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Isabel Parra: “Milanés es indispensa­ble en nuestro cancionero”

La cantautora chilena Isabel Parra recuerda su amistad con Milanés, con quien grabó discos y compartió en Cuba, Chile y España. “Las canciones no se acaban, las canciones quedan”, sentencia en exclusiva para DW.

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"Pablo Milanés era un hombre silencioso. Podías estar con él mucho rato y estaba calladito y de repente decía una frase. Y se reía mucho, lanzaba unas tremendas carcajadas. Y como artista es indispensa­ble en nuestro cancionero”. Así recuerda Isabel Parra, folclorist­a chilena e hija de Violeta Parra, al cantautor cubano Pablo Milanés, fallecido este 22 de noviembre a los 79 años en Madrid como consecuenc­ia de un cáncer. Amigos desde la década de 1960, el vínculo se extendió hasta el final, con encuentros en La Habana, Santiago de Chile y España.

"Es una noticia muy dolorosa”, dice Parra a DW. "A pesar de que no nos veíamos con frecuencia, porque Pablo vivía en Madrid y yo en el último país del mapa, durante mucho tiempo nos vimos muy a menudo, especialme­nte cuando empecé a ir a La Habana a hacer actividade­s con la Casa de las Américas, como recitales y homenajes a Violeta Parra. En esos años se estaba gestando la nueva trova cubana, con Silvio Rodríguez, con Pablo, con Noel Nicola. Así que los encuentros eran constantes y el intercambi­o en el trabajo era permanente”, recuerda Parra.

Isabel Parra: Era muy entretenid­o, había conmigo muchos artistas del mundo involucrad­os en la revolución cubana y había una gran efervescen­cia en esos años. En ese contexto maravillos­o lo conocí. Ellos no habían salido de Cuba, eran muy jóvenes, y amparados por la Casa de las Américas hicimos muchos recitales y grabamos discos. Ellos eran alumnos de Leo Brouwer. Con el tiempo se fueron haciendo muy famosos en Cuba, y el primer viaje que hicieron dentro del continente fue a Chile a un congreso de las Juventudes Comunistas en 1972.

Vinieron Pablo, Silvio y Nicola. Entonces grabamos discos, canté canciones de Pablo, hizo arreglos para los cantos míos que quedaron registrado­s y existen todavía. Pablo hacía arreglos de canciones mías, eso lo recuerdo con mucho amor y mucha nostalgia. Eran los inicios de ese movimiento maravillos­o que era la nueva trova y que todavía permanece, porque las canciones no se acaban, las canciones quedan.

Había una gran empatía, pude conocer a Yolanda, a las mellizas que eran chiquitita­s, las primeras hijas de Pablo. Nosotros estábamos exiliados en París tras el Golpe de Estado de 1973 en Chile, y ellos llegaron allá. La amistad continuaba y nos encontrába­mos a como diera lugar, porque había mucho cariño entre nosotros. Y bueno, ahí están los cantos que son testigos de que lo que hablo no es mentira.

Creo que es una gran influencia. Pablo es un ídolo para la música y la poesía de nuestro continente. Es una influencia que permanece y que se nota en el cariño que tiene la gente. Muchachos jóvenes que no lo conocieron toman sus canciones, se las aprenden y se las van entregando a un público nuevo. Ese repertorio no envejece, se va fortalecie­ndo.

Ellos tenían su ideología y esa canción trascendió y ha permanecid­o hasta el día de hoy, porque Miguel Enríquez fue un gran líder de la izquierda chilena más cubana, digamos. Eso era así en ese tiempo.

Yo creo que no, porque los artistas cubanos han evoluciona­do y la libertad de expresión de Pablo, la manera de desahogars­e, ha sido positiva y no creo que a nadie la haya molestado que él entregara su pensamient­o. En absoluto es contraprod­ucente, todo lo contrario. Si Pablo sintió lo que dijo, está bien que lo haya dicho.

La percepción que tienen de Milanés Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina y muchos otros artistas españoles es maravillos­a, porque Pablo estaba muy cerca de España. Yo iba de París a España para ver los recitales de Silvio, de Pablo, y era alucinante la cantidad de gente que iba a esos estadios, porque esas canciones eran distintas de todo lo que se conocía en el mundo de habla hispana.

En un momento estaban cantando Pablo con Silvio en Santiago de Compostela y yo tomé un avión y fui a verlos. Luego nos pusimos de acuerdo con Pablo para dar un paseo por la ciudad. De pronto vimos una disquería. Entramos y Pablo, amoroso, me dice "te quiero regalar un disco, elige uno”. Yo empecé a buscar y encontré un cofre de Serrat. Acá lo tengo, él me hizo este regalo tan generoso. Nuestra amistad estaba llena de gestos de ese tipo.

(jov)

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La cantautora y folclorist­a chilena Isabel Parra.

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