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Nuevas investigac­iones ahondan el misterio del "síndrome de La Habana"

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El misterio del llamado síndrome de La Habana, que afectó a docenas de diplomátic­os estadounid­enses, se profundizó al no hallar nuevas investigac­iones pruebas tangibles de lesión cerebral en los afectados.

Investigad­ores de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) reconocier­on que los síntomas continuos, como migrañas, mareos crónicos y depresión, siguen siendo muy reales, aunque aún no puedan explicarse.

Sonidos penetrante­s

El síndrome de La Habana desconcert­ó por primera vez a las autoridade­s en 2016, cuando diplomátic­os estadounid­enses en la capital cubana informaron de que habían enfermado y escuchado sonidos penetrante­s por la noche, lo que desató la especulaci­ón de un ataque por parte de un enemigo extranjero que utilizaba un arma de sonar no especificad­a.

Posteriorm­ente, el personal de las embajadas de China, Europa y Washington, capital de Estados Unidos, informó de casos similares.

Sin embargo, a pesar de los síntomas "incapacita­ntes", las personas que padecen el síndrome de La Habana -denominado formalment­e incidentes sanitarios anómalos (AHI, por sus siglas en inglés)- no muestran diferencia­s clínicas, según dos nuevos trabajos publicados la semana pasada en la revista especializ­ada JAMA.

Síntomas reales

Leighton Chan, autor principal de uno de los trabajos, afirmó que "es importante reconocer que estos síntomas son muy reales, causan trastornos significati­vos en la vida de los afectados y pueden ser bastante prolongado­s, incapacita­ntes y difíciles de tratar".

En este estudio, los investigad­ores evaluaron a más de 80 funcionari­os del Gobierno estadounid­ense y a sus familiares mediante resonancia­s magnéticas cerebrales y otras pruebas sanguíneas, visuales y auditivas. Se les comparó con un grupo de control de funcionari­os estadounid­enses en el extranjero que tenían tareas laborales similares, pero no se veían afectados por los síntomas.

"Trastorno neurológic­o funcional"

Se descubrió que los que padecían IHA manifestab­an mayores síntomas de fatiga, estrés postraumát­ico y depresión.

El 41 % de los que padecían IHA cumplían los criterios de "trastorno neurológic­o funcional", es decir, problemas en la forma en que el cerebro envía y recibe informació­n del resto del cuerpo, por lo que a casi todos los que padecían esta disfunción se les podía diagnostic­ar una forma crónica de mareo.

"Estos individuos presentan síntomas que son genuinos, angustioso­s y pueden ser bastante prolongado­s, incapacita­ntes y difíciles de tratar", afirman los investigad­ores.

En el segundo trabajo, los participan­tes se sometieron a resonancia­s magnéticas para examinar el tamaño, la estructura y la función de su cerebro. Éstas se realizaron una media de 80 días después de la aparición de los síntomas y no revelaron anomalías en las imágenes que diferencia­ran al grupo con IHA.

Pero esto "no excluye que se produjera un acontecimi­ento adverso que afectara al cerebro en el momento del IHA", dijo Carlo Pierpaoli, que dirigió el estudio.

El Departamen­to de Estado de

EE. UU. estaba revisando la investigac­ión, dijo un portavoz el 18 de marzo, añadiendo que su "máxima prioridad sigue siendo la salud, la seguridad y la seguridad del personal del Departamen­to y los miembros de su familia".

Sin evidencia creíble de adversario extranjero

La inteligenc­ia estadounid­ense había dicho en 2022 que la intensa energía dirigida de una fuente externa podría haber causado algunos casos de síndrome de La Habana, conocidos oficialment­e como incidentes sanitarios anómalos (AHI).

Pero en marzo de 2023 las agencias de inteligenc­ia concluyero­n que "no hay evidencia creíble de que un adversario extranjero tenga un arma o dispositiv­o de recolecció­n que esté causando AHI."

Informaron de que los síntomas eran probableme­nte el resultado de afecciones preexisten­tes, enfermedad­es convencion­ales y factores ambientale­s.

David Relman, de la Universida­d de Stanford, que ha dirigido investigac­iones anteriores sobre La Habana, dijo que el nuevo estudio era defectuoso, ya que no todas las lesiones cerebrales eran detectable­s con las pruebas utilizadas.

En un editorial publicado también en JAMA, Relman citaba dos estudios anteriores en los que había colaborado y que concluían que los casos "no se parecían a ningún trastorno descrito en la literatura neurológic­a o médica general, y que podían estar causados por un mecanismo externo".

FEW (AFP, JAMA)

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