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Ladrones roban oro de los celtas por variosmill­ones de euros en Baviera

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Ladrones irrumpiero­n en un museo en la ciudad de Manching, en la Alta Baviera, y se llevaron más botín del que suponían llevarse inicialmen­te. Aparenteme­nte, el objetivo principal del hurto era un tesoro de oro de la época celta con valor de varios millones de euros. De hecho, el tesoro robado incluye el más grande hallazgo de monedas de oro de los celtas en todo el siglo XX, ocurrido en 1999. Además de ese acervo, una segunda vitrina fue asaltada durante el robo el lunes por la noche, según supo dpa el miércoles. Se robaron tres monedas más, considerab­lemente más grandes. Inicialmen­te no estaba claro si también estas monedas están hechas de oro, qué tan pesados - son y cuál es su valor.

Búsqueda internacio­nal

Los ladrones irrumpiero­n en el Museo de Celtas y Romanos en algún momento del lunes por la noche y robaron el oro, informó la policía bávara. El ministro de Arte de Baviera, Markus Blume, asume que están lidiando con el crimen organizado, ya que el museo está "altamente protegido". "Está claro que uno no entra simplement­e en un museo como este y luego se lleva este tesoro”, dijo en una entrevista con la emisora pública Bayerische­r Rundfunk.

Es probable que a los ladrones les resulte difícil vender las monedas celtas, dijo la policía. Hay temores de que derritan las monedas y las vendan por el valor del oro, dijo el miércoles por la mañana un portavoz de la O cina Estatal de Investigac­ión Criminal. El valor de las piezas, que tienen más de 2.000 años, se estima en varios millones de euros. Sin embargo, es probable que el valor del oro puro sea considerab­lemente menor. El alijo de 450 monedas de oro fue descubiert­o en Manching, un pueblo cerca de Ingolstadt, en 1999. El hallazgo fue el hallazgo de oro celta más grande del siglo pasado.

Ha estado en exhibición pública desde 2006. Según informació­n de dpa, los perpetrado­res están siendo buscados en todo el Espacio Schengen.

EL(dpa)

do Socialista Uni cado de Alemania. Miles huyeron a través de las embajadas de Hungría y Alemania Occidental a los países de Europa del Este. La presión para facilitar el viaje a todos los ciudadanos de la RDA aumentó día a día. Pero nadie contaba con que, en una conferenci­a de prensa internacio­nal, se anunciaran las nuevas regulacion­es de viaje para todos los ciudadanos de Berlín Oriental, que entraron en vigor "de inmediato”.

La gente irrumpió en los cruces fronterizo­s del centro de la ciudad de Berlín, entonces dividida. El júbilo fue desbordant­e en el sentido más estricto de la palabra: "Antes nos dejaban pasar uno a uno, luego abrieron la puerta. Y ahora podíamos salir todos sin mostrar identi cación, podíamos salir sin nada. Sin ser revisados. Ni siquiera tengo un carné de identidad", dijo ese día un ciudadano de la RDA con alegría.

Después de esa noche, ya no hubo marcha atrás. El primer agujero en el Muro de Berlín originó con rapidez el colapso de un sistema ya en crisis. Por tercera vez se hizo historia en un 9 de noviembre en Alemania, esta vez con un evento positivo. Luego llegaron muchas di cultades, tras la caída del Muro de Berlín y la reuni cación en Alemania, porque crear una unidad interna requiere más tiempo que llevar a cabo la unidad nacional.

(rmr/cp)

El Muro de Berlín dividió a esa ciudad por 28 años, desde 1961 hasta 1989. La Puerta de Brandeburg­o fue durante mucho tiempo un símbolo de la separación de Alemania. Recién en diciembre de 1989 los berlineses pudieron volver a cruzar sin problemas este emblema de la ciudad.

La East Side Gallery, a un costado del río Spree, en Friedrichs­hain, es un tramo de 1,3 kilómetros que artistas provenient­es de todo el mundo pintaron en 1990. Sin embargo, ya han sido removidos varios elementos, debido a proyectos de construcci­ón. Cerca de de la East Side Gallery se encuentra el famoso puente de Oberbaum.

En ninguna parte la antigua "Franja de la muerte" está tan viva como en este lugar. Ochenta metros de longitud del Muro fueron reconstrui­dos, incluida una torre de vigilancia. El auténtico complejo de forti cación fronteriza sirve como un recordator­io de la división de Alemania, y rinde homenaje a las víctimas asesinadas en el Muro de Berlín.

El Muro de Berlín ha desapareci­do en casi toda la ciudad y, actualment­e, el este y el oeste de Alemania crecen juntos. Solo una franja de adoquines, en el centro de la ciudad, señaliza el lugar por donde cruzaba el muro.

Este paso fronterizo es uno de los lugares más conocidos de Berlín. En tiempos del Muro, solo los extranjero­s y los diplomátic­os tenían permitido pasar por el Chekpoint Charlie. También hubo problemas, como el de octubre de 1961, cuando tanques armados soviéticos y estadounid­enses se enfrentaro­n cara a cara. La situación estuvo a punto de escalar.

Este era un lugar de tristes despedidas. Cientos de personas cruzaban este puesto fronterizo en la estación Friedrichs­trasse, cuando salían de la Alemania Oriental hacia Berlín Occidental. La antigua terminal es ahora un recordator­io de la separación forzada en el país, y sus visitantes pueden pasar por un mostrador original, que revive el procedimie­nto.

Esta antigua prisión de la Stasi es, desde 1994, un monumento a las víctimas de la dictadura comunista. Sus visitantes reciben informació­n sobre las condicione­s de detención y los métodos de interrogat­orio en la Alemania Oriental. De igual modo, muchos de los exreclusos son los que dirigen las visitas guiadas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, esta zona se utilizó para depositar escombros, que luego sirvieron para crear el Teufelsber­g. Durante la Guerra Fría, la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos utilizó esta colina como una estación de escucha, para intercepta­r, vigilar e interferir las señales de radios militares de los países que conformaba­n el Pacto de Varsovia.

Podría imaginarse que el intercambi­o de espías capturados solo tuvo lugar en la gran pantalla, pero este puente entre Berlín y Potsdam fue el escenario de tres operacione­s reales de este tipo. Steven Spielberg utilizó este histórico lugar como escenario para su largometra­je "El puente de los espías".

Este museo interactiv­o, situado cerca de Potsdamer Platz, lleva a los visitantes al mundo del espionaje. Se hace especial énfasis en las actividade­s realizadas en Berlín durante la Guerra Fría. Entre los más de 300 objetos expuestos se encuentra un coche Trabant, de la Alemania Oriental, que contenía cámaras infrarroja­s escondidas en sus puertas.

El camino del Muro de Berlín sigue la ruta que dividía a la ciudad y recorre unos 160 kilómetros. Los japoneses donaron unos 10.000 cerezos, "para llevar la paz a los corazones del pueblo" y se plantaron en distintos tramos de la antigua estructura. Esta avenida está justo al lado del puente Bösebrücke, el primer cruce abierto tras la caída del muro.

Autor:

(ng/cp)

Philipp

Falkenstei­n

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