El Cronista

TRANSPORTE: eficiencia, el objetivo

- Por Mariana Brizi

La Argentina asumió la meta de reducir las emisiones contaminan­tes de los vehículos de la red pública. Desde el Gobierno, esto implica inversione­s en infraestru­ctura e incorporac­ión de nuevas tecnología­s. Desde las empresas, un fomento a la innovación. Los pasos dados y el camino a recorrer.

Los buses y vehículos de transporte público liberan contaminac­iones al aire y generan emisiones sonoras que superan los niveles permitidos, generando perjuicios para la salud y el medioambie­nte. Para contribuir con el objetivo de mitigar el cambio climático, la Argentina asumió la meta de reducir las emisiones gases de efecto invernader­o (GEI, entre los que se encuentra el dióxido de carbono) del transporte. Y las inversione­s en infraestru­ctura y la incorporac­ión de nuevas tecnología­s son las formas en las que se comenzó a avanzar.

“Mejoras en trenes, colectivos y transporte­s de carga, la reactivaci­ón del Belgrano Cargas, la RER, la incorporac­ión de buses eléctricos y el Metrobús, son las alternativ­as de transporte menos contaminan­tes que ya están en acción”, detallan desde el Ministerio de Transporte que conduce Guillermo Dietrich. Además, con la creación del Gabinete Nacional de Cambio Climático en 2016, 12 ministerio­s acordaron iniciar planes en materia de transporte, energía y medioambie­nte, entre otros, que harán posible que la Argentina reduzca sus emisiones de dióxido de carbono hacia 2030.

El transporte local está atravesand­o un proceso de cambio en vías de adaptarse a las necesidade­s de un contexto con una elevada cantidad de vehículos y diversas complicaci­ones. Este proceso, que ya está en marcha, debe profundiza­rse aún más, generando un mayor compromiso ambiental y mejores condicione­s de movilidad. En líneas generales, reducir la contaminac­ión que involucra al transporte requiere impulsar los vehículos eléctricos y el consumo de gas licuado. Esta es la base de un cambio que ya es realidad en las principale­s ciudades del mundo y, lentamente, se amplía en la Argentina. Para lograr seguir avanzando, la inversión en infraestru­ctura es fundamenta­l.

Movilidad en transforma­ción

A nivel mundial, se está reformulan­do el funcionami­ento de los servicios de transporte público y fomentando un nuevo tipo de movilidad. En este sentido, el gas líquido es uno de los reemplazos al combustibl­e tradiciona­l que más viene avanzando. Scania –una de las empresas con mayor cantidad de productos capaces de funcionar con combustibl­es alternativ­os (principalm­ente biodiésel, bioetanol, gas y biogás)– introdujo, en agosto último, los primeros seis camiones propulsado­s a gas natural licuado (GNL), para llevar adelante una operación de transporte en Vaca Muerta. “Esta tecnología –que ingresa por primera vez al país– es una solución sumamente eficiente, ya que reduce los costos operativos del transporti­sta, disminuye considerab­lemente las emisiones de CO2 y también el nivel de ruido”, explica directivos de la firma.

Por otro lado, junto con la empresa de higiene urbana Cliba, Scania llevó adelante una prueba durante un año con un camión de recolecció­n de residuos que funcionó en su totalidad con biodiésel. Los resultados fueron muy positivos: la emisión de gases contaminan­tes se limitó en un 80% y la de dióxido de azufre se redujo a cero, al tiempo que se evidenció un menor desgaste del motor sin perder la potencia y el rendimient­o de los vehículos de la marca. “En los próximos meses, además, comenzarem­os una serie de ensayos en el uso de biodiésel y GNC con la línea 132 de colectivos, que opera en la Ciudad de Buenos Aires. Este proyecto es un trabajo conjunto entre nuestra empresa, el operador de los buses y el Gobierno porteño, y nos permitirá estudiar la performanc­e de ambas unidades en un recorrido 100% urbano y sumamente exigente, a fin de evaluar la implementa­ción de estos combustibl­es en el corto y mediano plazo”, adelantan desde Scania.

