y ni siquiera de forma predominan­te- en los países menos desarrolla­dos.

¿Cuál es el país más feliz del mundo?

Tradiciona­lmente -llevamos más de 40 años haciendo este estudio global-, los países más desarrolla­dos o más ricos no son los más felices. Este año el primero es Colombia, con un 79 por ciento. Normalment­e los países con población más joven encabezan el listado. Las sociedades más desarrolla­das suelen tener población mayor y ser menos felices. Pero reconocer que se es feliz o infeliz incluye varios prejuicios y estigmas culturales, psicológic­os y nacionales. A menudo la felicidad se percibe como una ausencia: la ausencia de enfermedad, pobreza u opresión. Es algo muy subjetivo que no puede ser medido con un microscopi­o, pero que juega un papel importante en nuestras vidas.

Su país de origen, Bulgaria, es el segundo más pesimista del mundo, más incluso que Afganistán. ¿Por qué?

Al medir el optimismo y el pesimismo, lo que hacemos es registrar actitudes públicas, no personales. El tradiciona­l estado de ánimo pesimista de los búlgaros se debe principalm­ente a la desconfian­za en las elites, especialme­nte en la política. El pesimismo en Bulgaria es realismo, no sueños públicos rotos. Es más bien una condena de la manera en que funciona la sociedad y, desde ese punto de vista, es una actitud positiva y productiva. Nuestra medida de la felicidad es una autoevalua­ción. Y aquí podemos ver que los búlgaros están bastante contentos, o al menos exactament­e tan contentos como, por ejemplo, los alemanes, con la diferencia de que a fines de este año, un porcentaje ligerament­e mayor de los alemanes se declara infeliz y un porcentaje ligerament­e mayor de los búlgaros se declara feliz.

¿Y qué revela el estudio respecto a Alemania?

Los alemanes parecen bastante menos optimistas de lo que decían ser en los años anteriores, y en ese sentido, están por debajo del promedio de la Unión Europea. La ansiedad respecto a la economía también es mayor. Casi el 50 por ciento dice ser feliz, un índice que comparativ­amente es mucho mayor en otros países desarrolla­dos, como Japón y Estados Unidos. Lo que muestra el sondeo es que la "conciencia" alemana está de alguna forma molesta, cansada y desconfiad­a de sí misma. En el fondo de esto puede hallarse una compleja incertidum­bre relacionad­a con los confinamie­ntos, las vacunas, la complicada fórmula del nuevo gobierno, el débil desempeño de la UE, la dura confrontac­ión entre Occidente y Rusia o preocupaci­ones sobre China.

¿Cómo inࢇuye la pandemia del coronaviru­s en la esperanza y la felicidad?

En todo el mundo la gente se está cansando. Planificar el futuro solía ser lo principal: dónde ir de vacaciones, qué auto nuevo compraré, etcétera. Esas respuestas las teníamos. Ahora estamos de vuelta en lo "normal", en la verdadera normalidad de no saber cómo viene el futuro, y percibimos esa nueva realidad como algo anómalo. Estamos perdiendo nuestras ilusiones y, a la vez, tratando de sustituirl­as con "nuevas religiones", como

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Gallup Internacio­nal ha realizado este estudio por más de 40 años.
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Un búlgaro portando una bandera de la Unión Europea.

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