El Cronista

El 1° de diciembre, Costa Rica celebrará la abolición de los combustibl­es fósiles

El ministro de Ambiente y Energía de la nación centroamer­icana, referente a nivel global en la lucha contra el cambio climático, ahonda en las medidas que se están tomando para descarboni­zar la economía. Los pasos a seguir, el rol de la región y la import

- Pilar Assefh

“COSTA RICA VA A EMPEZAR EL PROCESO PARA TRANSFORMA­R SU MATRIZ ENERGÉTICA Y DEJARÁ DE USAR COMBUSTIBL­ES FÓSILES.”

El 1° de diciembre no es un día más en Costa Rica. Esta fue la fecha, en 1948, tras darse por finalizada la guerra civil, en que el ejército fue abolido. Y, este 2018, esta será también la jornada en que se abolirá el uso de los combustibl­es fósiles en dichas tierras centroamer­icanas.

“Es el inicio de un proceso que va a durar varias décadas, en donde Costa Rica va a empezar ese proceso de transforma­ción de su matriz energética de combustibl­es y dejará de usar combustibl­es fósiles, para llegar a un sistema de transporte con cero emisiones, sea a través de la electricid­ad, el hidrógeno, o una combinació­n de ellos”, puntualiza Carlos Manuel Rodríguez, ministro de Ambiente y Energía de Costa Rica, en conversaci­ón con El Cronista, en una de las pausas del Global Climate Action Summit (GCAS). Su país, se sabe, se ubica a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático en América latina y, con esta medida energética, da un paso más en esa dirección.

“Somos uno de los pocos países que estamos trabajando, y el Presidente (Carlos Alvarado Quesada, que asumió el 8 de mayo último con solo 38 años de edad) va a anunciar algunos hitos de nuestro plan, que es un plan de acción del compromiso de París”, añade. Y completa: “El Acuerdo de París es una aspiración política, aquí le estamos dando contenido”.

¿Cuáles son los detalles de ese contenido?

Estamos haciendo un plan a 2050. Es un plan de largo plazo que va estar reflejado en el Plan Nacional de Desarrollo. Está orientado en 10 sectores, con ocho ejes transversa­les, y está concebido en tres fases. Una primera fase es de 2018 a 2022, después a 2030, y luego a 2050, donde se tienen claramente establecid­as toda una serie de metas y objetivos que están totalmente alineados con el compromiso de Costa Rica en el Acuerdo de París.

¿Estas metas y medidas se alinean también con la urgencia que establece el Reporte Especial 1,5°C que publicó este lunes el Grupo Interguber­namental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)?

Costa Rica es un líder en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Y es un líder no solo porque ha logrado avances sustantivo­s: nosotros somos uno de los primeros o únicos países de renta media en vías de desarrollo que ya no tenemos emisiones de gases de efecto invernader­o (GEI) por cambio de uso de suelo. No tenemos emisiones en el sector eléctrico, que sigue siendo la gran tarea pendiente de la mayoría de los países. También hemos sido parte de esta coalición de países con alta ambición. Y consideram­os que la meta del Acuerdo de París, de limitar el cambio climático por debajo de los 2°C para fin de siglo, no demuestra el nivel de ambición, que está totalmente correlacio­nado con los reportes de los científico­s y del IPCC. El IPCC ha dicho, básicament­e, que si subimos de 1,5°C promedio, puede haber eventos y fenómenos ya irreversib­les en el sistema atmosféric­o del planeta. Por lo tanto, Costa Rica es parte del grupo de países que esperan un mayor nivel de ambición.

¿Cuál es el próximo paso a nivel negociacio­nes en el escenario internacio­nal?

Para el año 2020, tenemos que llegar a tener un acuerdo que le de contenido y sustancia al acuerdo genérico que tuvimos en París. Este último es, básicament­e, tres o cuatro cosas. Nos comprometi­mos a que la temperatur­a no pase de 2°C y a que va a ser un acuerdo en donde todos los países del mundo tenemos que contribuir: ya no está esa diferencia entre países Anexo I y no-anexo I, como en el Protocolo de Kioto.

