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Ucraniana de 97a os cuenta la escalofria­nte huida de su pueblo bombardead­o

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Sentada en una cama en un centro de acogida en Pokrovsk, Lidia Lominovska cuenta lentamente su partida en medio del caos. Vestida con un suéter rosa y una falda con fiores, huyó del pueblo de Ocherétine (este de Ucrania) sin nada, después de un bombardeo.

"Solo Dios sabe quien bombardeó. No vi a nadie, solo escuché que habían disparado algo. No sé dónde fue ni quién fue", cuenta a la AFP esta mujer de ojos azules.

La localidad, que tenía unos 3.000 habitantes antes de la guerra, se sitúa a unos 12 km al norte de Avdiivka y ha sido intensamen­te bombardead­o en los últimos días.

Las tropas rusas controlan ahora una gran parte del pueblo y siguen avanzando en otras localidade­s del este de la exrepúblic­a soviética, invadida por Moscú en febrero de 2022.

Cuando Lominovksa decidió marcharse, cruzó un pueblo casi en ruinas y con cadáveres de soldados abandonado­s en el piso. "Camino y hay un soldado tirado ahí, ya muerto, al menos [su cuerpo] estaba cubierto. Y otro estaba tirado ahí, pero no estaba cubierto", recuerda.

"Casi todo estaba en llamas. Hoy, escuché decir que [los rusos] controlan ya la mitad [del pueblo]. No sé lo que pasa ahí. Lo incendiaro­n. Quemaron tantas casas", prosigue.

Caminar incansable

"¡Sufrí tanto! Pero saben, caminaba y no había nadie. Solo escuché disparos. Pensé que me iban a disparar mientras arrastraba los pies", cuenta.

Con ayuda de un trozo de tabla a modo de bastón, Lominovksa avanzó por la pequeña carretera que conduce a Pokrovsk, unos treinta kilómetros al oeste de Ocherétine.

"No tengo reloj, no tengo nada. Caminé mucho tiempo. Caminé, caminé, sin darme la vuelta", describe la mujer, con una mecha de cabello gris asomando por debajo de un chal colorido.

"Caminé y caminé y estaba cansada (...) ¡Ay dios mío!", repite refiexionan­do. Tras varias horas, Lominovksa contó que se topó con dos soldados ucranianos en un vehículo y que la ayudaron.

"Abuela, ¿adónde va?", le preguntaro­n. "Yo contesté: iré tan lejos como pueda, luego caeré en el pasto y pasaré allí la noche", cuenta la anciana. "Los soldados me dieron dos bocadillos. Comí uno. Ya no tenía fuerza para comer", señala.

Tras darle de comer, los militares llamaron a policías que la llevaron hasta Pokrovsk. Según Pavlo Diachenko, portavoz del cuerpo armado en la región, la nonagenari­a "recorrió una distancia de unos 10 kilómetros".

Según el portavoz, Ocherétine está destruido y la anciana es una de las últimas personas en haber dejado el pueblo. "Aún hay algunas personas, pero no sabemos cuántas, ni quién sigue vivo o está muerto", explica.

ee (afp, Kyiv Post)

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