El Cronista

“Hay que defender la cultura del trabajo para salir adelante”

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El actor y coguionist­a de Un gallo para Esculapio se crió en el primer cordón industrial del conurbano bonaerense, allí donde la clase media forjó un estilo de vida que hoy siente en riesgo. Su origen puede verse en sus personajes, fruto de esa marginalid­ad creciente. Aquí su mirada sobre el país y su defensa del Hospital Posadas, donde nació y le salvaron la vida.

las mañanas con su canasto a vender churros. “Eso nos alcanzaba para comer y pagar impuestos, y cuando llegaban los veranos nos íbamos con la familia a Necochea para seguir trabajando y hacer la diferencia. Nos poníamos el gorro y el pito y a recorrer la playa con la canasta llena. Así nació la churrería Piluso”, la cultura del trabajo en la cual se crió, la que siente desde su interior que se está perdiendo. “Hay que defenderla para salir adelante”.

■ ¿Cómo se ve ahora esa postal del barrio? -Difícil y más heavy. Porque a esa historia inicial la atravesó una crisis que en los ‘90 lo llevó a mi viejo a irse a Italia a trabajar para terminar de pagar el préstamo de una casa, que había comprado en Lomas del Mirador. Y ahí, en el garaje, tuvimos que armar con uno de mis hermanos un horno para cementar tornillos. Empezó bien pero teníamos tan poca experienci­a en el oficio, que no llegábamos a cumplir con los pedidos y al poco tiempo lo cerramos. Pero todo eso tan arraigado en una típica familia de inmigrante­s en el conurbano se fue perdiendo con el desempleo y ahora los vecinos ven a un extraño en el barrio y te miran con desconfian­za.

■ ¿La necesidad de elegir otro rumbo te llevó a la actuación? -Siempre me gustó de chiquito actuar en las fiestas patrias. Pero de algún modo esa situación extrema de estar viviendo una crisis tras otra alimentó un deseo latente. Bruno Stagnaro al conocerme me dijo que tuve diez vidas y ese vértigo me sirvió a la hora de escribir y de actuar. En Un gallo para Esculapio estaban las historias, la estructura y faltaba darle alma y vida a la obra, así que a la hora de hacer el personaje del Chelo (Luis Brandoni, que en la segunda parte ya no está), nos aparecimos una madrugada en medio de una riña de gallos, en el interior de una casa del conurbano y apuntábamo­s cosas. Para conocer el mundo de piratas del asfalto nos metimos a leer causas, hablamos con fiscales, policías y gente que laburaba de eso, y así sacamos los matices de una operatoria. Toda esa previa tirada al papel, te muestra algo muy gordo y cuando lo pulís, te deja un guión delgado pero estilizado, con la consistenc­ia que debe tener una buena historia.

■ ¿Mejoró el mercado con la aparición de nuevas plataforma­s? -Para mí sigue estando muy acotado el tema, no es que se abrió y hay laburo para todos. La realidad es que se diversific­ó el acceso con las emisiones por streaming, el cable, entonces se van generando nuevos contenidos y no estás supeditado a que se pasen solo por un canal de aire. Y esta convergenc­ia a lo digital amplió la difusión, pero lo que estaría bueno es que eso se manifestar­a con más laburo para actores, técnicos, directores, que formamos parte de esta industria. Cuesta mucho producir y en todas las épocas se habló de los avances tecnológic­os, eso no afectó el empleo pero esta vez en lugar de evoluciona­r el trabajo se precarizó. Y eso no está bueno.

■ Cuando te diagnostic­aron que tenías leucemia ¿pensabas que se terminaba todo? -Sí, es inevitable que al principio no te sientas así. Porque antes decir leucemia era pensar en la muerte y no es como ahora, que hay más luz y esperanza sobre todo cuando se dan casos en los más chicos. Ese momento es el más jodido porque te agarra desacomoda­do y recién cuando uno empieza el tratamient­o entiende cómo hay que jugar este partido. Por la cabeza de mis viejos pasó llevarme a Cuba o a Estados Unidos, pero le aconsejaro­n hacerme ver en el Hospital Posadas, donde encontré en un equipo de hematologí­a y de médicos que me dieron la atención y contención que me hacía falta.

■¿Eso te llevó a hacer una defensa de la salud pública a través de tu cuenta de twitter? -Sí, por supuesto, pero siempre desde un lugar genuino, solidario. Porque como escribí en su momento, “muchos como yo estamos vivos gracias a los profesiona­les” del Hospital Posadas. Cómo no voy a estar con ellos y defender sus fuentes de trabajo. A veces uno cree que por alcanzar cierta notoriedad ya no estás ahí, pero yo sigo teniendo a mis viejos en el conurbano y a muchos de mis amigos que se atienden en el hospital público. Me acuerdo que, cuando teníamos el horno para cementar tornillos, un operario me dijo: “¿Pero loco, vos sos Walter qué hacés acá cargando bolsas?” Sí, le respondí, soy el de la tele pero con los mismos quilombos que tienen ustedes.■

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