Macri es el responsable de la inflación
Con el índice de precios al consumidor de 2,3% de marzo y el acumulado de 6,7% trimestral va quedando claro que la meta inflacionaria de 15% para 2018 es imposible de alcanzar. Más aún cuando en el mes de abril, tarifazo del gas y aumentos de transporte mediante, el número volverá a superar con claridad el 2%. Casi todos los economistas empezamos a acordar que lo más probable es que terminemos el año con una tasa de inflación superior al 20%.
¿Por qué sucede esto? Ahí se acaba el acuerdo dentro de la profesión. Los economistas liberales comenzarían respondiendo repitiendo el “mantra” de Milton Friedman: “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”. Desde ahí hablarían del fracaso del programa de metas de inflación del Banco Central y de la utilización como herramienta principal y cuasi-única de la tasa de interés de referencia. Dirían que todo es “culpa” del gradualismo en la baja del gasto público y tal vez recomendarían pasar a una política de fijación de agregados monetarios. Traducido: dirían que el problema es que el gobierno de Macri “gasta mucho” y que por eso emite tanto como el gobierno anterior. Su receta final es la de siempre: ajustar más aún que lo que ya se están haciendo, echando a más trabajadores del estado y liquidando más aún la salud y la educación pública y recortando las ya recortadas políticas sociales.
Nuestro enfoque parte de un planteo totalmente inverso. El gobierno de Macri dice discursivamente que la baja de la in- flación es su principal objetivo. Falso. Su prioridad es garantizar y aumentar las tasas de ganancia de los grandes capitales que operan en la Argentina. Y a eso subordina todo, incluso los resultados de su política antiinflacionaria. Veamos: en el mes de octubre pasado liberó el mercado de combustibles. La consecuencia fue una seguidilla de subas en los precios de las naftas. En diciembre comenzó a dejar correr una disparada del tipo de cambio, no saliendo a pararla hasta el mes de marzo, a pesar de contar con reservas de sobra para hacerlo. Se garantizaba así una mayor rentabilidad en particular para los monopolios agroexportadores. En enero se dio una nueva tanda de tarifazos como parte de la política de modificación de precios relativos y recomposición de las ganancias de las empresas de servicios públicos privatizados. Al mismo tiempo continúa la política de “liberalización” y ausencia de controles de sectores oligopólicos y monopólicos que siguen manejando a discreción las cadenas de precios.
Es obvio que todo esto es lo que ha provocado la suba de precios de estos meses. Poco o nada de esto es explicado por “la emisión monetaria”. Conclusión: la inflación es un flagelo porque pulveriza el bolsillo de los trabajadores, los jubilados y los perceptores de planes sociales. O sea del conjunto de los sectores populares. El gobierno usa la “lucha contra la inflación” como una excusa para ajustar, bajar jubilaciones o poner techos salariares. Por eso hace cosas que son contradictorias con alcanzar sus propios objetivos en ese sentido. No es un problema de gradualismo versus mayor ajuste. El ajuste del gobierno de Macri no tiene nada de “gradual” y se viene desarrollando desde el comienzo de su mandato. Si el gasto público no bajó, se debió a la fortísima suba de los pagos de intereses de deuda.