Ecoaldeas: La tendencia de elegir vivir en el campo
El encierro que trajo la pandemia por coronavirus hizo que un fenómeno que se desarrollaba mundialmente pisara San Juan.
Tras el anuncio de la cuarentena estricta, más de uno deseó tener una casa de campo para poder sobrellevar el encierro con un poco más de libertad.
En San Juan se puede vivir en un entorno rural y estar en 30 minutos en la oficina o, bien, optar por una vida más sencilla, tranquila, lejos de todo y cerca de la naturaleza. Paula Quiroga, ingeniera en alimentos, profesora de yoga y emprendedora, se decidió por la segunda opción y puso en marcha una idea que había visto fuera del país. La pandemia y la necesidad de llevar una vida más acorde a sus principios la empujaron a lanzar Colonia Pan de Azúcar, el proyecto de una ecoaldea en la que cada propietario vivirá de forma simple, sustentable y de manera comunitaria.
“A raíz de la cuarentena resurgió en mí el deseo de vivir en el campo. El desplazarse de la ciudad a la periferia es una tendencia que crece cada vez más en el mundo y que quiero desarrollar en San Juan. En este caso, también tendrá que ver con una nueva forma de vivir. La idea es reunir ocho familias que deseen una vida en comunidad, cultivar sus propios alimentos, convivir de manera amigable con el medio ambiente”, explica Paula. Colonia Pan de Azúcar está ubicada en Rawson, en calle América y 19. El entorno que rodea a la comunidad es campestre, con el cerro de Barboza adornando el paisaje. Pero en 30 minutos en auto, se puede estar en la ciudad. “Son 30 hectáreas que serán divididas en 9 lotes, cada parcela tendrá 2.000 m2 y la idea es trabajar los espacios comunes para fortalecer la vida en comunidad, con huertas comunitarias, talleres sobre permacultura, clases de yoga”, explica la desarrolladora, a lo que añade que cada propietario
podrá elegir el diseño de su casa aunque este deberá seguir principios de diseño basados en los patrones y las características del ecosistema natural.
Ante la consulta sobre los candidatos a vivir en la ecoaldea, Quiroga se expresa esperanzada: “Los sanjuaninos somos familieros y desde hace tiempo que existe un deseo generalizado de mudarse al campo, llevar una vida más tranquila. En este sentido, el objetivo principal de este proyecto es poder llevar una vida más simple, volver a nuestras raíces, cultivar, criar a nuestros animales como lo hacían nuestros abuelos”.
Arquitectos especialistas
La permacultura tiene que ver con el uso armonioso de la tierra y los flujos de energía, se basa en el buen diseño de las construcciones naturales y una organización social y económica comunitaria. Desde el punto de vista de la arquitectura, los profesionales se encargan de desarrollar estrategias basadas en los principios de la bioclimática y el aprovechamiento de los recursos naturales. En este sentido, el objetivo es claro: combinar de forma armoniosa y respetuosa la vida de plantas, seres humanos y animales, para satisfacer las necesidades de cada uno de ellos. En la provincia hay profesionales que están desarrollando sus estudios en la materia, uno de ellos es Mariano Matar Arturo, especialista en construcción en tierra, el encargado de el diseño de la primera parcela de la colonia, espacio que será utilizado para actividades comunes a toda la comunidad.
“Se trata de un edificio que seguirá lineamientos de diseño ecológico, con la incorporación de estrategias bioclimáticas que logran minimizar el gasto energético que supone un edificio de este tamaño. Asimismo, se materializará con una estructura resistente de madera y se cubrirán sus paños de muro con listones de madera rellena y recubierta con tierra y fibras vegetales. Tendrá tratamiento de aguas residuales con humedales artificiales y baño seco. Todo esto enmarcado por un diseño paisajístico predominando por huertas, bosque de frutales, pileta ecológico / reservorio, espacios de sombra y abundante naturaleza”, indica el profesional sobre su proyecto en el lugar.
Ecoaldeas, algo no tan nuevo
Son pequeñas comunidades autosuficientes que viven de manera respetuosa con el medio ambiente. En el mundo existen alrededor de 10.000 villas de este tipo, que se desarrollan en zonas rurales y cuyos miembros construyen relaciones basadas en principios de cooperación, autoconsumo, energías renovables y materiales ecológicos.
El origen de estas aldeas es incierto, aunque su reconocimiento internacional vino de la mano del primer encuentro de ecoaldeas, en 1995.
El desarrollo de las ecoaldeas se basa en un principio fundamental: el respeto de las personas y del entorno. “La idea es volver a nuestras raíces, vivir de forma simple como lo hacían nuestros antepasados”, indica Paula Quiroga, que actualmente se encuentra en la búsqueda de ocho familias que deseen integrar su comunidad.