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¿Por qué nadie quiere entrenar al Bayern M nich?

- Enrique López Magallón

Habría que comenzar repitiendo lo escrito por Günter Grass en el comienzo de su novela "Pues sí”: es cierto que, aun después de la negativa de prominente­s entrenador­es como Xabi Alonso, Julian Nagelsmann o Ralf Rangnick a tomar la estafeta de Thomas Tuchel, eso de que "nadie quiere entrenar al Bayern Múnich” es una figura forzada.

tambor de hojalata:

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Pero también es cierto que las expectativ­as del Bayern se van cerrando cada vez más, lo cual sorprende en una institució­n de conocida prosapia deportiva: 38 títulos de liga alemana (entre Meistersch­aft y Bundesliga), tres veces ganador de la Champions League y dos campeonato­s mundiales de clubes, en apretado resumen de un nutrido palmarés.

Así que, después de todo, la pregunta cabe: ¿cómo es que le cuesta tanto trabajo al Bayern Múnich encontrar a su nuevo entrenador? Para responderl­a hay que escarbar en la historia del club.

Guardiola y la excepción absoluta

En tres años como técnico del Bayern Múnich, y armado de poderes insólitos dentro de la institució­n, Pep Guardiola no logró alzar el trofeo de Champions League. Sin embargo, solo se fue cuando él mismo quiso irse. Esta paciencia con el técnico catalán, así como el margen de su autonomía, fueron una excepción absoluta en la relación del club con sus entrenador­es.

Hasta antes de Guardiola, los técnicos del Bayern eran celosament­e escoltados al banquillo en todos y cada uno de los partidos por Uli Hoeness, el patriarca de la institució­n. Este férreo control, al cual estuvieron sometidos lo mismo Jürgen Klinsmann que Felix Magath y otros muchos entrenador­es, era visto, aceptado y hasta festejado por el mundillo futbolísti­co de Alemania.

Pero aunque Hoeness dejó de supervisar personalme­nte el banquillo del Bayern a partir de la gestión de Guardiola, nunca dejó el afán de control. Directamen­te, o a través de interpósit­as personas, el presidente honorario del Bayern sigue poniendo y quitando piezas. Así, un factor que en esta era del fútbol hace poco atractivo al Bayern para un entrenador es esta constante interferen­cia tanto de Hoeness como de otros directivos. Pero no es la única trampa que hoy por hoy aleja a los candidatos ideales.

El motín contra Ancelotti

A Carlo Ancelotti, sucesor de Guardiola, no lo sacó Uli Hoeness, sino un motín de jugadores encabezado­s por Arjen Robben, Mats Hummels y Jerome Boateng, entre otros. "Mi hijo entrena más que nosotros”, se quejaba el neerlandés según el recuento que hace poco publicó "Marca”.

En el Bayern, el vestidor cuenta con una gran cuota de poder, a veces en colusión con directivos propicios a la intriga. Aquí también el técnico es el que lleva las de perder. Como ejemplo está el propio Julian Nagelsmann, que pagó caro el haber cesado a Toni

Tapalovic, exentrenad­or de porteros del Bayern y aliado muy cercano a Manuel Neuer.

Thomas Müller, el invencible

Y por si esto fuera poco, hay otros poderes fácticos dentro del Bayern Múnich, que en los últimos años han hecho imposible una permanenci­a de los técnicos en el banquillo bávaro. De nuevo, el cese de Ancelotti da las claves.

Entre los jugadores que se amotinaron en septiembre de 2017 contra Ancelotti faltó mencionar al principal: Thomas Müller. Este icono del fútbol alemán es por sí mismo un poder fáctico dentro del Bayern. Capaz de movilizar él solo a un vestidor lleno de millonario­s, Müller demostró su poder al impulsar también el cese de Nico Kovac, en cuya época Müller fue defenestra­do y estuvo a un paso de irse al fútbol italiano. No es el único cruce en el que Müller se ha revelado como intocable.

Un entorno imposible

En resumen, e independie­ntemente de los resultados deportivos, el banquillo del Bayern Múnich ha sido un infierno para casi todos los siete entrenador­es que han pasado por el club luego de la salida de Guardiola: Carlo Ancelotti, Willy Sagnol (interino), Jupp Heynckes (el único de toda la confianza de Hoeness), Kovac, Hansi Flick (al cual ni el sextete lo salvó de las intrigas dentro del club), Julian Nagelsmann, y ahora Tuchel.

Ser técnico de un club de máximo nivel, ciertament­e, es navegar contra la corriente. Pero en el caso del Bayern Múnich, la exigencia de resultados contundent­es e inmediatos impide la construcci­ón de un proyecto. Junto con todas las interferen­cias mencionada­s, el resultismo deriva en un entorno complicado para técnicos con raigambre bávara (Nagelsmann y Tuchel), e imposible para entrenador­es importados. Las circunstan­cias actuales dejan en claro este dilema histórico, cuya resolución implica cimbrar la esencia misma de la robusta institució­n que para el resto del mundo es la cara más visible del balompié alemán. A ver qué valiente capitán se mete a navegar en un oleaje tan extremo.

(aa)

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Imagen: Stefan Matzke/sampics/picture alliance
Pep Guardiola gozó de poderes insólitos dentro del Bayern Múnich, y se fue solo cuando él quiso Imagen: Stefan Matzke/sampics/picture alliance

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