Pero, ahora tenemos la compleja y dificilísi­ma tarea de generar un acuerdo sobre cómo vamos a implementa­r eso. Y ahí entraremos en una serie de temas que siempre han sido tremendame­nte complejos y espinosos, particular­mente el de la movilizaci­ón de recursos, el sistema de reporte y lo forestal.

En lo personal, yo tengo un gran sentido de la frustració­n de que no hemos avanzado en el tema forestal. La deforestac­ión sigue siendo altísima a nivel mundial. Estamos destinando todos los recursos al tema energético y no al forestal, al uso del suelo. Y, sin eso, no vamos a lograr los objetivos.

Los compromiso­s (NDC, por sus siglas en inglés) de Costa Rica ante el Acuerdo de París tienen metas de mitigación importante­s, pero, para un país como este, ¿la prioridad no debería ser la adaptación?

No son excluyente­s. Las dos cosas hay que hacerlas y son en beneficio. A veces, hay grupos que ven a la mitigación como algo que es muy caro. Pero, nosotros tenemos la gran oportunida­d de hacer una transición hacia un modelo diferente. El lograr la mitigación implica que vamos a cambiar el modelo económico y una serie de paradigmas del modelo de desarrollo que nos van a dar y generar muchos beneficios. Es como parar la deforestac­ión. Antes, solo veíamos el costo de hacerlo, pero los beneficios son tremendos. Generamos u$s 3,5 billones a través del turismo: no lo hubiéramos hecho sin los parques nacionales o sin haber parado la deforestac­ión. Igual va a suceder con la mitigación. Va a ser de gran beneficio para todos nosotros.

El tema de adaptación es súper importante. Posiblemen­te, es la agenda más grande que tenemos todos. Ya tenemos una estrategia de adaptación y proyectos en el Fondo de Adaptación. Es decir, hay una serie de elementos que son súper importante­s y que se vienen trabajando, pero no son excluyente­s. Todas son agendas que hay que trabajarla­s paralelame­nte.

El costo de no tomar acción es importante. En nuestro presupuest­o para 2019, solo un rubro aumentó sustancial­mente: la asignación de recursos para el Fondo Nacional de Emergencia­s. Eso es porque somos consciente­s de que el cambio climático está generando una gran cantidad de impactos que hacen que el país tenga costos altísimos. Y la inversión que el país está haciendo en el Fondo de Emergencia va en esta misma línea de mejorar nuestras vulnerabil­idades y avanzar en los temas de adaptación.

¿Cuál es el rol de América latina en la lucha global contra el cambio climático?

América latina tiene una responsabi­lidad tremenda. Es el área del mundo donde está la mayor cantidad de bosques y, sin ellos, por más exitosos que seamos en todas las acciones de mitigación al cambio climático, nunca lo vamos a lograr. Entonces, hay un valor estratégic­o intrínseco en la agenda climática para América latina. Para eso, necesitamo­s que haya un balance en la movilizaci­ón de recursos para los temas de cambio climático. El 90-95% de la movilizaci­ón de recursos financiero­s van a temas que no son forestales. Por lo tanto, la región no se está benefician­do de esa posibilida­d. Hay que hacer un esfuerzo entre los países del Caribe y de América latina para poder generar un balance en la asignación de fondos. La región no va a poder salir adelante si no hay una fuerte canalizaci­ón de recursos que vayan orientados a parar la deforestac­ión en su territorio.

servicio de ayuda telefónica que contempla la asistencia legal especializ­ada, orientació­n para el reemplazo de documentos, un asesoramie­nto preventivo para prevenir delitos digitales contra el rodo de la identidad y una asistencia por robo en la vía pública", explica.

Para Ayarragara­y es un camino lleno de potenciali­dades. "Los productos que buscan otorgar protección frente a incidentes derivados de los riesgos en el ciberespac­io como el uso de infraestru­cturas tecnológic­as y las actividade­s desarrolla­das en el mismo son muy novedosas. Y muchas y diversas coberturas que se pueden incluir en el ramo".

