Fe y Alegría, talleres que le dan una oportunidad a presos y personas LGBT
Se dan oficios que sirvan como salida laboral para quien lo necesite.
Fe y Alegría es la ONG internacional que en su sede San Juan brinda talleres de formación profesional a presos, personas del colectivo Lgbtiq+ y de bajos recursos. Su tarea es demostrarle a un sector marginado que puede mejorar, que tiene potencial y hacer cosas grandes. Silvina Ruarte, una de las voluntarias que más tiempo lleva en los talleres, fue quien explicó cómo funcionan estos espacios que devuelven la esperanza y muestran el potencial que tienen a personas “olvidadas” por la sociedad. Lo primero que contó es que funciona en dos “sedes”: una es en la casa Genesaret, en Capital, donde se da peluquería, cocina, corte y confección y computación; la otra es en “La Higuera” que funciona en el Servicio Penitenciario, allí sólo se da peluquería y corte y confección. Silvina cuenta sobre el proyecto: “Esta es una gran familia, es el espacio en donde no sólo se aprende, también se contiene. Las alumnas vienen acá y cuentan sus problemas, lo que les pasa en el día a día y también sus logros, alegrías y sueños. Insisto, no es sólo aprender, es acompañarse”. Estos talleres nacieron en 2019 como un proyecto de extensión universitaria, a partir de ahí Fe y Alegría siguió, ni la pandemia los frenó porque los cursos y las charlas se siguieron dando en forma virtual.
Otra de las voluntarias es Edith Moreno, ella imparte peluquería a los varones de “La Higuera”. “Es muy fuerte lo que se genera en los talleres, porque en el Servicio Penitenciario ellos saben que hicieron un daño, pero cuando hacen una trenza, lo hacen con tanta dedicación. Y es porque aprenden para después trenzar a sus hijas. Hay una voluntad de cambiar, ellos quieren cambiar, quieren reparar lo que hicieron, pero para eso hay que dar estos espacios”.
Si bien Fe y Alegría tiene un origen católico, fundado en Venezuela por un cura jesuita, tanto Silvina como Edith cuentan que el espacio es gratuito y abierto. Allí no importa religión, orientación sexual ni raza. "Nosotros trabajamos con personas", dice Edith.
Cada clase es una oportunidad, las alumnas que asisten comentaron que gracias a los talleres descubrieron que “eran buenas en algo”. Una de ellas dijo “yo estuve detenida, ahí empecé con los talleres. Empecé con estética y me di cuenta de que era buena maquillando. No sé si de otra manera hubiera podido descubrir eso, o hablar frente al público o pensar en que podía tener mi negocio”.
El ambiente que se vive en Genesaret es de camaradería, es habitar una casa. Se escuchan risas, hay consultas sobre cuánto tiempo hay que dejar horneando un pan, es una casa viva, en la que cada persona es una luz que quiere brillar más.
En el caso de ganar, el dinero del premio se utilizaría para comprar más insumos y herramientas para los talleres como secadores de pelo, batidoras y multiprocesadoras, entre otros insumos.
“Esta es una gran familia, es el espacio en donde no sólo se aprende, también se contiene”
Silvina Ruarte, sanjuanina solidaria.