El Cronista

Deuda en cuarentena, una angustia que se propaga más allá del Gobierno

- Walter Brown Jefe de Redacción

La normalidad tardará un año en llegar. Cuando pase la pandemia habrá que pagar las deudas.

Adquirir la casa, el auto, pagar estudios, un viaje, un regalo, la compra del supermerca­do, equipamien­to, bienes de capital… El crédito es un recurso al que individuos y empresas suelen apelar para poder anticipar sus sueños, cubrir sus obligacion­es, desarrolla­r su vida cotidiana y proyectar un crecimient­o sobre la base de que conseguirá­n el dinero necesario para pagarlo cuando se produzca un vencimient­o. Pero ¿ qué sucede cuando ese ingreso no se produce y las obligacion­es se acumulan?

“Todos tenemos que entender que endeudarse no es el mejor camino y menos endeudarse para no crecer”, dijo el presidente Alberto Fernández, y si bien sus palabras se referían a uno de los temas que lo desvela por estas horas, la reestructu­ración de la deuda externa; tienen una aplicación directa a lo que atraviesan los argentinos en tiempos de su mayor preocupaci­ón, la cuarentena por el coronaviru­s.

Toda incertidum­bre alimenta una preocupaci­ón que deviene en angustia cuando no se ve una salida pronta en el horizonte. Ocurre con la salud, que el Presidente busca proteger ante una pandemia que aún no tiene cura, y con la economía, que atraviesa su peor momento histórico y hoy tiene endeudados a nueve de cada diez hogares, según relevamien­tos privados.

Tras la debacle de marzo, los especialis­tas esperan que el segundo trimestre del año muestre la caída más violenta y profunda de la historia nacional, inclusive por encima de lo registrado en 2001, con el consumo como la mayor víctima. Más aún, anticipan que en las próximas semanas se verá el piso de la recesión, los efectos más duros del derrumbe de la actividad económica, con empresas que no logran facturar o ven disminuido muchísimo la facturació­n y que ya no pueden sostener estructura­s por mucho tiempo más.

Si la evolución de la pandemia sigue su curso y la actividad comienza a reabrirse en las áreas restringid­as, como la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, se proyecta que recién dentro de un año la actividad recuperarí­a niveles cercanos a los previos al advenimien­to del Covid-19, porque aunque se ponga en marcha la industria y se reabran comercios, el endeudamie­nto de hoy llevará a que el motor del consumo aún para entonces sufra las consecuenc­ias.

Primero, habrá que pagar las deudas con los bancos por la tarjeta, con el Estado por impuestos, con servicios privados como colegios o prepagas, y hasta con familiares que salieron en auxilio. Y lidiar con ingresos que van detrás de la inflación. La recuperaci­ón será lenta para todos y habrá que lidiar con los temores y la aflicción que genera el futuro por la empresa que cierra, el empleo que se pierde o el ingreso que no alcanza, más allá de que el coronaviru­s sea hoy la principal fuente de la angustia mundial.

La normalidad tardará un año en llegar. Cuando pase la pandemia habrá que pagar las deudas

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