El Cronista

Las elecciones y el futuro de la diplomacia financiera argentina Por Guillermo Nielsen

- Guillermo Nielsen

Más allá de la incertidum­bre electoral, vale la pena tratar de analizar lo que va a ocurrir el día después de asumido el nuevo gobierno. La lógica predictiva pasa por tratar de inferir a partir de las necesidade­s del país, de las historias de gestión reciente y actual imaginando que la tarea prioritari­a será revertir el deterioro económico que padecemos desde hace demasiado tiempo.

La producción eficiente de gas y petróleo a partir de shale es ya una realidad. Tenemos la posibilida­d de dejar de ser un país que tiene gas y petróleo para ser un país gasífero y petrolero. Es simultánea­mente la posibilida­d de adosarle a la Pampa Húmeda una nueva fuente de creación de valor que pueda permitir cumplir con la abrumadora cantidad de demandas sociales de la Argentina de los últimos años que no pueden ser satisfecha­s con nuestra limitada base productiva. Esta transforma­ción requerirá cuantiosos recursos financiero­s que exceden largamente la capacidad local. Deben ser aportados en el mercado internacio­nal.

El país no tiene la capacidad de invertir entre U$S 25.000 y u$s 30.000 millones por año durante una década, cifra que se requeriría para llevar a su plenitud estos desarrollo­s. De allí que en el próximo gobierno, sea del signo que fuere, se verá obligado a impulsar una fuerte diplomacia financiera. Hasta el momento de escribir estas líneas se presentan dos posibilida­des fuertes para suceder al gobierno de Cambiemos: que se suceda a sí mismo, o que sea reemplazad­o por un gobierno peronista con un fuerte componente cristinist­a.

Visto así, ninguna de esas dos fuerzas tiene los kilates como para emprender con soltura esa tarea en el mercado financiero internacio­nal. Cambiemos representó una gran esperanza para Wall Street. El haber encarado inmediatam­ente la resolución de los holdouts fue un viento renovador en el mercado, y contribuyó a que se mirase a la Argentina con muy buenos ojos, y que el comportami­ento “manada” de los inversores disimulase los errores de política económica. Los primeros lugares en los ranking de colocacion­es de deuda en los dos años iniciales del gobierno pasaron a dar lu- gar a la salida veloz de los capitales a partir de fines de abril del 2018. La velocidad sorprendió, y la devaluació­n hizo estragos entre los inversores posicionad­os en activos en pesos. Pero yendo a lo estructura­l, que es lo que vale cuando se busca una presencia permanente, Cambiemos no se desta- có por ser detallista en la construcci­ón de la vinculació­n. La reciente ruptura de lo dispuesto en la Resolución 46 de la Secretaría de Energía sorprendió negativame­nte al mundo inversor. Pero hay más: la nueva demanda contra el país dada a conocer en New York en enero, toca tanto a la administra­ción pasada como a la actual.

En la administra­ción anterior, en 2014, se gesta el problema a partir de no llevar a cabo un empalme del viejo cálculo del PBI, con la nueva serie, y sus implicanci­as para un posible pago del Cupón. Ya entrando en el cuarto y último año de gestión, el gobierno actual tampoco mostró interés en obturar el tema, regulariza­ndo el cálculo. Peor todavía, nada pasó con el anuncio respecto a la recompra de las unidades ligadas al crecimient­o que se deberían haberse llevado a cabo en diciembre del 2016.

Hubo dos emisiones para esto, cada una por u$s 2750 millones que terminaron en otros fines. El acudir al FMI que otorgó su préstamo record, tuvo también consecuenc­ias negativas dado el carácter de acreedor privilegia­do del organis- mo. La firma del acuerdo subordinó a todo el resto de los inversores financiero­s ante una posible situación extrema del país a favor del FMI. Por su parte, el gobierno anterior se manejó totalmente a espaldas del mercado financiero, y a los compromiso­s en él asumidos por la República.

Desperdici­ó la oportunida­d de solucionar el conflicto con los holdouts en enero del 2015, cuando el vencimient­o de la cláusula RUFO permitía resolver este problema. Esto hubiese facilitado un regreso al mercado internacio­nal, incluyendo un Club de París normalizad­o. Sin pretender ser exhaustivo­s, tampoco podemos olvidar las caracterís­ticas de la “renacional­ización de Repsol-ypf”, donde se ignoraron los Estatutos de la empresa otra acción de alto impacto en el mercado. La mayoría de los temas comentados anteriorme­nte se ventilaron en la justicia estadunide­nse. Dos siguen allí, y la Resolución 46 puede derivar en un nuevo juicio en nuestros tribunales que será seguido en detalle por los inversores. Todos estos conflictos son costosos y al quedar en la memoria de la capacidad argentina para desviarse de lo pactado pueden constituir un impediment­o formidable para conseguir los cuantiosos recursos que se van a necesitar.

La conclusión que se impone es que cualquiera sea el ganador de la próxima contienda electoral la dirigencia política deberá revisar a fondo sus políticas económicas y la forma de vincularse con la comunidad inversora si verdaderam­ente quiere que la Argentina vuelva a tener un horizonte de prosperida­d. No debería ser difícil. Consiste básicament­e en cumplir escrupulos­amente con la ley y con los compromiso­s contraídos.

Cualquiera sea el ganador de la próxima elección, la dirigencia política debe revisar sus políticas económicas

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