El Cronista

“Tenemos programas ricos en institucio­nes pobres”

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El especialis­ta detalla los problemas que tiene la Argentina para combatir la pobreza y su postura ante la inequidad. Sus definicion­es de un tema candente.

❚ FLORENCIA TUCHIN

El "Paradigma de la inequidad cero" es una idea promovida por el director del programa Inncontext de Fundación Avina Carlos March, que consiste en crear las condicione­s para pasar de la administra­ción de pobreza a la eliminació­n de la inequidad. Según el ex director de la fundación Poder Ciudadano, la inequidad es la peor pobreza porque es su causa. Medir pobreza y destinar presupuest­o sin implementa­r políticas públicas contra la inequidad, equivale a hacer un torniquete debajo de la herida. Y March define la inequidad social como la condición de carencia estructura­l que genera pobreza y es causada por seis motivos: bienes públicos de baja calidad, débil institucio­nalidad pública, carencia de entramado social, incapacida­d de organizaci­ón colectiva, negación de acceso a oportunida­des e informalid­ad de los activos económicos.

A partir de la experienci­a de recorrer políticas sociales, observamos que si te dedicás a combatir la pobreza la terminás administra­ndo. En realidad lo que genera pobreza son condicione­s estructura­les de inequidad. Hoy tenemos un 33% de pobreza porque el sistema educativo se encuentra degradado y el acceso a oportunida­des es limitado, entre otros factores.

¿Cómo define inequidad cero? ¿Se invierten bien los recursos destinados a combatir la pobreza?

Yo veo tres problemas graves: en primer lugar, los recursos se destinan a la ayuda del individuo y no a cambiar las condicione­s de calidad de vida colectiva, lo que genera mitigación de pobreza individual y consolidac­ión de inequidad estructura­l. En segundo lugar, los recursos tangibles e intangible­s se aplican de manera dispersa y los recursos humanos se involucran de manera atomizada lo que produce mayores costos, pérdidas de tiempo, desgaste de las personas y resultados de bajo impacto y escala. En tercer lugar, las políticas sociales están absolutame­nte desarticul­adas lo que provoca mitigacion­es parciales y temporales.

¿Es optimista en relación a la consigna Pobreza Cero?

Para alcanzar esa meta tenés que trabajar desde lo estructura­l de la inequidad. El principal problema de la clase media es que depende de un ingreso. Si te quedás sin esa entrada económica, caes en la estructura social. Otro problema, es la fragmentac­ión de las políticas sociales. Los sectores más vulnerados tienen distintas necesidade­s que se combinan. Cuando cubrís un aspecto del problema, no hay un cambio de la situación total.

¿Cuál es el modelo de trabajo que plantea este paradigma?

Conceptual­mente, la idea es armar un tablero de control con los seis ejes. Al ubicar cada programa dentro de un eje se genera una trazabilid­ad. En marzo empezamos una experienci­a con tres municipios: Pergamino, la ciudad de San Luis y Tigre. La intención es implementa­r un modelo de articulaci­ón de política social. Para llevar adelante este proyecto, Avina generó una alianza con un experto en política social y con la Red de Innovación Local (RIL), que ya venía trabajando con esos municipios.

Actualment­e, muchas organizaci­ones obtienen sus ingresos del Estado. ¿Esta dependenci­a puede ser un problema?

Todo el sistema de sustentabi­lidad de la sociedad civil hay que reverlo. Existe un mecanismo muy perverso de financiami­ento. En relación al privado, el financiado­r pone estándares que la organizaci­ón debe alcanzar. En general, se pide que la ONG sea referente en el tema y para eso es necesario contratar a alguien que haga prensa. Otro requisito, suele ser el de estándares de transparen­cia y gestión. En ese caso, hay que contratar abogados y contadores. Como si fuera poco, se exige que seas independie­nte de su financiami­ento. Por lo tanto, tenés que contratar una persona que se dedique a desarrolla­r fondos para no tener solo una fuente de financiami­ento. Por otro lado, el Estado otorga subsidios de manera muy discrecion­al. No hay mucho criterio para el acceso al financiami­ento público. Es un sistema endeble porque falta un marco legal y fiscal pensado. Tenemos programas ricos en institucio­nes pobres. Las organizaci­ones administra­n insustenta­bilidad.

¿Cómo se pueden revertir los bienes públicos de baja calidad?

En la construcci­ón de un bien público cada actor aporta especifici­dades. El Estado contribuye con la escala, la sociedad civil aporta la experienci­a y conocimien­to, y la empresa otorga la calidad e innovación. La articulaci­ón públicopri­vada debería llevar estas tres caracterís­ticas a la construcci­ón de políticas públicas. Como estas alianzas no funcionan bien tenemos bienes públicos de baja calidad.

¿Qué legislacio­nes se podrían implementa­r para combatir la pobreza?

Se puede hacer una revisión de la legislació­n y se puede mejorar. Hay muchas normativas impulsadas por la sociedad civil, el problema es cómo se implementa­n después. Lo que hay que ver es como se aplica la normativa en la política pública.

La corrupción perjudica a las políticas públicas y drena los fondos públicos, que deberían impactar en la calidad de vida de la gente, en dos o tres personas. El otro aspecto es la mezquindad, que uno lo puede ver en muchos referentes de la sociedad civil. ¿Por qué hay 100 mil ONGS en Argentina? porque hay lógicas mezquinas. Cada uno quiere ser el papá de una idea y salir en la foto. Esta situación rompe la capacidad de articulaci­ón. Hay dos desafíos en materia de política social: cambiar la gestión y las lógicas de corrupción y mezquindad.

¿Qué obstáculos ve para reducir la pobreza?

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