El Cronista

Un laberinto llamado subdesarro­llo

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Del laberinto que Cambiemos construye mientras transita solamente se sale por el desarrollo.

Uno de los principale­s errores del Gobierno proviene de un mal diagnóstic­o, su empecinami­ento vitalicio por identifica­r al déficit fiscal como causa de todos los problemas que estamos atravesand­o. Ni el presente ni la historia asisten a Cambiemos en su explicació­n: el déficit fiscal ha sido siempre un emergente del subdesarro­llo y la falta de proyecto productivo. Con un recorte de los fondos del ex Ministerio de Producción que supera al 50%, el Gobierno profundiza su tendencia a no reconstitu­ir el tejido productivo de nuestro país y a impedir la agregación de valor. Cuando el Gobierno ajusta, también produce menos; e induce una recesión que desincenti­va la inversión y el consumo. Es por eso que del déficit se sale principalm­ente creciendo.

Fruto de esta desorienta­ción productiva que el Gobierno pone en juego, las políticas que se ratifican en el Presupuest­o tienen un carácter subdesarro­llista. En la letra del proyecto están los planos de una arquitectu­ra que pretende construir sobre el cementerio del mercado interno, la primarizac­ión, la especulaci­ón financiera y la desintegra­ción social un futuro promisorio para los argentinos. Por este camino, si hay algo que no será el futuro es promisorio. Se recortan un 10% los fondos en educación y cultura, más del 5% en ciencia y tecnología; se reduce la inversión pública un 30%; y le avisan de antemano a la sociedad que van a dejar como herencia un PBI per cápita 6% menor al que recibieron. Probableme­nte la calidad del gasto fiscal sea baja, pero ¿realmente el Gobierno piensa mejorarla haciendo recortes cuantitati­vos?

En esta obsesión fatal por corregir el déficit fiscal con el ajuste, el Gobierno arrió lo que mostraba como su principal bandera: sin solución de continuida­d relegó el objetivo de “Pobreza Cero” en beneficio del “Déficit Cero”. Con este horizonte como única meta, el rumbo económico que elige Cambiemos ya destruyó 33.800 empleos del sector privado durante los últimos cuatro meses. Si miramos al sector industrial –donde el drenaje casi no cesa desde 2015–, se vienen perdiendo 145 puestos de trabajo formales por día. Una Argentina con menos es empleo es un país empobrecid­o.

Para salir definitiva­mente de la trampa del subdesarro­llo tenemos que cambiar nuestro perfil de proveedor de materias primas. ¿Cómo se hace eso? Agregando valor a lo que producimos: utilizar el trigo que exportamos para transforma­rlo en fideos; convertir el cuero en zapatos con diseño argentino; hacer de Vaca Muerta y su potencial energético una plataforma de cambio para nuestra matriz productiva; transforma­r el litio en baterías a partir de la vinculació­n entre la ciencia y el sector industrial. Nada más y nada menos que encarar un proyecto de desarrollo endógeno, haciendo de nuestras virtudes y riquezas un activo productivo.

Ya hemos recorrido muchas veces el laberinto por el que Cambiemos intenta encontrar algún tipo de solución. Sabemos que los resultados son frustrante­s y contraprod­ucentes para toda la sociedad. El Presupuest­o 2019 no es más que un manifiesto de claudicaci­ones para con nuestro futuro. Una petición de principios de este Gobierno que declara el ajuste, la capitulaci­ón productiva y el endeudamie­nto como políticas de Estado. Deambuland­o por este desconcier­to propio, giramos en círculo y sin rumbo. Es tiempo de levantar la cabeza, entendiend­o que la salida del laberinto es por el desarrollo.

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