El ejecutivo cita varias, entre ellas, la responsabi­lidad civil a terceros o la de responsabi­lidad por pérdida de datos de carácter personal o riesgos de privacidad; la cobertura contra reclamos por la violación a los derechos de propiedad intelectua­l o incumplimi­ento de custodia de datos, la de pérdida de beneficio o de ingresos consecuenc­ia de la vulneració­n de seguridad, la cobertura para datos alojados en la nube y la de delitos cibernétic­os como phishing, fraude electrónic­o, suplantaci­ón de identidad y extorsión cibernétic­a.

La salud, con buen pronóstico

Los avances en la genética aplicada a la medicina hacen que hoy las enfermedad­es sean predecible­s con cada vez más anticipaci­ón. "Hay un cambio de paradigma, que si bien todavía no es masivo, está afectando la forma de encarar las pólizas de vida y los seguros médicos", dice Mazzini.

"Recienteme­nte, una compañía ecuatorian­a presentó un programa de puntos saludables, algo así como un scoring de salud, en el que el cliente puede acceder a un programa de beneficios y hasta de descuentos en su póliza personal si implementa buenos hábitos en su vida. La asegurador­a monitorea sus consumos y premia los saludables. Acá talla la tecnología nuevamente. Los sistemas de big data hoy cruzan informació­n y permiten saber hasta lo que compramos en el supermerca­do", agrega el analista.

"Por el momento en los seguros de vida se sigue consideran­do solo aquellas enfermedad­es que ya se han diagnostic­ado y por tanto son susceptibl­es de determinar mediante la probabilid­ad estadístic­a su influencia sobre la tasa de mortalidad general, pero vamos a una especializ­ación mayor de las pólizas. Desde el Instituto Asegurador Mercantil ofrecemos un Seguro de Vida para Mujeres, que cubre las patologías con mayor incidencia en el género femenino", apunta Gómez.

¿Dónde está el piloto?

La semilla del cambio viaja en auto. ¿Cuán lejos estamos de una escena de La Guerra de las Galaxias con naves que se manejan solas? "No demasiado", predice Mazzini. "Ya hay vehículos autónomos y están probando su eficacia para evitar accidentes y ahorrar costos. Y no sólo se habla de coches particular­es, sino de transporte público y de mercadería­s", agrega.

"La telemática comienza a ser un aliado importante, donde no solo se buscan ahorros y eficiencia­s en la propia operación de la compañía sino especialme­nte tener productos y coberturas con mayor valor agregado. Esta tecnología permite suscribir mejor según el riesgo y uso con mejores costos para el asegurado, sino también ser más eficientes llegando al choque en el momento cero", dice Luciano Contreras, gerente de Autos de Provincia Seguros.

Para el ejecutivo, la clave es generar pólizas con valor agregado; "por ejemplo al conectar el auto con determinad­os dispositiv­os se pueden definir velocidade­s máximas, geocercas y botones de pánico, pensando, por ejemplo, en un adolescent­e que recién empieza conducir y con el que sus padres quieren estar conectados".

La pregunta es sobre qué se calcularán las pólizas y a quién le van a mandar la cuenta. "Habrá otros peligros como que hackeen el sistema, pero todo indica que los seguros costarán menos dinero", dice Mazzini. El concepto de propiedad es el que está en juego. "Quién va a comprar un auto si no lo va a manejar. Hoy las automotric­es ya están pensando nuevos negocios, como el de las flotas autónomas en el que el usuario pueda pedir un auto que los busque en un punto y lo deje en otro. Una especie de Uber sin chofer. Las compañías van a tener que venderle el seguro a la Ford o a la Renault, no al usuario final. Las carteras serán grandes, pero los clientes dos o tres. ¿Quiénes se los quedarán?", se pregunta. No hay demasiado tiempo para pensar la respuesta.

“Las oportunida­des que se generan a partir de los nuevos riesgos asociados a factores climáticos o tecnológic­os son muy grandes, por cuanto abarcan a colectivos enormes, con diferentes tipos de necesidade­s.”

FEDERICO AYARRAGARA­Y,

BBVA Seguros

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Carlos Manuel Rodríguez, ministro de Am biente y Energía de Costa Rica.
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