Mercosur y Unión Europea reanudan negociación por el acuerdo de libre comercio
En Bruselas, el bloque sudamericano pretende ganar cuotas para bienes agrícolas. Admitiría concesiones en reglas de origen del mercado automotor y en el sector lácteo
Más de 50 días pasaron desde la última vez que los negociadores de la Argentina, Brasil, Paraguay y el Uruguay se vieron las caras con sus contrapartes europeas, en Asunción, para aceitar los detalles de una asociación estratégica política, económica y comercial que se dilata por aspectos de más sensibles. Esta semana, esta vez en Bruselas, el Mercosur y la Unión Europea (UE) tratarán de cerrar las brechas que distancian a ambas regiones y anunciar resultados antes del cierre del semestre.
La delegación argentina en Bruselas estará comandada por el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Horacio Reyser, acompañado por funcionarios de Agroindustria y Producción. La semana pasada, en el Senado, Reyser sinceró que más del 90% del acuerdo está cerrado, pero “quedan cuatro o cinco puntos pendientes”.
Dichos puntos, según pudo saber El Cronista, hacen a los capítulos de comercio de bienes, propiedad intelectual y certificaciones de origen.
Superado el tema de la carne (entrarán 99.000 toneladas anuales, en cuotas), el bloque sudamericano pretende que el viejo continente abra más cupos para enviar pollo, azúcar (dos reclamos brasileños) y arroz (bandera uruguaya). Aparte, Europa insiste en relajar las normas que rigen en la industria farmacéutica o biotecnológica para las patentes, donde el Mercosur ya avisó que no dará el brazo a torcer, consciente del impacto que podría tener en el empleo y el encarecimiento de medicamentos.
El tema más complejo de la agenda que se reanuda esta semana hace, sin duda, a las certificaciones de origen para el sector automotor. La comunidad económica europea, un mercado de 500 millones de habitantes, ve con especial interés la posibilidad de exportar sin aranceles vehículos al Mercosur, especialmente a Brasil. Pero, de momento, existen resistencias al ingreso de autos que se compongan de piezas importadas de terceras regiones y que, por su bajo costo, resten competitividad a la industrias argentina y brasileña. El Mercosur quiere fijar “componentes importados mínimos”.
Entre otras barreras al acuerdo, queda definir el apartado sobre las indicaciones geográficas de origen, una constante de la política comercial europea para evitar el ingreso, sobre todo, de alimentos cuyo origen es una marca mundial, como ocurre con quesos o vinos.
En términos políticos, ambos bloques saben que “la ventana de oportunidad”, una frase recurrente entre los líderes políticos, se cerrará pasado el segundo semestre, dado el lockout en el que entrará Brasil por la campaña electoral. El previsible cambio de rumbo político podría empantanar los esfuerzos que se retomaron en 2016, pero con origen en 1999.
Atendiendo el impacto que el acuerdo podrá tener en sectores productivos, del lado argentino contraponen que el futuro acuerdo provocará un alto flujo de inversiones, y estiman que las canastas de desgravación, de 10 a 15 años, más los fondos que la UE prometió para acompañar a eventuales damnificados, permitirán minimizar las consecuencias negativas.
La UE prometió fondos para sectores eventualmente damnificados, a fin de su reconversión