Deuda en cuarentena, una angustia que se propaga más allá del Gobierno
La normalidad tardará un año en llegar. Cuando pase la pandemia habrá que pagar las deudas.
Adquirir la casa, el auto, pagar estudios, un viaje, un regalo, la compra del supermercado, equipamiento, bienes de capital… El crédito es un recurso al que individuos y empresas suelen apelar para poder anticipar sus sueños, cubrir sus obligaciones, desarrollar su vida cotidiana y proyectar un crecimiento sobre la base de que conseguirán el dinero necesario para pagarlo cuando se produzca un vencimiento. Pero ¿ qué sucede cuando ese ingreso no se produce y las obligaciones se acumulan?
“Todos tenemos que entender que endeudarse no es el mejor camino y menos endeudarse para no crecer”, dijo el presidente Alberto Fernández, y si bien sus palabras se referían a uno de los temas que lo desvela por estas horas, la reestructuración de la deuda externa; tienen una aplicación directa a lo que atraviesan los argentinos en tiempos de su mayor preocupación, la cuarentena por el coronavirus.
Toda incertidumbre alimenta una preocupación que deviene en angustia cuando no se ve una salida pronta en el horizonte. Ocurre con la salud, que el Presidente busca proteger ante una pandemia que aún no tiene cura, y con la economía, que atraviesa su peor momento histórico y hoy tiene endeudados a nueve de cada diez hogares, según relevamientos privados.
Tras la debacle de marzo, los especialistas esperan que el segundo trimestre del año muestre la caída más violenta y profunda de la historia nacional, inclusive por encima de lo registrado en 2001, con el consumo como la mayor víctima. Más aún, anticipan que en las próximas semanas se verá el piso de la recesión, los efectos más duros del derrumbe de la actividad económica, con empresas que no logran facturar o ven disminuido muchísimo la facturación y que ya no pueden sostener estructuras por mucho tiempo más.
Si la evolución de la pandemia sigue su curso y la actividad comienza a reabrirse en las áreas restringidas, como la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, se proyecta que recién dentro de un año la actividad recuperaría niveles cercanos a los previos al advenimiento del Covid-19, porque aunque se ponga en marcha la industria y se reabran comercios, el endeudamiento de hoy llevará a que el motor del consumo aún para entonces sufra las consecuencias.
Primero, habrá que pagar las deudas con los bancos por la tarjeta, con el Estado por impuestos, con servicios privados como colegios o prepagas, y hasta con familiares que salieron en auxilio. Y lidiar con ingresos que van detrás de la inflación. La recuperación será lenta para todos y habrá que lidiar con los temores y la aflicción que genera el futuro por la empresa que cierra, el empleo que se pierde o el ingreso que no alcanza, más allá de que el coronavirus sea hoy la principal fuente de la angustia mundial.
La normalidad tardará un año en llegar. Cuando pase la pandemia habrá que pagar las deudas