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Extracción de oro en selvla amazónica causa desnutrición en indígenas en Brasil
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha acusado a Jair Bolsonaro, de facilitar la extinción del pueblo indígena Yanomami, que vive a lo largo de la frontera entre Venezuela y Brasil.
El pueblo yanomami vivió en aislamiento casi total hasta la década de 1980, cuando se encontró oro en su territorio. Desde entonces, unos 40.000 mineros ilegales se han adentrado en su territorio, propagando enfermedades como la tuberculosis y la malaria y contaminando los ríos con mercurio en su búsqueda de oro.
El 20 de enero, el Ministerio de Sanidad brasileño declaró la emergencia médica en el territorio. Según informes, 570 niños murieron de desnutrición y enfermedades prevenibles durante los últimos cuatro años de la presidencia de Bolsonaro, que, según Lula, ignoró activamente las actividades mineras ilegales y la consiguiente emergencia humanitaria.
Desde la década de 1990 se han realizado varios estudios que han aumentado la concienciación sobre los efectos negativos que la minería ilegal de oro ha tenido en la salud de la población yanomami, compuesta por unas 30.000 personas. Estos estudios muestran que la extracción de oro puede estar relacionada con la tuberculosis, la malaria, el envenenamiento por mercurio y la desnutrición.
Tuberculosis
Un estudio publicado en 1997 por investigadores brasileños en la revista PNAS descubrió que la tuberculosis, que hacía estragos en Europa y Estados Unidos en el siglo XVIII, sólo empezó a propagarse en el territorio del pueblo yanomami después de que los forasteros entraran en contacto con ellos a mediados del siglo XX.
Paludismo
En las décadas transcurridas desde el inicio de la extracción de oro -y la tala de árboles- en la zona, y especialmente en los últimos años, los investigadores han observado un "notable" aumento de los casos de paludismo entre los yanomami.
Entre 2016 y 2020 aumentó el número de mineros en la zona. Al mismo tiempo, el número de casos de malaria aumentó un 1,090% en las zonas indígenas y un 75,576% en las zonas mineras, escribieron los investigadores.
Envenenamiento por mercurio
Los mineros extraen oro mezclando mercurio líquido en el sedimento excavado de los ríos amazónicos. Su uso ilegal ha contaminado los territorios yanomami para la caza, la pesca y la recolección y ha provocado la deforestación de amplias franjas de la selva cercana.
Paulo Basta, médico y cientí co de la Escuela Nacional de Salud Pública de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Brasil, ha identi - cado niveles anormalmente altos de mercurio en las poblaciones yanomami más cercanas a las zonas mineras.
Otro estudio publicado por Basta en 2019 reveló que los dé - cits nutricionales de los niños yanomami que encontraron "[eran] los más graves jamás reportados entre los niños indígenas del continente americano".
Desnutrición
Históricamente, los yanomami se han mantenido de la tierra. Comen caza silvestre - aves, cerdos y peces - y frutas de huertos. "El problema es que los mineros han destruido la selva", dice Christine Haverkamp a DW a través de un mensaje de voz. Y agrega: "En mu
chas partes del territorio yanomami, los mineros no sólo han interrumpido sino que han destruido la cadena alimentaria, haciendo imposible que los yanomami se sustenten de la tierra”.
Durante la presidencia de Bolsonaro el territorio yanomami se convirtió para los mineros armados en una zona en donde creen poder hacer lo que quiera, dice Haverkamp, quien advierte: "Si los yanomami intentan defender su terrotorio, los matan”. Esto explica por qué algunos indígenas han colaborado con los mineros. Porque no cuentan con ninguna protección.
(jov/ms)
La selva amazónica es un importante almacén de carbono y uno de los lugares con mayor biodiversidad del mundo. Pero décadas de tala extensiva y ganadería han erradicado unos 2 millones de kilómetros cuadrados, mientras que menos de la mitad de lo que queda está bajo protección. Un estudio reciente demostró que algunas partes del Amazonas emiten ahora más dióxido de carbono del que absorben.
Este bosque subártico, compuesto principalmente por coníferas, se extiende por Escandinavia y gran parte de Rusia. La conservación de la taiga varía de un país a otro. En Siberia oriental, por ejemplo, la estricta protección de la época soviética dejón el paisaje prácticamente intacto, pero la posterior recesión económica de Rusia ha provocado niveles de tala cada vez más destructivos.
A la taiga subártica de Norteamérica se le conoce como bosques boreales, que se extienden desde Alaska hasta Quebec, cubriendo un tercio de Canadá. Alrededor del 94 por ciento de los bosques boreales de Canadá se encuentran en terrenos controlados por el Gobierno, pero solo un 8 por ciento está protegido. En Canadá, se talan cada año unos 4.000 kilómetros cuadrados de este bosque.
El río Congo nutre una de las selvas tropicales más antiguas y densas del mundo, hogar de algunos de los animales más emblemáticos de África: gorilas, elefantes, chimpancés. Pero la región también es rica en petróleo, oro y otros minerales valiosos. La minería y la caza han alimentado su rápida deforestación. Así que, al ritmo actual, según los cientí cos, se perderá por completo en 2100.
Esta ecorregión, de 140 millones de años de antigüedad, se extiende por Brunei, Indonesia y Malasia, y da cobijo a cientos de especies en peligro de extinción, como el orangután rojo y el rinoceronte de Sumatra. La deforestación ha impulsado el comercio ilegal de especies silvestres, ya que los bosques talados han permitido a los cazadores acceder a zonas remotas.
Situado en el extremo oriental de Rusia, este bosque de coníferas alberga al tigre siberiano y a decenas de otras especies en peligro de extinción. Por su proximidad al océano Pací co, el bosque presenta condiciones tropicales en verano y clima ártico en invierno. La lejanía del bosque de Primorie lo ha dejado prácticamente intacto, pero la tala se ha convertido en una amenaza creciente.
Esta región forestal cubre una estrecha franja de tierra entre la vertiente occidental de los Andes y el Océano Pací co. Aquí proliferan árboles como el coihue y el alerce patagónico, de crecimiento lento y larga vida. La tala extensiva amenaza a estos árboles endémicos, sustituidos por árboles de crecimiento rápido que no pueden sostener la biodiversidad de la región.