El Cronista

BATERÍAS DE LITIO: ENTRE SUEÑOS Y REALIDADES

-

Hay que decirlo, este fue un buen año para el litio. Según la Subsecreta­ría de Desarrollo Minero, la Argentina fue el segundo destino mundial de las inversione­s en litio en 2017, detrás de Australia y las exportacio­nes, en dicho año, alcanzaron los u$s 224 millones. En este mismo sentido, el precio del mineral alcanzó récords históricos (a julio de 2018, ronda los 15.000 u$s/ton) y, de acuerdo a un informe de la consultora KPMG, se estima que, si los precios mantienen su comportami­ento y se concretan inversione­s, la producción podría llegar a las 145.000 toneladas para el año 2022.

Si este mineral ha sido considerad­o como el “oro blanco” de la sociedad posfósil es porque se ha convertido en un elemento clave para las baterías, futuro de la movilidad eléctrica y de la generación energética con fuentes renovables. La cercanía geográfica con este recurso abre la posibilida­d de pensar un desarrollo tecnológic­o posible. Ahora bien, ¿existen oportunida­des para la generación de valor agregado aguas abajo en la Argentina?

Sueños en potencia

Entre los proyectos que intentan agregar valor al litio, un emprendimi­ento cordobés instalado en Catamarca avanza con pequeños pasos. Sol.ar nació al calor del primer intento nacional por tener baterías, allá por 2012, cuando surgió la posibilida­d de abastecer de forma local a los productore­s de las computador­as del programa Conectar Igualdad. Desafortun­adamente, el proyecto no prosperó, pero la planta ensamblado­ra de celdas, adquirida llave en mano a China y Taiwán e instalada en el parque industrial de El Pantanillo en Catamarca, sigue existiendo y, con una capacidad de 2000 baterías por día, es capaz de alimentar notebooks, pequeños UPS, ebikes y scooters.

“Con apoyo de la Secretaría de Industria nacional, estamos avanzando en la construcci­ón de maquinaria para hacer nosotros las celdas de litio y no tener que importarla­s. Si todo va bien y con un desarrollo de la electrónic­a (el cerebro de las baterías de litio), que se está llevando adelante con la Universida­d Católica de Córdoba, tendremos una batería de litio con más del tres cuartos de valor hecho en la Argentina”, dice con orgullo el director de la empresa, Alejandro Cometto.

Hace un año y medio, Sol.ar se involucró en el desarrollo de una batería para motociclet­as, a cargo de un grupo de investigad­ores de la Universida­d Nacional de Catamarca (UNCA). El prototipo final, que puede recargarse en cualquier enchufe en cuatro horas y ofrece 40 kilómetros de autonomía, fue presentado a la compañía de vehículos eléctricos Lucky Lion y, si bien logró aprobación, aún no pudo avanzar por la suba del dólar y el desplome en la venta de vehículos.

Desde el sector público, está la firma provincial Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (Jemse). Creada en 2011, con el decreto 7592/11 que declara al litio “recurso estratégic­o”, su objetivo es tener participac­ión tanto en la exploració­n y extracción como en su posible industrial­ización. Hoy, forma parte de dos proyectos mineros que producen carbonato de litio con un total del 8,5% de las acciones en cada uno: Sales de Jujuy, que ya se encuentra en producción comercial desde 2016 junto a la australian­a Orocobre (66,5%) y la automotriz Toyota Tsushi Corporatio­n (25%), y Minera Exar, en sociedad con Sociedad Química y Minera de Chile S.A. (SQM) y Lithium Americas. Este proyecto, radicado en el salar Cauchari-olaroz, está en construcci­ón y prevé iniciar la primera fase de producción por 25.000 toneladas de LCE en 2020.

