Apoyo de los líderes vs. desconfianza del mercado: ¿cuál pesa más?
En la cumbre del G20 quedó demostrado el fuerte respaldo de la comunidad internacional a la Argentina para poder salir de su crisis. Sin embargo, los mercados nos siguen dando la espalda. Para los expertos, esperan ver acciones económicas concretas para levantarle el pulgar al país. La definición del 2019, otra clave.
a cumbre del G20 que sesionó el pasado fin de semana en Buenos Aires fue sin duda una bocanada de aire fresco para el gobierno de Mauricio Macri, en medio del agobio por la crisis económica y la caída de la actividad que transita hoy la Argentina.
Mientras la Casa Rosada busca ahora el modo de capitalizar en el plano doméstico el fuerte apoyo que cosechó en la comunidad internacional para su plan de reformas económicas que por ahora tiene a maltraer la vida diaria de los argentinos, un interrogante que subyace es hasta qué punto el espaldarazo de los líderes globales podría ser un punto de inflexión que empiece a cambiar el clima general y a disipar la desconfianza de los mercados sobre la capacidad argentina para salir de su crisis.
El día después del G20 los mercados respondieron positivamente insuflando un renovado aire de optimismo en el Gobierno. Pero más allá del “veranito” que trajo la cumbre y los elogios con los que los presidentes Donald Trump, Emmanuele Macron, Justin Trudeau, Angela Merkel, Xi Jinping y hasta la propia titular del FMI Christine Lagarde, por mencionar algunos, endulzaron los oídos de Macri, más que la foto del día siguiente conviene prestarle atención a la película. En otra palabras, ¿puede esperarse un vuelco pos G20 que restablezca la confianza del mundo en la Argentina y permita que la ansiada lluvia de inversiones caiga por fin sobre esta tierra?
Ariel Coremberg, director del Centro de Estudios de la Innovación, Productividad y Desarrollo Uba-conicet, es por lo menos escéptico: “Hay una diferencia entre el respaldo geopolítico y la afinidad ideológica que tiene el gobierno de Macri en el mundo, sobre todo luego de más de una década de aislamiento. Pero los mercados, los inversores no residentes, y también los argentinos, coinciden con la postura de los técnicos del FMI en un diágnostico más tajante respecto de las dificultades que enfrenta la sociedad argentina en su conjunto” , señala.
El diagnóstico al que se refiere Coremberg está volcado en un informe de los técnicos del organismo que fue votado casi en simultáneo con la decisión del directorio de darle vía libre al último acuerdo de la Argentina con el FMI. Sostiene: “La deuda argentina es sostenible pero no con una probabilidad alta”, es decir, que los propios técnicos del Fondo, y pese a los elogios que la mismísima Lagarde viene dedicándole a las reformas económicas de Macri, pusieron en duda la capacidad argentina de enfrentar sus compromisos de deuda.
La historia nos condena
“Para invertir en la Argentina, la rentabilidad de la inversión exigida es mucho más alta y el recupero del capital invertido es mucho más rápido que en cualquier país normal por la historia que nos condena: ocho defaults y confiscaciones de depósitos en tres décadas, un ministro de economía por año durante el último siglo y la falta de resolución de cuestiones básicas macroeconómicas como la sustentabilidad fiscal y la inflación que hacen que la exigencia de condiciones para invertir sea magna”, enumera Coremberg. Con todo, el economista admite que el resultado positivo del encuentro de Buenos Aires entre las potencias del G20 “no deja de ser un hecho auspicioso para la Argentina”, aunque no soluciona nuestros problemas. Por eso, prefiere ser “cauto” antes de esperar un gran cambio en “el mercado voluntario de deuda y un fuerte vuelco hacia la confianza, que quedarían en stand by -dice- hasta por lo menos la definición electoral de 2019”.
En la visión del politólogo Luis Tonelli, el respaldo de los líderes al país y la desconfianza que tiene el mercado sobre las posibilidades argentinas de salir a flote no son contradictorias.
“El apoyo político internacional está brindado precisamente para intentar revertir el pesimismo de los mercados. A los líderes políticos no les conviene que la Argentina entre en una nueva crisis, pero los inversores desconfían de poner el dinero en el país. Lo interesante es el interés internacional porque la Argentina salga de la crisis”, remarca Tonelli. Pero también admite que ese respaldo solo importa para los mercados si se manifiesta luego en acciones económicas concretas. “La ampliación del swap con China es muy importante. De todas maneras, me parece que primero tiene que revertirse la desconfianza interna y que comience a moverse la economía”, aclara.
Apoyo doméstico
Su colega, el sociólogo y politólogo José Nun, también reconoce que el buen papel jugado por la Argentina en la organización del G20 es un hecho positivo innegable, pero diferencia: “Una cosa es el clima de un encuentro internacional y otra la realidad de la política doméstica” y, en el plano interno, dice, “no es fácil tenerle confianza a un presidente que prometió que liquidaría fácilmente la inflación o que un día afirma que hemos dejado atrás los malos tiempos económicos y tiempo después declara que éstos recién comienzan. Éste es el problema que enfrentan en todas partes el neoliberalismo y sus derivados, porque deben apelar continuamente a una ideología de la esperanza (“estamos mal pero vamos bien”) que requiere, cuando menos, un liderazgo carismático y/o políticas seriamente redistributivas, y ambas cosas brillan aquí por su ausencia”, opina. Para Nun, “aunque puedan ser bienvenidos varios de los acuerdos firmados en los últimos días, los frutos de la gran mayoría de ellos sólo se verán en el mediano plazo. Esto es, no tienen incidencia directa o inmediata en la confianza que la ciudadanía pueda depositar hoy en el Gobierno”.
El titular del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, piensa algo parecido: “Aunque el Gobierno intenta capitalizar electoralmente el éxito en la organización de la cumbre, falta casi un año para la elección presidencial. Es demasiado tiempo para que los efectos de un hecho de esta naturaleza, se mantengan vigentes en la opinión pública. Lo que suceda con la economía y sus consecuencias sociales, tendrán más relevancia político-electoral que los efectos internos del G20”, asevera.
Tonelli, por su lado, sí cree que la administración macrista bien podría lograr llevar agua para su molino en el plano interno por los apoyos obtenidos en el G20 y con vistas al comicio 2019, pero deja una advertencia: “Tiene que tener mucho cuidado (el Gobierno) en no cometer ningún error. Estamos en una democracia Alzheimer, en donde la última imagen reemplaza a la anterior”.■