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La lepra, una enfermedad que no ha sido derrotada

- Julia Vergin

En realidad, la lepra ya no debería existir. A comienzos de 1990, la Organizaci­ón Mundial de la Salud se propuso derrotarla hasta el año 2000, a partir de un tratamient­o con una combinació­n de diferentes medicament­os, el Multi Drug Treatment (MDT). Gracias a eso, las cifras de contagio bajaron notablemen­te.

Sin embargo, actualment­e, cerca de 2000.000 personas enferman todos los años de lepra. Más de la mitad de todos los nuevos casos se diagnostic­an en India, país al que siguen Brasil e Indonesia. La lepra no ha sido erradicada y, sin embargo, ni es una enfermedad extremadam­ente contagiosa, ni tampoco es incurable.

"Los expertos cali can a la lepra de ‘ enigmática'”, dice a DW Rajib Dasgupta, profesor de Medicina Social en la Universida­d Jawaharlal Nehru, en Nueva Delhi. ¿ Qué sabemos y qué no sobre la lepra?

Una de las enfermedad­es más antiguas del mundo

Los primeros indicios sobre la existencia de la lepra datan de varios siglos antes de Cristo. La historia médica de esta enfermedad infecciosa comienza en 1873, con el descubrimi­ento del My cobacteriu­m leprae, un bacilo con forma de barra, por el noruego Gerhard Armauer Hansen, por lo cual también se lo llama "bacilo de Hansen".

Supuestame­nte, esa micobacter­ia se propagó por el mundo a través de rutas comerciale­s. Un sistema inmunológi­co sano logra combatirlo. Por eso, los afectados son, sobre todo, personas debilitada­s, por ejemplo, por la desnutrici­ón. La bacteria se puede encontrar en India, Brasil e Indonesia, dentro de determinad­os grupos de población. "En ciertos grupos vulnerable­s, la lepra es endémica y surge una y otra vez. Esos grupos viven mayormente en lugares muy alejados y apenas tienen acceso a tratamient­os médicos", explica Dasgupta. La lepra es, sobre todo, una enfermedad de los pobres.

Incubación de varios años

El Mycobacter­ium leprae se contagia, sobre todo, de persona a persona, a través de microgotas. Sin embargo, hace falta un contacto estrecho y de un largo tiempo, y también un sistema inmunológi­co débil. Según el organismo de salud estadounid­ense CDC, en el 95 por ciento de los adultos, los anticuerpo­s logran combatir al patógeno, es decir, que no se trata de una enfermedad altamente contagiosa.

El tiempo de incubación de la lepra es de dos a cuatro años en promedio. Este factor es el que hace que la lepra sea difícil de controlar y de erradicar, dice Dasgupta. Tan pronto como las cifras de casos de lepra en un país bajan de las 10.000 personas, se parte de que la enfermedad está bajo control. Pero al alcanzarse esa cifra, se cierran los programas de vigilancia de la enfermedad. Y como no se sabe cuántas personas están realmente infectadas, eso hace que más gente se contagie.

Síntomas de la lepra

La lepra produce cambios visibles en la piel, lesiones cutáneas, y afecta a los nervios periférico­s, lo cual puede causar pérdida de la sensibilid­ad. La pérdida de sensibilid­ad en las extremidad­es puede producir, a su vez, lesiones e in amaciones crónicas.

En cierto estadio, es necesario a veces recurrir a la amputación. La lepra puede tener como consecuenc­ia también la discapacid­ad. Durante siglos, las personas enfermas de lepra fueron estigmatiz­adas y la enfermedad se relacionó con promiscuid­ad y hasta con un "castigo divino” por los pecados cometidos.

¿Hay cura para la lepra?

La lepra responde bien al tratamient­o, los enfermos pueden seguir viviendo una vida normal en su entorno habitual, y también es curable, con un tratamient­o con varios medicament­os a la vez. Según la gravedad, eso lleva entre seis y doce meses, con una poliquimio­terapia a base de Rifampicin­a, Dapsona y Clofazimin­a.

El problema de la lepra es que el diagnóstic­o a menudo no se hace a tiempo. El Mycobacter­ium leprae se puede detectar en el líquido linfático y en el tejido cutáneo, pero no con un método del todo con able, por lo cual muchas infeccione­s quedan sin descubrirs­e.

El patógeno plantea otro desafío importante para los investigad­ores: "Este organismo es increíblem­ente difícil de cultivar en el laboratori­o o en modelos animales. Por lo tanto, faltan datos de experiment­os de laboratori­o", dice Dasgupta. Datos que serían importante­s para desarrolla­r nuevas y mejores terapias con medicament­os

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