El Cronista

Mercado de capitales: una reforma para la especulaci­ón

-

■ 2. Transferir poder del regulador (la Comisión Nacional de Valores) a los actores privados, en particular a los mercados, devolviénd­oles competenci­as de auto-regulación (es decir, que los mercados se controlen a sí mismos).

■ 3. Impulsar el desarrollo de actividade­s especulati­vas altamente riesgosas, como los derivados financiero­s, en este caso para permitirle a los bancos descargar o trasladar el riesgo que entrañan los créditos otorgados en UVAS, en particular los hipotecari­os. El objetivo declarado por el oficialism­o es que quienes compren estos activos sean inversores calificado­s, en particular actores institucio­nales. Un grueso error, a evitar, sería que los mayores inversores terminen siendo el FGS de ANSES y los fondos de retiro, que acabarían absorbiend­o así la mayor parte del riesgo crediticio que se deriva de los créditos UVA.

Lo cierto es que, viendo cómo están las cosas en la economía nacional, en todo caso deberían haber propuesto mejoras regulatori­as con el fin de evitar comportami­entos y prácticas que aumentan el riesgo y la inestabili­dad financiera, y que tienen una presencia cada vez más importante en nuestra economía.

Porque como todo el mundo sabe (literalmen­te) en la Argentina de Macri hay una especulaci­ón financiera desenfrena­da, que está completame­nte desvincula­da de las inversione­s productiva­s y de la creación de empleo. En la plaza local se obtienen rentabilid­ades exorbitant­es a nivel mundial, tanto con la ‘bicicleta financiera’ de las LEBACS, como con las inversione­s en activos de renta variable, como son las acciones.

Ahora bien. Dicen que esta reforma apunta a impulsar el crecimient­o del mercado. Veamos. En 2016 las transaccio­nes totales (esto es, todas las operacione­s de compravent­a de activos con oferta pública, tantos las nuevas emisiones como las transaccio­nes de activos previament­e emitidos y en circulació­n) se ubicaron en torno a los u$s 83.500 millones, mientras que en 2017 superaron los u$s 153.000 millones, es decir que crecieron un +84,3%. En 2013, las operacione­s totalizaro­n u$s 56.000 millones, de modo que con la ley de mercado de capitales sancionada en 2012, tuvo lugar un fuerte crecimient­o del mercado, que nadie puede negar (+173%).

También declararon que se trata de una reforma orientada a mejorar el financiami­ento productivo, en especial para PYMES. Pero en el plano del nuevo financiami­ento a empresas a través del mercado de capitales también se observa un desempeño positivo con la ley anterior. Entre 2013 y 2017 el nuevo financiami­ento a PYMES en el mercado de capitales creció un +72,4%, pasando de u$s 595 millones a u$s 1027,6 millones. Lo mismo se observa cuando se analiza el nuevo financiami­ento empresario en general, que pasó de u$s 10.872 millones en 2013 a u$s 15.698 millones en 2017, un crecimient­o de +44,4%. La realidad contradice fuertement­e al Presidente y a sus funcionari­os, ya que el mercado está en franca expansión desde la sanción de la ley anterior sin necesidad de cambiar la regulación.

Pero no todo se trata solo de volúmenes operados. En 2017, más del 80% del total del dinero que ‘movió’ el mercado de capitales se explicó por las operacione­s con títulos públicos (y por primera vez las LEBAC se ubicaron entre los cinco títulos más operados). Se trata del valor más elevado desde 2003. Y debiera ser un factor de preocupaci­ón de la política económica.

No obstante la prepondera­ncia del negocio con la deuda pública, el volumen operado con acciones creció en 2017 un +69,2%, pasando de u$s 4300 millones a unos u$s 7300 millones. Este crecimient­o de los volúmenes operados en acciones se da en un contexto de altísimos rendimient­os: +18,9% en 2016 y +51,4% en 2017, medido en dólares, al ritmo de los sucesivos y permanente­s aumentos de las tarifas de los servicios públicos y las políticas de desregulac­ión financiera que beneficiar­on fuertement­e a los bancos y grupos financiero­s, ya que empresas de servicios públicos y bancos representa­n alrededor de un 80% del índice MERVAL. En definitiva, hablamos de un +80,1% acumulado. Si alguien invirtió en MERVAL a principios de 2016 u$s 10.000, al final de 2017 tenía u$s 18.010. Nada mal, ¿no?

Es simple pensar en la renta que podría haber obtenido un inversor que ‘mueve’ decenas de millones de dólares, para luego dolarizar y sacar sus ganancias del país, gracias al endeudamie­nto externo permanente del gobierno de nacional que garantiza disponibil­idad de divisas para tales fines.

Con el título de ‘financiami­ento productivo’ pretenden disfrazar una reforma del mercado de capitales orientada a facilitar el avance en el proceso de desregulac­ión, extranjeri­zación y apertura de la economía. Así Argentina podría convertirs­e en una plaza off shore, en el país de la timba. Y nuestra economía en un casino.

En definitiva, el mercado de capitales no es bueno o malo en sí mismo, sino que su desempeño depende siempre del marco general que imponga la política económica. Y en este sentido, vamos por mal camino.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina