Inesperado giro hacia el socialismo en la política estadounidense
Cualquiera que piense que ya ha pasado el momento populista en EE.UU. debería reconsiderarlo. Donald Trump prometió hacer de Norteamérica un gran país nuevamente. La mitad del partido demócrata ahora promete que lo convertirán en un país socialista por primera vez. Hace unos años, la mayoría de los demócratas tenían miedo de definirse como liberales. Ahora han decidido acoger el socialismo con mucho entusiasmo.
Esto podría terminar mal. Una derrota ante Trump en las elecciones de 2020 sería una muerte temprana para el ama- necer socialista estadounidense. Sin embargo, hasta ese momento, los votantes norteamericanos ven un verdadero debate ideológico. Sería precipitado pronosticar el resultado.
La prueba es el Green New Deal de Alexandria OcasioCortez. Su proyecto de ley es absurdamente extravagante. Los nuevos subsidios y obras públicas que propone costarían u$s 6.600 millones al año; el presupuesto federal de EE.UU. es de u$s 4 billones.
Además, Ocasio-cortez parece tener poca idea de cómo pagar eso. Sin embargo, a pocos demócratas les preocupan esos detalles. Tras haber visto que Trump llegó a la presidencia con su estilo de pensamiento mágico, están siguiendo su ejemplo. Y casi todos los aspirantes a la presidencia demócrata en el Senado apoyan la resolución de Ocasio-cortez. Se ha convertido en una prueba de fuego de las credenciales de un candidato. Hay tres razones para tomar esto en serio.
La primera es que el Green New Deal ya dejó una marca en la mente del público. Así como a Ocasio-cortez se la conoce por sus iniciales —AOC—, su proyecto de ley ya selo conoce por su abreviatura, GND. Pocos políticos, o proyectos de ley, ostentan esa distinción. El hecho de que una ex cantinera de 29 años de edad haya pasado de cero a una abreviatura omnipresente en apenas unos pocos meses nos dice algo sobre el interés estadounidense por el cambio.
La segunda es que la resolución de Ocasio-cortez es una atrevida declaración de intenciones más que una propuesta legislativa seria. Al igual que se dijo que los partidarios de Trump lo tomaron en serio, pero no literalmente, lo mismo se aplica al Green New Deal. Su objetivo es agitar el debate estadounidense. En ese aspecto ya ha tenido éxito. El término “verde” ya no es una preferencia de estilo de vida. Es una parte del cálculo económico.
La tercera es que los estadou- nidenses parecen anhelar una alternativa. Hubo una época en que las elecciones en EE.UU. podían caricaturizarse como Coca-cola contra Pepsi. Por el momento, esa timidez ya no existe. El ejemplo de Trump ha generado imitaciones.
Actualmente, la mayoría de los millennials estadounidenses se describen a sí mismos como socialistas. En la práctica, piensan en Escandinavia y no en Venezuela. Convencerlos para que acudan más a las urnas es el santo grial de la política demócrata. Si Ocasio-cortez lo logra, habrá cambiado el clima político estadounidense.