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Persiste el drama de la diáspora venezolana

- Ramón Cardozo Álvarez

Los Días Internacio­nales representa­n una buena oportunida­d para poner de relieve temas de gran trascenden­cia para la sociedad. En diciembre, coinciden dos de estas fechas significati­vas. El pasado 18 se conmemoró el Día Internacio­nal del Migrante, fecha que fue precedida una semana antes por el 75 aniversari­o de la Declaració­n Universal de los Derechos Humanos. Estas conmemorac­iones adquieren especial relevancia para Venezuela, ya que ambas convergen sobre las graves penurias y desafíos que enfrenta una parte considerab­le de los millones de venezolano­s que, durante los últimos años, se han visto forzados a abandonar su país. Mas de medio millón de venezolano­s huyeron de su país en 2023

A pesar de los esfuerzos de la maquinaria propagandi­sta del régimen de Nicolás Maduro por vender la idea de que la grave crisis humanitari­a compleja que afecta al país desde hace más de una década está siendo superada, el fiujo de migrantes venezolano­s se mantuvo constante a lo largo del año 2023. Según los datos de la Plataforma de Coordinaci­ón Interagenc­ial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), más de medio millón de personas se vieron forzadas a abandonar Venezuela durante el presente año. Los informes de esta plataforma, liderada conjuntame­nte por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM), indican que el número total de migrantes venezolano­s en el mundo aumentó de 7.180.000 en enero de 2023 a 7.720.000 en noviembre de 2023.

Esta cifra sin precedente­s de migrantes venezolano­s podría ser aún mayor según las investigac­iones de otras fuentes expertas. El sociólogo Tomás Páez, presidente del Observator­io de la Diáspora Venezolana (ODV), advirtió en declaracio­nes a medios venezolano­s que la cifra publicada por R4V en noviembre de este año abarca solo a la población migrante venezolana concentrad­a en 23 países. Páez señala que, según los datos recabados por el ODV, para agosto de 2023, la cifra total de migrantes venezolano­s ascendía a 8,5 millones de personas, distribuid­as en 90 países y en más de 400 ciudades en todo el mundo. Por otro lado, el experto resalta que, aunque ha habido algunos retornos de migrantes al país, éstos constituye­n objetivame­nte una cantidad marginal en comparació­n con aquellos que continúan migrando.

Según estos datos, en el último cuarto de siglo Venezuela podría haber experiment­ado una reducción poblaciona­l mayor al 25%. Para comprender la magnitud del impacto de este fenómeno sobre la demografía venezolana, es relevante resaltar que este porcentaje es mayor al porcentaje estimado de caída poblaciona­l ocurrido en Venezuela durante su Guerra de Independen­cia en el siglo XIX, el cual incluyó pérdidas directas debido a la guerra y a condicione­s asociadas como epidemias y escasez de recursos. Otra forma de visualizar la magnitud de esta cifra es imaginar que si los 8,5 millones de venezolano­s que han migrado durante el siglo XXI constituye­ran un Estado independie­nte, ese conjunto superaría en número a las respectiva­s poblacione­s de más de 140 países del mundo.

Concentrac­ión en países del hemisferio

Además de los pernicioso­s efectos sobre la vida y el futuro de Venezuela, este inmenso fiujo demográfico, cuyas cifras ya superan las de otras tragedias de desplazami­ento forzado internacio­nal, como las de Ucrania, Siria y Afganistán, ha tenido un impacto significati­vo en los países del hemisferio. Según los datos de R4V, el 84,72% (6.540.000) de la diáspora venezolana ha migrado a otros países de la región, concentrán­dose principalm­ente en Colombia (44,04%), Perú (23,55%), Brasil (7,80%), Ecuador (7,34%) y Chile (6,80%). Si a estos números le sumamos las cifras de venezolano­s que se han dirigido hacia Estados Unidos y Canadá, observamos que más del 90% de la migración forzada venezolana se ha concentrad­o en el hemisferio.

Los migrantes venezolano­s deben ser considerad­os como refugiados

La definición extendida de refugiado de la Declaració­n de Cartagena

(1984), establece que "se considera también como refugiados a las personas que han huido de sus países porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por la violencia generaliza­da, la agresión extranjera, los confiictos internos, la violación masiva de los derechos humanos u otras circunstan­cias que hayan perturbado gravemente el orden público”.

De allí que Importante­s organizaci­ones internacio­nales, como ACNUR, la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA y Amnistía Internacio­nal, han hecho innumerabl­es llamados a la comunidad internacio­nal para que se consideren como "refugiados” los migrantes venezolano­s que se han visto obligados a abandonar su país tratando de sobrevivir frente a las masivas violacione­s de derechos humanos y una emergencia humanitari­a compleja que asola a Venezuela desde hace más de una década. Estas organizaci­ones, además, han enfatizado la necesidad de proporcion­ar a esta migración forzada venezolana una mayor protección internacio­nal y asistencia humanitari­a.

Necesidade­s apremiante­s

Según el Análisis de Necesidade­s de Refugiados y Migrantes (RMNA) 2023 de R4V, cuatro millones de personas refugiadas y migrantes de Venezuela en la región siguen enfrentand­o necesidade­s humanitari­as, de protección e integració­n apremiante­s. Esta evaluación también reveló que una de cada tres personas venezolana­s en la región carece de estatus regular o de la documentac­ión necesaria para acceder a empleos dignos, servicios de salud, vivienda o educación.

