El Cronista

El polista que llevó el deporte a Moscú

- Ezequiel Brahim

Por ser el más chico de sus hermanos no era el consentido, todo lo contrario, en una familia polera, le tocaban los peores caballos, total era el más chico. De adolescent­e lo frustó y decidió no pegarle nunca más a una bocha, y mantuvo su promesa cuatro años. Hoy, con 44, Martín de Estrada ya hace 14 que vive de jugar y de enseñar a jugar al polo y asegura: “Con este deporte vivo mi propio sueño”.

Flaco, simpático y con la sonrisa compradora de todo buen profesor deportivo, define su trabajo: “Dar clases me ha hecho mejor jugador, porque el que enseña va aprendiend­o”, asegura De Estrada “aprendés para vos de los defectos de los otros jugadores. Enseñando se aprende”. Y con miles de clases dictadas en esta última década y media ya debe haber aprendido mucho. Aunque todo empezó de casualidad, con tres turistas de Nueva Zelanda.

Era el año 2005 y el administra­dor del hotel tenía tres huéspedes que querían aprender a jugar al polo, salió a buscar un polista con cancha propia y el primero con el que se encontró fue con Martín de Estrada. Le preguntó si se animaba, dijo que sí, pero nunca se imaginó hasta donde lo llevaría esa respuesta.

Un año más tarde estaba dando clases de polo en Moscú. Tenía 31 y sus próximos 6 veranos europeos los pasaría en la tierra de los zares enseñando, y aprendiend­o, de los rusos y sus visitantes. “Allá juegan mucho mejor las mujeres, creo que es porque practican mucha danza, es cultural, con eso consiguen mucha elasticida­d, ideal para el polo”, explica De Estrada “en cambio el hombre ruso no es tan elástico”.

De Rusia se fue a España, donde sigue enseñando la mitad del año. Cuando el calor vuelve al hemisferio sur, se instala en su lugar en el mundo, Los Morrales Polo Ranch, donde tiene su cancha y sus caballos. “Como profe tengo la paciencia para interpreta­r cada jugador, en las clases vas tejiendo en base a la personalid­ad del alumno. El 40% del polo es la muñeca, si no se mueve bien puede doler, y mucho. Y con buena muñeca, en gran medida, se nace o no se nace” afirma De Estrada. Y cuenta que el tenista y el golfista son los más indicados para jugar al polo, “son tres deportes exactament­e iguales”. También sabe cuál es su virtud: “Soy muy didáctico, construí un caballo de madera, después un driving range, para pegarle 100, 200 pelotas de parado. Mi clase arranca en el piso, hasta que no tenés 10 puntos ahí, no subís al caballo de madera, hasta que no tenés un 10 en el de madera no te subís al de verdad”.

¿Cuánto sale una clase con Martín de Estrada? “Depende, primero el lugar. En Argentina, si es linda, no le cobro nada”, y larga la carcajada “para el resto son de $1500 a $2000, tiene que traer el casco nomás y ropa cómoda”. En el exterior la tarifa se eleva a U$S 50 y calcula estar dando unas 300 clases por año entre Argentina y España. ●

Ya hace 14 años que Martín de Estrada vive de jugar y de enseñar a jugar al polo

“Dar clases me ha hecho mejor jugador, porque el que enseña va aprendiend­o”, asegura De Estrada

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