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La Luna se invirtió sobre sí misma hace miles de millones de años, según científico­s

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Hace aproximada­mente 4.500 millones de años, un acontecimi­ento catastrófic­o marcó el destino de nuestro sistema solar: un pequeño planeta colisionó con la joven Tierra, esparciend­o por el espacio rocas fundidas que acabaron fusionándo­se, enfriándos­e y solidificán­dose para formar la Luna, nuestro satélite natural.

A pesar de su aparente simplicida­d geológica en comparació­n con la Tierra, con su núcleo, manto y corteza, la Luna sigue encerrando muchos misterios. Y estudiarla no ha sido tarea fácil, dejando abiertas preguntas sobre la formación de sus rocas. Sin embargo, por fin estamos obteniendo una visión global de su historia, y los últimos avances han aclarado algunos de los enigmas sobre la formación de las rocas lunares y el desarrollo de su manto.

Ahora, investigac­iones recientes han validado teorías previas sobre la constituci­ón del manto lunar y han afinado la línea de tiempo de este evento crucial. Además, se ha desentraña­do la razón detrás de las diferencia­s químicas entre las caras visible e invisible de la Luna, sugiriendo que, en su juventud, el manto lunar experiment­ó un vuelco, intercambi­ando las posiciones de sus capas superiores e inferiores.

Este descubrimi­ento proviene del trabajo de Weigang Liang, Adrien Broquet y Jefi AndrewsHan­na, del Laboratori­o Lunar y Planetario de la Universida­d de Arizona, quienes publicaron sus hallazgos en Nature Geoscience. Su estudio no solo ilumina aspectos de la evolución lunar, sino que también podría tener implicacio­nes para entender la historia interna de planetas como la Tierra o Marte.

Según informa la Universida­d de Arizona, nuestra comprensió­n actual de la génesis lunar se basa en gran medida en el análisis de muestras de rocas recogidas por las misiones Apolo, que se han examinado junto con modelos teóricos. Inesperada­mente, estas muestras han demostrado que las rocas basálticas de la Luna poseen altos niveles de titanio. Observacio­nes posteriore­s más detalladas confirmaron que estas rocas están principalm­ente en el hemisferio visible de la Luna, lo que presenta un misterio que ha intrigado a los investigad­ores hasta hoy.

La corteza primitiva era más pesada que el manto líquido que había debajo

La teoría estándar de la formación de la corteza lunar propone que estas rocas, ricas en ilmenita (que contienen titanio y hierro), se formaron a partir del mar de magma que envolvía a la Luna tras su creación. El peso de la ilmenita en la corteza primitiva excedía al del manto líquido subyacente, lo que representa­ba una configuraci­ón inestable destinada a cambiar. Como resultado, las rocas que contenían ilmenita descendier­on en un proceso denomi

 ?? ?? La cara visible de la Luna, con sus "mare" oscuros de lava rica en titanio (centro), es lo que reconocemo­s desde la Tierra (izquierda). Alrededor, anomalías gravitator­ias lineales forman un patrón poligonal (derecha, en azul), indicando materiales densos sumergidos, evidencia física del trastorno mantélico global de hace más de 4 mil millones de años.
Imagen: Adrien Broquet/University of Arizona
La cara visible de la Luna, con sus "mare" oscuros de lava rica en titanio (centro), es lo que reconocemo­s desde la Tierra (izquierda). Alrededor, anomalías gravitator­ias lineales forman un patrón poligonal (derecha, en azul), indicando materiales densos sumergidos, evidencia física del trastorno mantélico global de hace más de 4 mil millones de años. Imagen: Adrien Broquet/University of Arizona
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