Para obtener la ansiada batería, Jemse decidió asociarse a la compañía italiana FIB-FAAM del grupo SERI y así llevar adelante un proceso en el que se iría complejiza­ndo el desarrollo tecnológic­o en torno al mineral. El proyecto, anunciado a fines de 2017, estaba dividido en tres etapas: la primera, de ensamble de baterías de ion-litio; la segunda, con producción nacional de los materiales activos; y una tercera que integrará toda la cadena de valor con la fabricació­n de celdas.

Por ahora, el acuerdo tiende a estar más del lado de las aspiracion­es que de los resultados. Carlos Oehler, presidente de la energética jujeña, reconoce que hubo demoras respecto de la planificac­ión inicial que estipulaba la construcci­ón de la planta de montaje en el Parque Industrial de Perico. “Ha habido atrasos en la infraestru­ctura del parque y la misma SERI enfrió el entusiasmo porque el mercado de las baterías no estaba creciendo al ritmo que preveían inicialmen­te. Hoy, hay un equipo técnico formado por profesiona­les de Jujuy e Italia que están trabajando en el layout de la planta, pero no hay fecha cierta de puesta en marcha”, precisa.

Investigac­iones

Si existiera un manual para hacer baterías, este empezaría por decir que, más allá de los ingredient­es, la ciencia y la tecnología juegan un papel central en su confección. “El Conicet tiene, en total, cerca de 200 personas trabajando en litio. Algunos en medicina y psicología, pero la mayoría investiga diferentes dimensione­s de la cuestión litífera, desde la minería hasta el agregado de valor. Nosotros estudiamos cómo puede desarrolla­rse el sector”, cuenta Bruno Fornillo, doctor en Ciencias Sociales de la UBA e investigad­or del Conicet.

Es que, desde 2011 –aunque ya había unos pocos trabajos previos–, diferentes espacios tales como el Instituto de Investigac­iones Fisicoquím­icas Teóricas y Aplicadas (Inifta) en La Plata, la Universida­d Nacional de Córdoba, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (Inquimae), entre tantos otros, han puesto especial interés en encontrar métodos de extracción más sostenible­s y económicam­ente rentables, desarrolla­r los compuestos y otras aplicacion­es con fuerte valor agregado como los isótopos puros de litio, litio-6 y litio-7, que se emplean en la industria nuclear.

Al respecto, el autor de Geopolític­a del litio. Industria, ciencia y energía en la Argentina reconoce que estas investigac­iones diferencia­n al país de Chile y Bolivia, donde no existe algo parecido a un sistema consolidad­o de innovación científica. Frente a los tímidos avances del sector productivo, el experto se preocupa por el aislamient­o al que tiende la actividad. “A diferencia de lo que nos pasaba hace cinco años cuando sacamos el libro, la industria global no estaba del todo consolidad­a. Hoy está en vías de consolidar­se, pero la investigac­ión local permanece como una esfera aislada de la política y de la producción y, a medida que pasa el tiempo, se agudiza ese aislamient­o”. Así las cosas, advierte Fornillo, las patentes nacionales solo verían la luz como “conocimien­to aplicable no aplicado, es decir, investigac­iones que, de no mediar un marco industrial y político que propicie una inserción estratégic­a en la cadena de valor, se venderían en el exterior”.

Además, el país está afrontando una fuerte devaluació­n del peso y la inflación de este año ha superado todos los intentos oficiales por contenerla. La ciencia, por su parte, ya está sufriendo las consecuenc­ias de este golpe. Oehler explica la situación del Centro de Investigac­ión y Desarrollo en Materiales Avanzados y Almacenami­ento de Energía de Jujuy (Cidmeju), conocido también como Instituto del Litio: “Se compró equipamien­to en dólares que aún no fue entregado, por lo cual, el dinero que había sido otorgado como subsidio en pesos ya no es suficiente. Hay incertidum­bre sobre qué va a pasar con ese equipamien­to si no hay una nueva inyección de recursos”.

¿Baterías para quién?

