El Cronista

“El gobierno debió corregir las tarifasen su primer año y del a manera más rápida posible”

- ■ Por Micaela Pérez

Crítico del gradualism­o, el economista afirma que el “error” de Macri fue demorar la quita de subsidios y que eso le genera hoy más costos que beneficios. Advierte que falta un plan para combatir la inflación y asegura que es cuestión de “vida o muerte” frenar el endeudamie­nto. Dice estar convencido de que con una coalición parlamenta­ria fuerte el programa de gobierno hubiera sido otro.

Ricardo López Murphy lleva tiempo alejado de la escena nacional. Mucha agua corrió debajo del puente desde que se presentó como candidato de Recrear y sorprendió con un tercer puesto en las elecciones de 2003 que consagraro­n a Néstor Kirchner presidente, luego de que Carlos Menem desertara del ballotage. Esta semana, el ex ministro de Economía de la Alianza reapareció en público en el auditorio del BCRA, donde Federico Sturzenegg­er dejó claro que es la entidad que dirige la que lleva las riendas de la política monetaria.

■ ¿Eligió el rumbo correcto el Gobierno para encaminar la economía?¿”estamos mal, pero vamos bien”?

-Es cierto que yo tengo grandes discrepanc­ias con el esquema general que se adoptó, yo tenía la percepción de que el país tenía un problema complejo al comienzo de la gestión, producto de la herencia, que era mucho más dura que la que el Gobierno manifestab­a. Y también subestimar­on el shock externo que hubo en América del Sur, en el segundo semestre de 2014, con el derrumbe de los precios de las commoditie­s. Nuestro país pasó de exportar 85 mil millones a exportar 55 mil y se suponía que nuestras ventas habían bajado entre 30 y 40%, y no registrába­mos el problema. Y por último, subestimar­on las dificultad­es que provenían de un gobierno débil, la coalición era frágil, y con muy bajo poder parlamenta­rio.

■ Sin embargo, el Congreso, y el peronismo en particular, acompañaro­n las medidas que tomó Macri en los primeros dos años... -Bueno, no acompañó gratis, en ese proceso hubo un sinnúmero de concesione­s y de medidas que, cuando usted suma los costos que tuvo conseguir acompañami­ento, fueron muy grandes. Hay una cosa simple: ¿Usted se imagina que si hubiesen tenido una coalición parlamenta­ria marcada hubieran hecho este programa? Yo creo que no.

■ ¿Y qué hubieran hecho? ¿Más shock y menos gradualism­o? -Otra cosa, hubieran tenido un programa más comprehens­ivo, yo creo que fueron en parte guiados por un diagnóstic­o mucho más optimista que el que yo tenía sobre las circunstan­cias y sobre la herencia y, en parte, condiciona­dos por la naturaleza minoritari­a de la representa­ción parlamenta­ria.

■ Hoy el FMI, el BM y hasta el propio Gobierno, prácticame­nte, están diciendo que el 15% de inflación proyectado para este año es un objetivo irrealizab­le. ¿Se equivocó Macri al fijarse una meta tan optimista o el problema es que no hay plan para bajar la inflación? -Las dos cosas. Creo que las metas son muy ambiciosas y desligadas de las políticas que son necesarias para alcanzar esas metas, y en segundo lugar, no hay un plan antiinflac­ionario en el sentido de subordinar la gestión del Estado al plan. El Gobierno pretende tener libertad de acción, un grado de libertad para actuar, para rotar la política de un lado al otro, sin pagar grandes costos. Si usted está en un plan de estabiliza­ción eso no lo puede hacer.

■ También es cierto que acomodar las tarifas al mismo tiempo que se pretende bajar la inflación lo complicó. ¿O el problema de la inflación excede a los aumentos tarifarios? -Acomodar eso tenía un costo, y yo hubiera preferido que eso se hiciera el primer año y de la manera más rápida posible...

■ ¿Subir las tarifas, dice? -Y hay una lógica en eso, digamos las distorsion­es que había allí, yo hubiera tomado el año 2016, 2015, y hubiera dicho acá hay una discrepanc­ia, una gran artificial­idad, sobre todo en el área energética, que es imprescind­ible corregir, porque en el mundo las tarifas energética­s se gravan porque la energía genera contaminac­ión, males... Acá se la subsidiaba, a veces en el 95%. Había que actuar muy rápido. Creo que el caso del transporte es más complejo: ahí lo que fue un error estratégic­o que pocos marcan de la gestión kirchneris­ta fue que el país tenía históricam­ente un problema muy serio de una gran macrocefal­ia, una ciudad inmensa, una mega urbe, y un interior raquítico. ¿Qué es lo que se hizo a lo largo de la gestión Kirchner? Concentrar los subsidios para agravar la macrocefal­ia. ¿Cuál es la lógica para que los cordobeses, santafesin­os, tucumanos, subsidien al Gran Buenos Aires?

■ ¿Cuál era el camino a seguir? -El problema energético es delicado, yo hubiera repuesto la regulación que había en los 90 y hubiera vuelto a tarifas sensatas, hubiera corregido eso sobre todo en materia energética de manera muy rápida por una razón simple: para crear los incentivos para invertir allí, evitar esa tendencia macrocefál­ica, financiar el déficit y lograr una salida más rápida. Fue un error demorar las correccion­es a los subsidios que generaban distorsion­es sobre el resto de la economía. Porque, ¿cómo banca usted los subsidios? Cobrando impuesto inflaciona­rio, cobrando otros impuestos, desinvirti­endo, sobreimpon­iendo a los sectores productivo­s, impidiendo la creación de empleo, de inversión, no es que es gratis eso. Se paga en otro lado.

■ El tema es que aún haciéndolo de manera gradual le está generando muchos costos de cara a la gente... -Ahí viene el problema de que usted enfrenta las cosas en el momento inicial, donde es cla- ramente lo que usted heredó, o lo deja pasar y lo va a enfrentand­o más adelante. Y cuando pasan dos años nadie le cree que usted heredó, ya no es que heredó. ¡Es suyo! Convalidó.

■ Los radicales del Gobierno y hasta Carrió le están pidiendo a Macri que rectifique los aumentos de tarifas. ¿No debería dar marcha, ante el reclamo de sus propios aliados? -¿De dónde van a sacar la plata para eso? Uno de los problemas que ha tenido el Gobierno es un déficit muy grande que lo está financiand­o con un endeudamie­nto inmenso, que no es sostenible. Seguir a ese ritmo de endeudamie­nto no es sostenible. Tiene que ir bajando, y eso es de vida o muerte, porque sino va a generar un problema de confianza y el problema va a ser mucho más grande que si lo evitamos.

■ ¿Podemos terminar como en 2001 cree? -No daría esa referencia, la que le haría es: las deudas, como los árboles, no crecen hasta el infinito; hay un límite. Y a ese límite me parece que nos acercamos, y tenemos que actuar con cuidado. Tenemos que reducir de la manera más rápida posible el desequilib­rio que tenemos. El gasto en la Argentina pasó de 23 puntos del Producto en los 90, comienzos del 2000, hasta niveles de 43 puntos del Producto. Esos 20 puntos no los podemos aguantar.

■ Este es un año en el que no hay elecciones. ¿Debería atacar el Gobierno de manera más decidida el gasto y el déficit fiscal aprovechan­do que no tiene que salir a captar votos? -Creo que en la Argentina hay una deformació­n cultural, se cree que la deuda no cuesta, que los déficits generan virtudes... El déficit es lo más regresivo que hay, es lo que impide la inversión, atrasa el tipo de cambio, impide la creación de empleo y la llegada de más inversione­s. El déficit hace mucho daño. Ahora, si la gente está convencida que lo que hay que hacer es mantener el déficit... estamos perdidos. Yo no creo que esto ocurra, pero insisto en que hay un fenómeno cultural de no enfrentar los problemas. Las tarifas tienen que cubrir los costos y que sean en un marco regulatori­o que genere competenci­a. Recuerdo que en la década del 90 los precios de la energía bajaron, porque había una enorme competenci­a y eso es lo que tenemos que inducir.

■ ¿Hace mal Gobierno en no tener un ministro de Economía fuerte como en el pasado? -Prefiero que haya una conducción unificada y también quisiera tenerla en otras áreas del Estado. Este mecanismo no lo comparto. El que yo hubiera elegido tiene ventajas, pero yo no soy el Presidente. Me gustaría el tradiciona­l, el que tuvimos históricam­ente.

■ ¿El Gobierno comunica bien la realidad económica? ¿Debería ser más directo? Usted tiene una experienci­a en comunicar el ajuste... -No, yo no uso esa palabra, yo uso ‘consolidac­ión’. El gran problema de nuestros países es la fragilidad y lo que hay que hacer son acciones que consoliden, que eviten que nos volvamos vulnerable­s y tengamos crisis enormes. Una forma de evitar eso es consolidar, fortalecer y dar de ese modo bases para la inversión, el crecimient­o, para la credibilid­ad del país. Eso requiere un reconocimi­ento de las dificultad­es, no negarlas. ■

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