Aun ingresando a la OCDE no lloverán las inversiones
Economista
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es un organismo que busca promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas. La OCDE ofrece un foro para que los gobiernos trabajen conjuntamente, compartan experiencias y busquen soluciones a problemas comunes. La integran 36 países, entre ellos dos latinoamericanos: México y Chile. Colombia fue invitada a convertirse en miembro en mayo de 2018 y Costa Rica está en proceso de adhesión.
Se esperaba que nuestro país fuera invitado junto a Colombia dado que Argentina participa activamente en muchos de los Comités especializados de la OCDE y se ha adherido a algunos de sus instrumentos legales. En 2016 comenzó con el proceso de adecuación legislativa y tomó medidas específicas para cumplir con los requisitos que impone la OCDE. En 2017 presentó un Plan de Acción para que la OCDE aportara “su conocimiento y experiencia para compartir las mejores prácticas para ayudar a Argentina a avanzar en su agenda de reformas y a acercarse a los estándares internacionales”.
No obstante, la Organización decidió postergar el ingreso de Argentina porque no hubo acuerdo con respecto a qué países acompañarían al nuestro. En la cumbre del G20 llevada a cabo en Argentina, nuestro país volvió a recibir el apoyo de los principales líderes mundiales, lo que hace prever que el ingreso de Argentina a la OCDE sería inminente.
Ser miembro de la OCDE tiene beneficios: contar con asesoramiento en materia de políticas públicas; discutir los desafíos en políticas públicas en un contexto multilateral; aprender de las experiencias de los otros miembros; fortalecer la presencia internacional del país; mejorar la institucionalidad y la imagen del país; y facilitar las alianzas y acuerdos de cooperación.
El mayor de los beneficios es que la membresía otorga un sello de calidad que facilita el acceso a las inversiones extranjeras, un punto no menor si se considera que los países que integran la OCDE representan aproximadamente el 75% de la inversión extranjera directa a nivel global.
La inversión extranjera directa potencia la competitividad, permite la transferencia de tecnología, genera empleo, mejora las habilidades y la formación del capital humano, y facilita la integración en el mercado internacional, entre otras. Pero para que se concreten las inversiones no basta con ser miembro de la OCDE. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los puntos más importantes que constituyen el núcleo del proceso de toma de decisiones de inversión son la estabilidad macroeconómica, los impuestos, la deuda pública, las regulaciones, y el libre comercio.
Cambiemos, en el inicio de su gestión, puso el acento en varios de estos aspectos. Según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), la inversión extranjera directa en Argentina aumentó 250% en 2017, alcanzando los u$s 11.500 millones. Nuestro país ocupa el cuarto lugar en la región por detrás de Brasil, México y Colombia que recibieron, respectivamente, u$s 71.000, 31.000 y 14.000 millones.
Sin embargo, y por distintas circunstancias, muchos de los avances logrados durante la primera mitad de la actual gestión se revirtieron en esta segunda parte. La inflación se aceleró y volvió a generar inestabilidad macroeconómica. Se incrementó la presión tributaria con el fin de alcanzar el equilibrio fiscal primario en 2019. La deuda pública creció en términos del producto. Hubo algunos avances en cuanto a desregulaciones, pero Argentina sigue siendo uno de los países más complejos para hacer negocios.
Aunque sí se avanzó en la dirección del libre comercio. Consecuentemente, aún queda un largo camino por recorrer en materia de atracción de inversión extranjera directa. Allanar este camino es responsabilidad, sobre todo, del Gobierno pero también de la oposición si se quieren lograr reformas estructurales que se sostengan en el tiempo. Ser miembro de la OCDE facilita el acceso a la inversión extranjera directa, pero no asegura una lluvia de inversiones.