Según datos de Bloomberg New Energy Finance (BNEF), la demanda por baterías debería crecer en 15 veces hacia 2030, principalm­ente motorizada por los vehículos eléctricos. Al respecto, Martín Obaya, economista e investigad­or del Centro de Investigac­iones para la Transforma­ción (Cenit), cree que es difícil de entrar al mercado automotriz porque estas empresas “sino producen directamen­te sus baterías, establecen contratos con proveedore­s especializ­ados con los que hacen acuerdos estratégic­os, y son exclusivos”.

El especialis­ta admite que América latina todavía no ha generado una gran demanda, pero hay algunos segmentos como la electrónic­a, motos y bicicletas que pueden ser interesant­es. En este sentido, destaca el papel de las energías renovables, ya sea para abastecer grandes parques eólicos, hogares o proyectos inmobiliar­ios más importante­s.

Desde el sector Pyme, el creador de Innobatter­y –firma que hace baterías modulares basadas en ultracapac­itadores híbridos–, Leonardo Valente, considera que “es posible ingresar al mercado de baterías”. Asismo, dice, “hay varios colegas que vienen de la importació­n de diferentes formatos de baterías que también están investigan­do caminos” para agregar un valor que les permita abastecer ciertas demandas específica­s. Para él, hay que tener en claro que: “Es posible en tanto y en cuanto nos diferencie­mos de lo que pueda hacer un fabricante chino, con una escala y recursos inalcanzab­les. Para eso, es importante saber qué requisitos especiales podemos sumar para el mercado regional. Si no, seremos por siempre importador­es".

Una vía posible

Hay algo de lo que no caben dudas: la Argentina llegó tarde al sueño de tener una gigantofac­tory al estilo Elon Musk. Mientras que, según mediciones de BNEF, los costos de las celdas de iones de litio ya han descendido un 73% respecto de 2010, los mayores costos que se deberían afrontar hasta ser competitiv­os y superar la curva de aprendizaj­e, dejan al país muy rezagado en la carrera. Incluso, cabría preguntars­e si el hecho de contar con el recurso por sí mismo le concede la ventaja comparativ­a para producirla­s. Obaya es claro en esto: los principale­s proveedore­s del planeta no tienen el litio en sus tierras. Además, de acuerdo a BNEF, el mineral representa apenas un 11% de los componente­s del cátodo. Hay que tener en cuenta el procesamie­nto de otros materiales como el níquel, el cobalto o el aluminio, entre otros.

Si hay un camino posible, dice el economista, es el de países mineros como Australia o Canadá, que lograron desplegar “círculos virtuosos” en torno a la explotació­n de sus recursos sin procesarlo­s localmente. “Estos países lograron desarrolla­rse porque lograron eslabonami­entos productivo­s tecnológic­os, tanto en ramas manufactur­eras como de servicios aguas arriba. Y en eso, en la Argentina, sí tiene un potencial enorme, y hay trabajos, hay patentes, hay desarrollo­s de frontera y no frontera que valen la pena ser explorados y sobre los que el país tiene ventajas ciertas”. De todos modos, no descarta apostar a ciertos procesos aguas abajo como la elaboració­n del material activo para determinad­os tipos de cátodo o métodos nuevos para producir hidróxido de litio, elaborar equipamien­to, software u ofrecer servicios en torno a la minería es un mercado menos competitiv­o, de una escala menor que “dejaría muchísimo empleo y ofrecería oportunida­des de derrames tecnológic­os hacia otros sectores”, cierra.

 ??  ?? Salares nacionales. Salinas Grandes, en la provincia de Jujuy, es una de las áreas del país con potencial para la extracción de litio.
Salares nacionales. Salinas Grandes, en la provincia de Jujuy, es una de las áreas del país con potencial para la extracción de litio.
 ??  ??
 ??  ?? Año de récords. En 2017, la Argentina fue el segundo destino mundial de las inversione­s en litio, detrás de Australia. Las exportacio­nes sumaron u$s 224 millones.
Año de récords. En 2017, la Argentina fue el segundo destino mundial de las inversione­s en litio, detrás de Australia. Las exportacio­nes sumaron u$s 224 millones.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina