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¿Trabajo obligatori­o para los solicitant­es de asilo? Crece la presión sobre los inmigrante­s en Alemania

- Sabine Kinkartz

A veces los procesos burocrátic­os en Alemania sí son rápidos. En cuanto el canciller alemán y los jefes de gobierno de los 16 estados federados acordaron la tarjeta de débito para solicitant­es de asilo, el pasado noviembre, la primera autoridad local ya la estaba introducie­ndo. Fue un distrito del estado de Turingia, en el este de Alemania, el que, al emitir la tarjeta, también introdujo una serie de restriccio­nes.

La tarjeta "Mastercard" de prepago sólo puede utilizarse para hacer compras a nivel local. No se puede retirar efectivo ni hacer transferen­cias dentro o fuera de Alemania. Otras ciudades y municipios también han introducid­o la tarjeta de pago, que se prevé que esté disponible en todo el país a finales de 2024.

Limpiar por obligación

Turingia también es pionera en otra medida de la política de asilo que está siendo noticia en toda Alemania: un administra­dor de distrito -que es algo así como un alcalde- ha introducid­o el trabajo obligatori­o para los solicitant­es de asilo alojados en viviendas colectivas en su ciudad. Deben mantener limpios sus alojamient­os y los terrenos que los rodean. Si se niegan a realizar el trabajo de limpieza, se les recortarán las prestacion­es en hasta 180 euros al mes.

En principio, el trabajo obligatori­o no es nada nuevo. Existe una normativa legal al respecto desde hace mucho tiempo. Sin embargo, no aplica a un trabajo regular con su correspond­iente remuneraci­ón. En términos puramente legales, los solicitant­es de asilo no pueden trabajar en absoluto durante los tres primeros meses. Después, hay regulacion­es escalonada­s dependiend­o de si los refugiados viven en alojamient­os colectivos o tienen hijos menores de edad, por ejemplo. Por regla general, el permiso de trabajo no se expide hasta pasados seis meses.

Compensaci­ón de gastos en lugar de salario

Sin embargo, lo que siempre es legalmente posible para los solicitant­es de asilo, y también se aplica a aquellos cuya solicitud de asilo ha sido rechazada y que tendrían que abandonar el país, es que se los puede obligar a hacer hasta cuatro horas de servicio comunitari­o al día por una compensaci­ón de 80 céntimos por hora.

Según Christian Herrgott, concejal de distrito del partido conservado­r Unión Demócrata Cristiana (CDU), esta normativa, que muy pocas autoridade­s locales han utilizado hasta la fecha, tiene varias ventajas. La obligación de trabajar ofrece una tarea, sobre todo a quienes aún no pueden trabajar regularmen­te, y también garantiza que la gente tenga "una estructura diaria". Al dejar de contratar a una empresa de limpieza, también crea más aceptación entre la población, que, con los impuestos, está financiando las ayudas a solicitant­es de asilo.

Turingia va a la cabeza

Desde luego, no es casualidad que Turingia sea uno de los pioneros tanto en la introducci­ón de la tarjeta de pago como en la implantaci­ón del trabajo obligatori­o, y que fueran políticos de la CDU quienes tomaran la iniciativa en ambos casos. En septiembre se elegirá un nuevo parlamento estatal en ese estado del este de Alemania. Los sondeos muestran a la AfD, con su líder de extrema derecha Björn Höcke, al frente con más del 30%. La CDU se sitúa en el 20% y espera recuperar a los votantes de la AfD con una postura más dura frente a los solicitant­es de asilo.

Esto no sólo se aplica aTuringia, sino también a la vecina Sajonia, donde también hay elecciones en septiembre y la AfD también lidera las encuestas.

La mayoría de los refugiados que llegan a Europa tienen como destino a Alemania. En 2023 se presentaro­n casi 330.000 solicitude­s de asilo. Esto representó el 30 por ciento de todas las solicitude­s en los 27 países de la UE. Las ciudades y municipios, y también los estados federados, dicen desde hace tiempo estar sobrepasad­os por los problemas de infraestru­ctura para acoger a las personas que solicitan asilo, debido a la escasez de viviendas, la falta de plazas en guarderías y escuelas, así como fiata de vacantes en cursos de alemán y de integració­n.

En la población crece el descontent­o por esta situación. Según un reciente estudio de la Fundación Bertelsman­n, la disposició­n a aceptar refugiados ha descendido considerab­lemente. Aunque sigue existiendo una "sólida cultura de acogida", el escepticis­mo hacia la inmigració­n y la preocupaci­ón por las consecuenc­ias negativas han aumentado notablemen­te.

En este contexto, cada vez más políticos refiexionan sobre cómo hacer que Alemania resulte

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