Diario Huarpe

La historia de una traición entre amigos por una gran suma de dinero

La relación entre un pescade‑ ro de Mar del Plata y un mecá‑ nico de Trinidad era la mejor. Éste lo recibía todas las veces que venía a la provincia por cuestiones de negocio hasta que decidió entregarlo por dinero.

- POR GERMÁN GONZÁLEZ PRENSA@DIARIOHUAR­PE.COM

De una buena relación de amis‑ tad y de “asados”, a una des‑ truida por la traición de uno de ellos que entregó al otro por una gran cantidad de dinero.

El empresario Jorge Martorella vino a la provincia por primera vez en el año 2000. Empezaba con un micro‑ emprendimi­ento de venta de pesca‑ do fresco en Mar del Plata y quería probar suerte en San Juan. Así se convirtió en uno de los principale­s proveedore­s de pescadería­s.

En el tiempo que transcurri­ó, Mar‑ torella conoció a José Benito, un me‑ cánico de Trinidad. Este tenía un camión, por lo que en algún momen‑ to, necesitarí­a uno. Pero la relación no quedó en el simple trato de clien‑ te y prestador de servicio, sino que trascendió a la amistad, a tal punto que Benito, a veces, lo esperaba con asados, según expresó el empresa‑ rio marplatens­e a DIARIO HUARPE. Pero todo eso cambió el 1 de sep‑ tiembre de 2016 en la pescadería Atlántico Sur, sobre calle Abraham Tapia. En la entrada del local comer‑ cial, Jorge Martorella sufrió un vio‑ lento asalto a mano armada de dos motochorro­s, que lo hirieron de bala y le sacaron una abultada suma de dinero: 450 mil pesos en efectivo y 150 mil en cheque.

EL ROBO Contado por la víctima

La víctima se animó a contar lo que pasó ese día a DIARIO HUARPE: “Re‑ alizaba mi trabajo como hace muchísimos años, estaba dentro de una pescadería en Trinidad, de es‑ palda a la entrada, de repente sien‑ to un caño en la nuca y me dicen: ¡dame la plata, dame el maletín! Pensé que era una broma de algún conocido, pero cuando me doy vuel‑ ta, me di cuenta que no”. El pescadero recuerda la secuencia como si hubiera sido ayer: “Era un flaco con un arma y un casco negro. Me manotea el portafolio, en el que llevaba las cobranzas y le digo: ʻ¡no, no me lo lleves!ʼ El tipo da un paso para atrás y me dispara en la pel‑ vis”, señaló. “Por suerte la bala que‑ dó adentro y no tocó ningún órga‑ no”, recordó aliviado. El damnificad­o estuvo varios días internado, hasta que pudo volver a la ciudad balnearia. Allí siguió con su tratamient­o psicológic­o por el daño mental que le produjo el hecho. “Hasta el día de hoy tengo miedo, pero como digo siempre: hay que meterle para adelante, no hay opciones”, señaló la víctima. El mecánico de Trinidad parecía to‑ talmente ajeno a la situación desde el violento robo hasta que Marto‑ rella fue trasladado al hospital Raw‑ son. Inclusive lo fue a visitar a la internació­n.

INVESTIGAC­IÓN Y JUICIO La hora de la verdad

Sin embargo, con el correr del tiem‑ po la inocencia de Benito se iba a ver complicada. El juez Ortiz, del Primero de Instrucció­n, lo dejaría en la mira junto con otros tres cómpli‑ ces del robo: Sebastián Aguirre, Brian Castillo y Mario Giménez. Según la investigac­ión provisoria, José Benito era “el entregador”; Brian Castillo fue el que hizo “la in‑ teligencia” a Martorella; Sebastián Aguirre era el que manejó la moto y Mario Giménez fue el que ejecu‑ tó el robo. Sin embargo, la Justicia procesó a Benito, Aguirre y Castillo como coautores del robo y sobre‑ seyó a Giménez por no encontrar pruebas. Dos años después, el jui‑ cio llegó.

El viernes pasado, el juez de la Sala Tercera de la Cámara Penal Eugenio Barbera condenó a 7 años y medio a Aguirre, mientras que a Benito y Castillo a 7.

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Los tres implicados en el violento robo ya fueron procesados.

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