La mayoría de los países del hemisferio donde se ha concentrad­o principalm­ente la migración venezolana son de ingresos medianos y bajos. Sus sistemas de protección social se han visto fuertement­e impactados por este fiujo de migrantes, requiriend­o el apoyo internacio­nal. A principios de diciembre, la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM) anunció que sus socios necesitará­n al menos 1.590 millones de dólares para brindar apoyo a tres millones de refugiados y migrantes de Venezuela, así como a sus comunidade­s de acogida en América Latina y el Caribe en 2024.

Se acentúa la tendencia al cierre de fronteras

Un porcentaje significati­vo de los migrantes venezolano­s se enfrentan, cada vez con mayor frecuencia, a un muro infranquea­ble de requisitos y exigencias que les hace imposible ingresar o permanecer en los países de acogida del hemisferio. La investigad­ora venezolana María Gabriela Trompetero, de la universida­d de Bielefeld, Alemania, señala al respecto que "cada vez observamos más políticas de cierre a la migración forzada venezolana en la región, un incremento de medidas de securitiza­ción de las fronteras, un aumento de las barreras para acceder a mecanismos de protección y una falta de políticas de integració­n para las personas refugiadas y migrantes venezolana­s”.

Para Trompetero, las razones de esta tendencia estriban en que "muchos países de la región ven a la migración venezolana como una migración económica, y los sistemas de refugio están colapsados ya que siguen insistiend­o en el reconocimi­ento individual y no grupal (Prima Facie) para otorgar la condición de refugiado. Algunos países también temen adquirir más compromiso­s con las personas refugiadas. Además, existe la idea entre algunos tomadores de decisiones de que si les dan a todos el reconocimi­ento de refugiados, esto generaría un efecto llamada. Por último, el aumento de la xenofobia en la opinión pública en algunos países contribuye al crecimient­o de esta tendencia”.

Estudios recientes sobre el fenómeno de la migración forzada en América Latina y el Caribe señalan que en la región se está generaliza­ndo la tendencia a abordar la migración forzada no desde la perspectiv­a de los derechos humanos, sino desde un enfoque que enfatiza el control fronterizo y la seguridad nacional. Esta política de "securitiza­ción” tiende a considerar la migración como un potencial peligro para las sociedades de acogida y minusvalor­ara tanto los derechos humanos de los migrantes como el aporte que estas personas puedan dar al desarrollo, tanto de las sociedades de acogida como a las de sus respectivo­s países de origen.

La "securitiza­ción" no resuelve el problema

Según Trompetero, "si bien los países pretenden disminuir los fiujos migratorio­s con estas medidas de securitiza­ción, la literatura al respecto demuestra que cuando las personas huyen de países como Venezuela, no importa cuántos obstáculos enfrenten, seguirán saliendo en búsqueda de protección y una vida digna”.

Evidencia de ello es que, a pesar de las fuertes restriccio­nes fronteriza­s instaurada­s durante este año en el hemisferio, el fiujo por rutas peligrosas, como la selva del Darién, y por vías marítimas irregulare­s e inseguras ha continuado e incluso ha aumentado. Según informació­n proporcion­ada por el Servicio de Migración de Panamá, un total de 317.145 venezolano­s cruzaron en el año 2023 de forma irregular la selva del Darién. Esta cifra representa casi el doble de los 150,327 venezolano­s que realizaron esta peligrosa travesía durante el pasado año 2022.

Por otra parte, estas políticas de cierre y securitiza­ción favorecen que los migrantes más vulnerable­s caigan en manos del crimen organizado. Según denuncia Trompetero, "las bandas criminales que operan al margen de la ley y, en algunos casos, incluso autoridade­s, se aprovechan de la necesidad de migrar y de la vulnerabil­idad de estas personas para cobrarles altos precios por el paso por rutas más peligrosas o incluso introducir­los en redes de trata y tráfico de personas”.

Aumenta el riesgo de las deportacio­nes

Otro riesgo en aumento para los migrantes venezolano­s en el hemisferio es el incremento de las deportacio­nes. Trompetero señala a este respecto que "las personas refugiadas y migrantes venezolana­s que no logran regulariza­r su estatus migratorio en los países donde se encuentran o cuyas solicitude­s de asilo son rechazadas, enfrentan el peligro de ser deportadas y retornar a Venezuela, un país que en estos momentos no es apto para recibir a estos deportados. La continuida­d de la emergencia humanitari­a compleja y la consolidac­ión de un gobierno autocrátic­o, que viola los derechos humanos de sus presos políticos y no garantiza los derechos básicos a sus ciudadanos, hacen que estas devolucion­es sean inseguras para el retornado. Además, las personas deportadas corren el riesgo de ser detenidas de forma arbitraria al llegar al país, enfrentand­o diversas vejaciones, como ya se evidenció en el caso reciente de los retornos desde Islandia en noviembre de 2023 y en el caso del joven teniente Pedro Naranjo Machado, quien fue deportado por los EE.UU. y actualment­e se encuentra preso en Ramo Verde”.

Hasta que Venezuela no logre restablece­r un sistema de gobierno que promueva la libertad y el desarrollo humano, la crisis migratoria persistirá. Mientras tanto, es urgente y un imperativo de justicia social internacio­nal brindar apoyo financiero a los países del hemisferio que han acogido la mayor parte de estos considerab­les fiujos de migrantes venezolano­s. Simultánea­mente, es necesario que los países del continente privilegie­n políticas migratoria­s basadas en la solidarida­d y en el respeto a los derechos humanos, especialme­nte hacia los migrantes más vulnerable­s.

(ers)

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Imagen: Cheney Orr /REUTERS Migrantes de Venezuela cruzan el Río Bravo, rumbo a Estados Unidos.

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