Copas: la forma es lo que cuenta
Beber un blanco, tinto o espumante en la copa adecuada no se reduce a una cuestión estética o meramente convencional, sino que, por el contrario, la forma es un factor clave para descubrir y apreciar los atributos de cada estilo de vino. Una copa consta de tres partes: el cáliz, el tallo y el pie. La longitud del tallo y el ancho del pie responden al diseño o arquitectura de la copa, mientras que los cáliz son estudiados atendiendo a su forma, tamaño y diámetro de boca para potenciar la intensidad de aromas, resaltar la textura y percibir el equilibrio entre la fruta, los elementos minerales, la acidez y los componentes amargos de un vino.
Muchas son las fábricas de copas que tiene en cuenta y trabajan en esto, siendo seguramente Riedel la más conocida a nivel mundial. La dinastía Riedel de fabricantes de vidrio austríacos se remonta muy atrás en la historia, a la invención y la creatividad de una estirpe iniciada por Johann Christoph (1673-1723), el primer miembro de la familia Riedel en ingresar al negocio de la cristalería de lujo. Johann comercializó sus creaciones nada menos que a fines del siglo XVII, en el noroeste de Bohemia, cerca de Haida y Steinschönau, que a principios del siglo XVIII se convertirían en las grandes capitales del cristal de Bohemia. Luego de trabajar durante años junto a su padre, su hijo Johann Carl Riedel (1701-1781), segunda generación del negocio, se especializó en la pintura sobre vidrio. En 1723 se casó con Anna Elizabeth, descendiente de una acaudalada familia de la industria del vidrio y estableció su propia cristalería en Neuwiese. Desde aquellos tiempos hasta el día de hoy, bajo la presidencia de Maximilian J. Riedel, fueron once las generaciones de esta familia que dedicaron su vida a la confección artesanal de copas, decantadores y accesorios de cristal fino y vidrio. Actualmente, los productos de esta marca son auténticos objetos de deseo para los aficionados al vino y las espirituosas de todo el mundo, ya que potencian el disfrute y la expresión de las distintas bebidas.
Cuestión de formas
Los diseños de Riedel no nacen en un tablero de dibujo, sino que son la consecuencia de múltiples ensayos y cuentan con la colaboración de catadores y expertos de todo el mundo. La copa es, según la firma, un instrumento para transmitir y potenciar las características del vino.
Al cabo de años de investigación y desarrollo, Riedel acumuló una buena cantidad de razones científicas para explicar por qué la forma de una copa influye sobre el bouquet y sabor de las bebidas alcohólicas. Por eso, y aunque sus copas son atractivas en sí mismas, el desarrollo de estos objetos intenta ir más allá de lo estético, ya que lo que se busca es lograr herramientas para captar el mensaje detrás de cada variedad de vino. Lo importante es, entonces, fabricar copas técnicas, además de estéticas, para que la esencia de la bebida pueda ser disfrutada en su totalidad.
El diámetro, el ancho, la altura o el tipo de cristal de una copa se deben adaptar a las características de cada estilo de vino y tipo de uva. Por ejemplo, el diámetro de una copa influye en la oxigenación, mientras que el grosor del cristal controla la temperatura del vino, dos aspectos muy importantes para la degustación. De esta manera, los diferentes diámetros de abertura de las copas provocan, además de disitintos niveles de fuerza aromática, que el consumidor tenga que inclinar más o menos la cabeza para alcanzar el contenido, y esto influye en que la bebida se dirija más directamente a la punta de la lengua o más hacia el fondo. Así, si el diámetro es pequeño, el consumidor inclinará hacia arriba la cabeza y el vino se concentrará en la punta, potenciando el dulce, mientras que si el diámetro es mayor, potenciará el amargo, ya que la muestra tenderá a desplazarse hacia fondo de la lengua.
Hoy, las marcas de copas más importantes, como Riedel, Nachtmann o Spiegelau, ofrecen alternativas para casi todos los estilos de vinos que transforman la experiencia de degustar un ejemplar en algo complejo y único. ■