El argumento que une a todas las partes: aliviar la crisis es alejar al kirchnerismo
Al sector empresario no le causaron ninguna gracia los acuerdos que el Gobierno prácticamente impuso en la mesa de diálogo social. No ven como una buena señal que el Poder Ejecutivo, que siempre defendió las paritarias libres (aunque sea como argumento para no tener que definir un porcentaje de aumento testigo) ahora haya dispuesto una intervención directa, con un decreto que obliga a todas las empresas a disponer un plus de emergencia. Las entidades que se sentaron a la mesa junto a la CGT no tuvieron mucho margen para oponerse, porque también son conscientes de que una inflación anual de 45% dejó muy atrás los acuerdos salariales del primer semestre. Solo les quedó tratar de achicar el daño en la negociación de la letra chica
En la CGT tampoco quedaron todos contentos. Había algunos dirigentes más duros, que aspiraban a lograr un cerrojo más efectivo para evitar despidos sin causa. Pero los negociadores eligieron ir a fondo con el bono de $ 5000 y ser más contemplativos con aquellas empresas que tengan que bajar plantel. La Secretaría de Trabajo solo armará un procedimiento administrativo con una instancia previa de diálogo, algo similar a la conciliación ya existente pero sin efecto obligatorio.
El más contento con el resultado es el propio Presidente. Macri estaba decidido a evitar cualquier imagen de conflictividad interna que empañara la cumbre del G20. A la vez, lo ilusiona la chance de que diciembre genere un repunte del consumo y aporte mejores números a la economía. Se peleó con los empresarios, pero su mensaje no tuvo grises: contribuir en algo para aliviar esta crisis es poner más lejos cualquier hipótesis de regreso del kirchnerismo.