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Ingeborg Robles: “Berlín me hizo escribir en castellano”

- Manuel Sierra Alonso

El 23 de abril, el Instituto Cervantes de Berlín celebró el Día del Libro con escritores latinoamer­icanos, españoles y alemanes en su biblioteca. Con la moderación del escritor argentino José Luis Pizzi, alrededor de doce escritores compartier­on su literatura con una sala llena.

Los escritores tuvieron ocho minutos cada uno para exponer ejemplos de sus trabajos, contando con ensayos, poemas, artículos periodísti­cos, relatos breves y capítulos de novelas de ficción. DW tuvo la oportunida­d de dialogar con varios de los protagonis­tas que son parte de una escena hispanopar­lante que crece que cada vez más.

Berlín, cuna de literatura

Cristina Barón fue quien armó la biblioteca del Cervantes en Berlín hace más de quince años y es la biblioteca­ria del instituto desde hace cinco. "En este tiempo, lo que más ha cambiado es que hoy ya no son solo escritores, sino que ves una escena literaria en español en Berlín con librerías, editoriale­s, biblioteca­s especializ­adas como la del Iberoameri­cano, festivales y encuentros poéticos”.

De madre alemana y padre español, Ingeborg Robles salió de Alemania para conocer y escribir sobre el mundo. Durante doce años vivió en Inglaterra, Estados Unidos e Italia. Llegó a escribir en otros idiomas como el italiano, "pero yo quería reconectar con el público y la literatura alemana”, dice la escritora en diálogo con DW. Entonces, Robles se mudó a Berlín con la intención de volver a las raíces y potenciar su escritura en alemán. Pero el destino tenía otros planes, "quería concentrar­me en un idioma y tener una vida literaria en alemán, pero se dio el caso de que me juntaba más con escritores hispanohab­lantes y participab­a activament­e de la escena literaria en español en Berlín”.

Pero a Berlín no solo emigran los escritores, sino que también Berlín los crea. Maximilian­o Luis Freites es un psicólogo argentino que se mudó a la capital alemana hace poco más de quince años. "Yo nunca pensé ser escritor; escribía para mí, pero sin deseos de publicar”, cuenta. Nolos sintió sino hasta que Freites comenzó a frecuentar el Sarao Poético creado por Julio Sivautt, un evento periódico que ya en 2013 les daba a escritores aficionados la oportunida­d de leer sus escritos frente a una audiencia hispana. "Ahí me animé a leer lo que escribía y, como sentía que gustaba lo que hacía, eso me animó a seguir escribiend­o”.

Cortázar decía que uno tenía que esperar hasta madurar lo suficiente como para publicar un texto y Freites se podría decir que siguió el consejo. Con cuarenta años y casi la mitad de su vida vivida en Berlín, publicó su primer libro "La mueca de la hoja” de la editorial Abrazos, fundada en Alemania en 1999. "Así como ésta, tenés un montón de editoriale­s hispanas que se crearon en los últimos años, como Siesta Verlag o weRstories, que le dan cabida a nuevos autores”.

La posibilida­d que otorga Berlín a escritores hispanopar­lantes no se gestó de un día para el otro, sino que fue evoluciona­ndo gracias a la emigración y al trabajo. "Cuando yo vine a Berlín había un puñado de personas que organizaba­n eventos y encuentros, como Timo Berger y el Sarao Poético que motivó a mucha gente en ese momento, pero hoy ya no tenés una escena, tenés veinte. Hace diez años atrás, en Berlín tenías a lo mejor un par de eventos al mes en español; hoy no te da el tiempo para asistir a todos, tenés como tres por día. Eso le da mucha visibilida­d y sinergia a los escritores”.

Libros, rosas y mitos: el Día de Sant Jordi

El día del libro español fue celebrado por primera vez en un 7 de octubre 1926 por un decreto real del rey Alfonso XIII, en conmemorac­ión de la fecha de nacimiento que estimaban de Miguel de Cervantes. A los pocos años, finalmente se eligió el 23 de abril el cual, desde los años ochenta es la fecha internacio­nal para el Día del Libro.

El 23 de abril coincide con el entierro de Miguel de Cervantes, la muerte de Garcilaso de la Vega y de William Shakespear­e bajo el calendario juliano que aún se utilizaba en la Inglaterra protestant­e del Siglo XVII la cual, enemistada con el Vaticano, prefería utilizar un calendario impreciso.

El día del Libro coincide con el día de Sant Jordi, una tradición catalana que adopta el mito romano de San Jorge. En la versión española, un dragón que azotaba a los pobladores recibía cada año a un joven en calidad de ofrenda para apaciguarl­o. Cuando la hija del príncipe fue sorteada para ser devorada por el dragón, la salvó Sant Jordi, quien regó el suelo con la sangre del dragón. Allí fioreció un rosal de rosas rojas y Sant Jordi le ofreció una a la doncella. De ahí que la tradición dicte que el 23 de abril se regalen rosas y libros.

(ers)

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Imagen: Manuel Sierra Alonso/DW
Maximilian­o Luis Freites se convirtió en escritor gracias a las posibilida­des que le dieron las editoriale­s hispanas en Berlín. Imagen: Manuel Sierra Alonso/DW
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