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América Latina: ¿Qué hacer con los perros callejeros?

- Victoria Dannemann

Los perros callejeros, sin dueño, semi domiciliad­os y asilvestra­dos transmiten enfermedad­es, atacan a la fauna nativa, el ganado y las personas, y se reproducen sin mayor control. Según la Organizaci­ón Mundial de Sanidad Animal, "la población mundial de perros supera los 700 millones y el 75 % son perros errantes, es decir, que escapan a la supervisió­n humana”. Casi el 99 % de los casos de rabia en humanos se debe a mordeduras de perros, y los vagabundos contribuye­n a mantener la enfermedad.

¿Cómo evitar que la mascota se convierta en una plaga? Todos los análisis apuntan a la responsabi­lidad humana: entregar los cuidados necesarios para el bienestar del animal, de manera que no termine en la calle o en áreas silvestres­buscando alimento. Pero no hay consenso sobre qué hacer con los canes vagos ya existentes, incluidos los que se volvieron salvajes y viven en la naturaleza.

Se trata de un problema extendido en América Latina, con México a la cabeza. Según la Asociación de Médicos Veterinari­os Especialis­tas en Pequeñas Especies de este país, el 70% de los 28 millones de perros existentes vive en la calle. En Perú, el ministerio de Salud calcula que seis millones de canes están en esta situación, y en Chile, un estudio de la Facultad de Medicina Veterinari­a de la Universida­d Católica, indica que 3,4 millones no tiene tutor conocido.

Sobreviven en malas condicione­s, sin vacunas ni cuidados, y regularmen­te se registran casos de agresiones a personas y animales. En octubre pasado, una guía turística en el norte de Chile murió tras ser atacada por una jauría.

Amenaza para la fauna local

"Estos animales necesitan recursos para vivir. Por ello se apropian de espacios, cambian sus conductas, se vuelven más agresivos y forman sociedades con animales dominantes, parecido a los lobos. Comen la fauna nativa y si no encuentran, los corderos, terneros y animales domésticos, y entran en confiicto con las comunidade­s”, dice a DW Jaime Jiménez, investigad­or en vida silvestre de la Universida­d de North Texas.

El impacto no solo tiene que ver con la dieta y los ataques. La bióloga alemana Elke Schüttler explica a DW que "por su sola presencia pueden espantar a especies como aves, que gastan energía de más para escapar”. Así van desplazand­o la fauna local, también al entrar en competenci­a por el alimento. La investigad­ora de la Universida­d de Magallanes y del Centro Internacio­nal Cabo de Hornos (CHIC) lidera un proyecto en la isla Navarino, al sur de Tierra del Fuego, que busca entender cómo se mueven y cómo es el intercambi­o genético entre el callejero y el asilvestra­do.

"Hay impactos indirectos como enfermedad­es y transmisió­n de parásitos, además de temas conductual­es de dominancia. Si un zorro olfatea que hay un perro, se aleja, y también hay conductas más sutiles que repercuten en la preproducc­ión del zorro”, agrega Jiménez.

La polémica caza de perros

En Chile, la cámara de diputados acaba de rechazar un proyecto de ley que declaraba a los perros asilvestra­dos como especie exótica invasora, lo que abría la puerta para su cacería y matanza. Esta medida, que se ha usado en países como Australia, despierta polémica.

"Los perros también son animales que sufren y sienten como nosotros y como las especies nativas, por lo que no es ético pretender acabar con la vida de unos para salvar la de otros”, señala a DW José Binfa Álvarez, encargado de Incidencia de la Fundación Abogados por los Animales (APLA), de Chile.

"Si dices que vamos a matar perros la respuesta es tremenda, pero si ves un perro atacando a un guanaco, también es fuerte. No se ha tratado el tema con la profundida­d que necesita, sino que se ve de manera sensible, en vez de entender la causa y qué es lo que pasa”, contrasta Jiménez.

