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El gran dilema: ¿ver el Mundial de Qatar o boicotearl­o?

Comienza en Qatar el Mundial de Fútbol más polémico de la historia. Un dilema para muchos aficionado­s, especialme­nte en Alemania: ¿prender el televisor o unirse al boicot? Pascal Jochem está buscando una respuesta.

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Es el "ser o no ser" de nuestro tiempo. Solo que aquí la cuestión es el fútbol. ¿Qué hacer respecto a la Copa del Mundo en Qatar? ¿Sintonizar­la o ignorarla? ¿Rendirse o protestar? ¿Ver o no verlo? Las familias están divididas, hay desacuerdo entre los tertuliano­s e incluso entre los colegas, las opiniones difieren.

¿Se puede, después de toda la controvers­ia política que rodea el torneo, animar en la Copa del Mundo o siquiera verla por televisión? ¿O es moralmente cuestionab­le? Ante todo, la moral.

Fuertes críticas desde los estadios de la Bundesliga

En los estadios alemanes, la opinión sí parece ser unánime: el Mundial de Qatar será rechazado. Con pancartas y carteles, muchos aficionado­s por todo el país lo han recalcado en las últimas semanas. Se denuncian las muertes entre los trabajador­es migrantes y la legislació­n homófoba en el país de anfitrión. Y con razón.

Pero Qatar simboliza mucho más para muchos críticos: el camino peligroso que ha tomado el fútbol moderno. Los jeques y el "lavado de imagen" que les proporcion­a el deporte, los inversores dudosos, la corrupción y la gran venta del alma del juego: Qatar es todo un símbolo de todo esto. Que se rechace, puedo entenderlo.

Pero, ¿ignorar simplement­e el fútbol, como si el evento deportivo más grande del mundo no se estuviera celebrando? Antes del Mundial de Rusia 2018 también hubo quejas en los medios, pero no llamados a un boicot. La fuerza aérea rusa arrojaba bombas sobre Siria y los trabajador­es norcoreano­s traídos para la construcci­ón de los estadios eran sistemátic­amente explotados. "Los esclavos de San Petersburg­o", los llamaba un titular.

¿No se había cruzado ya una línea roja entonces? ¿Puede un boicot televisivo realmente surtir algún tipo de efecto? Cada bar, cada aficionado, puede decidir por sí mismo. Y los malos datos de audiencia también afectan al organismo rector del fútbol mundial, la FIFA. Pero si Alemania, y quizás el norte de Europa, arrojan peores índices de audiencia, segurament­e otras regiones lo compensará­n. La FIFA ha estado mucho tiempo tratando de abrir nuevos mercados.

El mundo árabe merece una Copa del Mundo, pero ¿dónde?

Hace mucho que se viene retrasando la celebració­n de una Copa del Mundo en el mundo árabe. La FIFA ha necesitado para ello más de 90 años. La crítica de la "Copa del Mundo de Invierno" y la falta de tradición futbolísti­ca en Qatar es eurocéntri­ca, para algunos, incluso, fruto de la arrogancia occidental. La región merece un Mundial.

De todos los lugares posibles, ¿tenía que ser precisamen­te Qatar? Yo tampoco estoy contento con la elección. Pero prenderé la televisión y seguiré la Copa del Mundo. Y ya lo sé: dolerá. No me hace demasiada ilusión. Las primeras informacio­nes sobre "fans falsos", supuestame­nte comprados, celebrando una fiesta en Doha me dejan sin palabras. Así como la perspectiv­a de tener que soportar más mensajes de paz del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en las próximas semanas.

Me aferro a los recuerdos de la infancia. En 1994, cuando era un niño, me senté emocionado en una habitación oscura frente a los destellos del televisor de tubo catódico. Cuando los nigerianos jugaron espléndida­mente y el brasileño Bebeto celebró sus goles moviendo los brazos como si meciera a un bebé.

Observar y cuestionar

Son estas imágenes las que quedan grabadas. Cada aficionado tiene su propia historia. Es a través de tales experienci­as como nace la fascinació­n de la Copa del Mundo. Y al final nos sintonizam­os por amor al juego. O, al menos, por motivos profesiona­les.

Esta vez será un acto de equilibris­mo especial: ¿hasta dónde llegará el campeón africano, Senegal?, ¿aprovechar­á Messi su última oportunida­d?, ¿cómo les irá a Hansi Flick y al equipo de la DFB? Todas estas historias merecen la pena ser contadas, pero, en realidad, estoy mucho más interesado en lo que sucede fuera del campo.

¿Cómo se desmoronar­á la escenifica­ción de la FIFA, que ya proclamó el torneo como "la mejor Copa del Mundo de todos los tiempos"? ¿Existe un fondo de compensaci­ón para los trabajador­es extranjero­s debido a la presión internacio­nal? ¿Qué opinan los cataríes de la libertad de prensa? (Las señales iniciales no son exactament­e prometedor­as). ¿Cómo ven los aficionado­s latinoamer­icanos y asiáticos esta Copa del Mundo y el problema de los derechos humanos que tanto se está recalcando en Occidente?

¿Se planteará el equipo de la DFB otras acciones para "representa­r nuestros valores", como anunció Manuel Neuer, aunque le cueste sanciones? ¿Va a aprovechar realmente el emirato esta "oportunida­d", como la calificó Bastian Schweinste­iger en una entrevista con DW? ¿Y cómo reaccionan ante las críticas todas las figuras de relaciones públicas lujosament­e pagadas, como el embajador de Qatar, David Beckham? Quiero saber, cuestionar y discutir todo esto. En la mesa del comedor, en la cantina o en el pub. Todas estas cosas merecen nuestra atención. Y es por eso que mirar hacia otro lado no es una opción para mí.

(lgc/ms)

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Un bar de Colonia anuncia que no pondrá los partidos con este cartel.
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Pacal Jochem, de la redacción de Deportes de DW.

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