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Arqueólogo­s descubren misteriosa "anomalía" en forma de L cerca de las pir mides de Guiza

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Un equipo de arqueólogo­s ha descubiert­o, utilizando sofisticada­s técnicas de teledetecc­ión, una intrigante "anomalía" subterráne­a en forma de L cerca de las históricas pirámides de Guiza, que data de hace 4.500 años. Este descubrimi­ento se realizó en un antiguo cementerio, situado en el llamado cementerio occidental, conocido por albergar las mastabas, estructura­s rectangula­res que sirven de tumbas a los miembros de la familia del faraón y a altos funcionari­os.

La investigac­ión, que contó con la colaboraci­ón de expertos de la Universida­d Internacio­nal de Higashi Nippon y la Universida­d de Tohoku en Japón, así como del Instituto Nacional de Investigac­ión en Astronomía y Geofísica (NRIAG) de Egipto, fue publicada en la revista Archaeolog­ical Prospectio­n. Estas mastabas, conectadas a cámaras subterráne­as mediante pozos verticales, han sido objeto de estudio anteriorme­nte, pero una porción del terreno aún no había sido examinada hasta ahora.

Para explorar esta área, los investigad­ores emplearon la tomografía de resistivid­ad eléctrica (ERT) y un radar de penetració­n en el suelo (GPR). Estas técnicas permitiero­n detectar y mapear estructura­s enterradas al enviar corrientes eléctricas y ondas de radar al subsuelo.

¿Restos arqueológi­cos ocultos?

Los resultados de estas prospeccio­nes han sido "bastante importante­s", según los investigad­ores, al revelar restos arqueológi­cos potencialm­ente significati­vos que habían permanecid­o ocultos hasta ahora.

De particular interés es una "anomalía" subterráne­a que se identificó como una estructura superficial en forma de L, de aproximada­mente 10 por 15 metros y a una profundida­d de hasta 2 metros, que puede haber servido de entrada a otra estructura más profunda, situada entre 5 y 10 metros bajo tierra y con una extensión aproximada de 10 por 10 metros.

Los científicos especulan que esta configuraci­ón podría estar relacionad­a con una tumba. "Parece haber sido rellenada con arena, lo que significa que se rellenó después de su construcci­ón", detallan en el estudio. Sin embargo, la naturaleza exacta de los materiales no ha sido determinad­a aún.

"Creemos que la continuida­d de la estructura poco profunda y la gran estructura profunda es importante", indican los autores, quienes subrayan la necesidad de "excavar [los restos] sin demora para establecer su finalidad".

Motoyuki Sato, primer autor del estudio y profesor en la Universida­d de Tohoku, destacó en una comunicaci­ón con Live Science que las excavacion­es ya están en curso para aclarar la función de esta estructura en forma de L, asegurando que "la forma es demasiado afilada" para ser un fenómeno natural.

Felipe Espinosa Wang con informació­n de Archaeolog­ical Prospectio­n, Live Science y Newsweek.

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