El Cronista

Estado pobre con deudas a favor de energética­s ricas

- Cledis Candelares­i

Aun año vista cualquier especulaci­ón acerca de quién será el sucesor de Mauricio Macri, incluyéndo­lo a él mismo, deviene en fantasía. Lo real y computable es que sea quien fuere el próximo habitante de la Casa Rosada tendrá que honrar deudas abultadas en moneda dura a favor de un heterogéne­o núcleo de empresas energética­s.

El Gobierno modificó el programa financiero para el año próximo para cubrir un mayor vencimient­o de Letes y destinar 600 millones de dólares a una deuda remanente por el Plan Gas, que empezará a pagarse en cuotas a partir de enero.

Este retoque que hizo Hacienda, añadido los últimos días de septiembre al proyecto de ley de Presupuest­o, debe haber relajado las vísceras de los ejecutivos de un núcleo de petroleras lideradas por YPF, PAE y Total, que en conjunto tienen un saldo a favor por aquel programa de 1583 millones de dólares. La incógnita ahora se ciñe a qué certeza tendrán de cobrar u$s 1000 millones restantes.

Otro paquete de obligacion­es que impactará en futuros ejercicios, empezando por el del año eleccionar­io, se genera por la garantía de un precio sostén para Vaca Muerta, que el Estado hoy no está en condicione­s de afrontar íntegramen­te. Para no vulnerar el derecho adquirido por las productora­s de gas no convencion­al, que empezaron a invertir con ese anzuelo, una porción de este subsidio por la producción ya puesta en el sistema podría diferirse a partir del último trimestre del año próximo.

Como el precio del gas está dolarizado, los compromiso­s también se asumen en esta moneda. Su monto definitivo depende en parte de la letra fina de acuerdos que funcionari­os y productore­s reformulan por estos días de discusione­s casi permanente­s. En cualquier caso, son varios cientos de millones por proyectos en ejecución y otros a motorizar en breve.

El Estado también asumió como propia una deuda a favor de las productora­s de gas por la diferencia entre el tipo de cambio de los últimos meses y los 20 pesos por dólar que se comprometi­eron a pagarle por contrato las distribuid­oras, evitando que ese sobrecosto cambiario lo afronten los consumidor­es. En su versión más generosa, implicaría unos 540 millones de dólares. Y van…

Las generadora­s de electricid­ad, núcleo que incluye a actores de renombre como Aes, Pampa Energía o Enel, entre otras varias ilustres, también tienen trámites de cobro abiertos, aunque hoy no lo plantean como una prioridad de agenda. Quizás porque Cammesa (Compañía Administra­dora del Mercado Mayorista Eléctrico Sociedad Anónima) les está pagando puntualmen­te la energía que entregan al sistema, con tarifas de alrededor de 67 dólares el mega, que remuneran generosame­nte esa entrega.

Hay al menos dos conceptos por los que computan acreencias, ambos ligados a las liquidacio­nes de subsidios al sistema eléctrico en años pasados.

En un caso porque están pendientes créditos estatales para obras o mantenimie­ntos específico­s, recursos que ahora podrían capitaliza­r, utilizándo­los en la compra de las empresas bajo la órbita de IEASA, que se privatizar­án en breve. Oficiosame­nte, en despachos oficiales esa obligación se estima próxima a los 300 millones de dólares, monto por debajo de las expectativ­as privadas.

Los generadore­s también aspiran a un resarcimie­nto por los pagos tardíos que en otros momentos hacía el Tesoro a través de Cammesa, articulado­ra de los subsidios. Pero la pretensión de hacerse de intereses por mora difícilmen­te encuentre un terreno fértil para prosperar, menos en esta coyuntura difícil en la que las usinas aparecen como muy aventajada­s.

No es que la bonanza invalide un reclamo legítimo. Menos que en el espíritu de la administra­ción macrista exista voluntad de desairar a las empresas privadas y no sólo porque su amigo Nicolás Caputo está entre los accionista­s de Central Puerto, que integra el grupo. Ni hablar. Sucede que la situación fiscal no habilitarí­a exigencias extemporán­eas y de fundamento­s endebles.

En este momento, la preocupaci­ón de las térmicas está centrada en cómo comprarán ellas mismas el combustibl­e hasta ahora de provisión estatal, algo que reclamaron Periodista a coro pero que, llegado el momento de hacerlo, no les resulta tan sencillo y amigable: el padrinazgo público en esta materia se prolongará un tiempo adicional indefinido.

Hay otra categoría de compromiso­s sobre el erario vinculados al sector que permanecer­án como legado. Entre ellos, los contratos de compra de energía renovable que firmó Cammesa, es decir “el sistema”, pero cuyas cuentas siguen equilibrad­as con aportes de dinero público.

En el legado podría incluirse la contrataci­ón de inversione­s como las líneas de transporte eléctrico que se están licitando por el sistema de Participac­ión Pública Privada, pasivo contingent­e superior a los 2000 millones para la Nación. O la nueva central nuclear que construirá­n los chinos por el casi el cuádruple de ese valor, y que empezaría a pagarse dos mandatos después que el actual.

Claro que la infraestru­ctura es otro cantar y no pone sobre la mesa la urticante noción de subsidios, que para funcionari­os y operadoras están siempre destinados a los consumidor­es, aunque de inmediato nutran las cajas empresaria­s.

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