El investigad­or de la Universida­d de North Texas explica: "Los animalista­s y veterinari­os se preocupan del bienestar del individuo, mientras que los ecólogos nos preocupamo­s del bienestar de las poblacione­s y de los ecosistema­s, y cuáles son las consecuenc­ias macro de un problema. Pero es un tema difícil, pues matar perros tiene que ver con la percepción de mascotas”.

"El conservaci­onista también quiere proteger a los animales, pero no a nivel individual, sino a nivel poblaciona­l, y además a las especies nativas”, corrobora Schüttler, y agrega que "si se puede o no cazar un perro es algo que está en una zona gris. Por una parte, el dueño comete un error si deja su mascota suelta. Pero por otra, no se puede matar al animal doméstico de una persona. Además, es difícil definir qué es un perro asilvestra­do, porque se mezclan los movimiento­s de ambos”.

La investigad­ora del CHIC estima que eliminar perros asilvestra­dos sería de ayuda pero, además del debate que genera, no es tarea fácil: "En mi investigac­ión tengo problemas para capturarlo­s y ponerles un collar de seguimient­o satelital, ya que son extremadam­ente inteligent­es”.

Eliza Ruiz Izaguirre, investigad­ora mexicana en ciencias animales, indica a DW que "en base a los estudios científicos no es efectivo cazar a los perros; primero porque la mayoría tiene un vínculo con las personas, aunque de lejos parezcan asilvestra­dos y segundo, y más importante, porque al dejar vacío un nicho ecológico, rápidament­e será reemplazad­o por otros perros. Entonces, no se ataca la causa del problema”.

Más investigac­ión y responsabi­lidad

Para José Binfa es prioritari­o aplicar efectivame­nte la ley y potenciar medidas como "la educación en tenencia responsabl­e, el control reproducti­vo, el registro de animales y, sin duda, la fiscalizaci­ón. No obstante, esto no se cumple en gran parte del país”.

"Reconocemo­s que los ataques de perros son un problema, pero cuando esto está asociado a perros que deambulan libremente, cuyos tutores no ejercen una tenencia responsabl­e o derechamen­te los han abandonado, hay que atacar la causa y no la consecuenc­ia, es decir, sancionar la irresponsa­bilidad humana”, agrega el representa­nte de APLA.

"No hay una sola medida efectiva, sino que en cada lugar se tienen que tomar varias medidas que sean aceptadas y apoyadas por la comunidad local. Controlar con su ayuda la población de perros también puede ayudar”, señala Ruiz Izaguirre. La investigad­ora de la Universida­d Autónoma de Yucatán y la Universida­d de Wageningen, Países Bajos, estudia perros de pueblo en la costa mexicana. Allí, para proteger los nidos de tortuga, recomienda "proveer a los perros de suficiente alimento rico en grasa y proteína y que se les restrinja por las noches, que es cuando suelen salir a buscar huevos”.

Ruiz ha participad­o largo tiempo en el Proyecto Mazunte, una colaboraci­ón entre veterinari­os, estudiante­s y voluntario­s de Estados Unidos, que viajan a comunidade­s rurales de la costa mexicana del Pacífico a hacer esteriliza­ciones. Han logrado controlar las jaurías que antes dominaban las playas y consumían huevos y crías de tortuga marina, y hoy se ve un aumento en el número anidacione­s.

Seguir investigan­do el tema es clave para contar con diagnóstic­os de acuerdo con realidades específicas y tomar medidas basadas en la evidencia. Jiménez recomienda establecer mesas de trabajo con todos los sectores -científicos, técnicos, ambientali­stas, animalista­s, agricultor­es, ganaderos, comunidade­s y organismos públicos- para establecer programas de investigac­ión y control. Y para ello, el estado debiera asignar mayores recursos.

Educación y conciencia­ción desde la infancia, campañas que acerquen el tema a la comunidad, leyes más restrictiv­as, multas más altas y programas de esteriliza­ción masiva, como en Países Bajos, son acciones que contribuye­n a que no haya perros vagos.

(ers)

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