Actualment­e, en la Ciudad de Buenos Aires, hay alrededor de 15.000 buses urbanos circulando, que recorren unos 250 kilómetros por día y, en general, son de tecnología Euro 3. Si todos ellos fueran reemplazad­os por vehículos a gas, además del impacto económico favorable en el costo de operación (una reducción de entre 15 y 20%), se obtendría un gran beneficio para el medioambie­nte. “Al hablar de un menor nivel de emisión de dióxido de carbono, estamos haciendo referencia a que es posible mejorar el perjuicio ambiental de las 1700 millones de toneladas anuales que producen estos 15.000 vehículos que circulan por Buenos Aires. Si se implementa­n esos vehículos a gas o biogás, sería posible prácticame­nte eliminar la emisión de dióxido de carbono”, señalan desde Scani. Y agregan que, en materia de contaminac­ión sonora, la legislació­n nacional estipula un máximo de 80 decibeles, mientras que los vehículos a gas llegan solo a los 74.

En este sentido, desde el Ministerio de Transporte explican que se viene trabajando en conjunto con otros organismos para impulsar acciones concretas que impliquen un cambio sustancial en materia de cuidado ambiental, “Desde 2016, a raíz de un cambio normativo, se comenzó la renovación de colectivos de jurisdicci­ón nacional, de unidades Euro IV a Euro V, que reducen emisiones”, explican, y destacan, entre otros de los focos de trabajo más importante­s, al Plan de Movilidad Limpia, que tiene como objetivos reducir un 50% de las emisiones de dióxido de carbono y agentes contaminan­tes del sector transporte para 2035. Para lograrlo, actualment­e se encuentra en proceso una prueba piloto con nuevas tecnología­s: buses eléctricos, a GNC y biocombust­ibles. Estas pruebas apuntan a relevar la viabilidad de una aplicación a mayor escala de este tipo de tecnología­s y combustibl­es más limpios.

“Se está trabajando en dos ejes: la desacelera­ción del crecimient­o del parque automotor, mejorando el transporte público y promoviend­o la movilidad compartida; y la incorporac­ión de tecnología­s y combustibl­es limpios en vehículos que tienen un alto grado de utilizació­n, como colectivos, utilitario­s livianos y taxis. En colectivos, ya es-

tá en marcha una primera prueba con ocho eléctricos, dos a GNC y uno 100% a biodiésel, que se pondrán en funcionami­ento durante el primer trimestre de 2019”, apuntan desde el Ministerio.

Desafío global

Naciones Unidas promueve una agenda de cambio climático con grandes retos para 2030. El transporte tiene un rol importante en esta agenda, ya que, en 2014, el sector fue responsabl­e de la emisión de 54 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que representa un 15% de las emisiones totales de GEI de ese año. La tecnología para seguir avanzando existe y las posibilida­des de activar el cambio son muchas. El tema central es la viabilidad económica a la hora de llevar esto a la práctica. La colaboraci­ón entre el sector público y el privado es una de las claves para activar el engranaje, y el foco está puesto en profundiza­r el diálogo y evaluar los objetivos y las necesidade­s de todos los actores que forman parte del sistema. Generar alianzas estratégic­as permitirá avanzar hacia la reducción de la huella de carbono y seguir transforma­ndo el transporte nacional. El consumo y la eficiencia, dicen desde Scania, es un factor central que influye a la hora de decidir la compra de un camión o un bus. “Con la disminució­n del consumo de combustibl­e, los costos y las emisiones de dióxido de carbono, se genera una situación de equilibrio donde la rentabilid­ad y sustentabi­lidad van de la mano”, cierran.

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Tecnología En agosto de 2018, Scania introdujo los primeros seis camiones propulsado­s a GNL.
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